TREINTA Y UNO

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Las vacaciones de verano habían terminado oficialmente y era momento de regresar a clases.

Despertarme fue fácil pues siempre me despierto temprano aunque no tenga nada interesante por hacer en la mañana. Me gusta levantarme temprano así me da tiempo para todo lo que quiera hacer antes de comenzar realmente el día.

Me tomo mi tiempo vistiéndome luego de tomar una ducha de casi veinte minutos y secar mi cabello. Desayuno un pan tostado con mermelada de fresa y unas salchichas fritas, también un té negro.

Conrad me había ofrecido llevarme a la escuela pero me negué, sería mejor que todo siguiera como antes. No quiero llamar la atención. Aun no sé cómo nos comportaremos en la escuela, no sé si al cruzarnos por los pasillos nos ignoraremos o nos detendremos a hablar pero por ahora no quiero pensar en todo eso, quizás temo decepcionarme al ver que él me trata como antes, como si jamás hubiéramos vividos ese verano juntos.

Por la mañana del primer día de nuestro último año, Conrad me envió varios mensajes, el último fue:

"Cerebrito, nos vemos en la escuela"

Ruedo los ojos y sonrío automáticamente. Algo en mí se calma, al menos sé que él sigue interesado en mantener nuestra amistad después del verano. No es como si fue un romance de verano pero, fue algo especial y temía que se acabara de la misma forma que acaba el año viejo los 31 de diciembre. De esa misma manera en que todos piensan que los problemas que tuvieron durante un año entero mágicamente desaparecen solo porque cambia la fecha.

Guardo mi teléfono y salgo directo a tomar el autobús. Hubiera sido más cómodo ir con Conrad pero no quiero tener un momento estilo película de adolescentes donde todos nos observan sorprendidos por salir del mismo auto. Aunque tal vez solo estoy exagerando.

Seguramente nadie voltearía a verme.

Normalmente durante el verano me preparo para las clases estudiando por adelantado y leyendo libros relacionados a los futuros temas que vamos a aprender pero esta vez, no tuve tiempo de hacer nada de eso.

Me sonrojo pensando en todo el verano que pasé al lado de Conrad. Soy patética. Jamás imaginé que me comportaría de esta forma por un chico, siempre pensé que tendría el control de todo, incluso del rubor natural en mis mejillas o de las mariposas en mi estómago pero cuando encuentras a alguien sin buscarlo, es imposible controlar todo eso, en especial tu corazón y su latir acelerado.

Después de tomar el autobús, llego a la escuela y no parece que mucho haya cambiado. Aunque debo reconocer que sí, algunas personas me observaban por más tiempo de lo que se considera normal pero recuerdo la vez que nos topamos con Jessica en el centro comercial y me convenzo que seguramente ella dijo algo sobre nosotros paseando juntos.

Seguramente ver a Conrad, un atleta popular con la cerebrito callada y sin amigos les resultará a los populares algo interesante o como mínimo, cómico.

Llegué al salón para mi primera clase y varias chicas que ya estaban ahí se encontraban señalándome y murmurando. Parecía que hablaban de mí. Me recuerdan a la vez que todos mis compañeros pensaban que Matt y yo habíamos dormido juntos, me observan de esa forma o incluso, peor.

Vuelvo a considerar la opción sobre Jessica inventando un rumor sobre Conrad y yo. Quizás es todo un mal entendido. Sí es solo eso, no me importa. Tampoco es como si fuera un delito ser amigos, ¿No? Vaya la ansiedad que sentía acerca de Conrad ignorándome en la escuela vuelve a crecer en mí.

Aun no me he topado con Conrad pero cuando lo vea, le preguntaré si alguien le ha dicho algo o si ha escuchado sobre algún rumor.

Después de unos minutos Matt llegó pero esta vez, se sentó en un asiento inusual. Atrás, en una esquina. Yo veo al frente y hago lo que puedo para ignorar el cuchicheo. No le preste mucha atención a la gente pero algo me olía mal. Matt se veía diferente, como que estaba evitando las miradas de la gente.

UN CASO PERDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora