ONCE

17 2 0
                                    

No logramos terminar de pintar con Conrad, así que una vez más estamos aquí en el gimnasio, aplicando la segunda capa de pintura azul que a este punto ya me está mareando. Puedo que sea el color o el olor, pero ya estoy asqueada.

—Esto es aburridísimo —Conrad se deja caer en el suelo. Hoy tuvo entrenamiento así que seguro está agotado por el ejercicio pero no estaríamos aquí si no hubiera dicho el tonto rumor sobre Matt y yo—. Deberíamos dejarlo así, nadie se dará cuenta.

Puede que sea cierto pero si lo nota el profesor de educación física, probablemente nos obligará a pintarla de nuevo. Es demasiado estricto para mi gusto, está un poco amargado lo cual solo deja notar como todos esos ridículos estudios sobre como "el ejercicio te hace una persona más alegre" son puros títulos falsos y sin bases científicas.

—Entonces, Gray... ¿te gusta Matt?

Arrugo la nariz sin siquiera pensarlo. Claramente mi respuesta es un NO. — ¿Para qué preguntas eso?

Se encoge de hombros mientras yo sigo pintando. —No se... ustedes son extraños. La verdad, no me sorprendí escucharte decir eso sobre ustedes durmiendo juntos, como que es posible.

Dejo caer la brocha en la lata de pintura, salpicando gotas por todas partes incluyendo los jeans viejos de Conrad que trajo para cambiarse después de la escuela y usar específicamente para esta tarea.

Él frota una gota azul con su índice. — ¡Oye! Esto no se quita, es de aceite.

Ruedo los ojos. —Es un pantalón viejo, lo trajiste para pintar.

Mastica su goma de mascar con un gesto molesto. Se levanta de un salto, toma la brocha que aún tiene un poco de pintura y la sacude hacia mí.

A ver, yo también traje ropa vieja para pintar pero me cayó en la mejilla. — ¡Conrad! —le grito.

Él, sin embargo, ríe como si hubiera hecho lo más gracioso del mundo. Tomo mi brocha que estaba a punto de hundirse completamente en la pintura y hago el mismo movimiento hacia él.

Conrad se mira los brazos, que es donde más pintura salpicó. —No debiste haber hecho eso.

Ignorando su supuesta amenaza, repito el mismo movimiento ahora un poco más fuerte, salpicándole esta vez en la mejilla izquierda y un poco en el pelo.

Conrad entrecierra los ojos con una mirada amenazante, camina hacia su lata de pintura y sumerge toda la mano en ella. Antes que pueda reaccionar, me toma del brazo con la mano que no está empapada de pintura y embarra la otra sobre mi mejilla izquierda.

Él se parte de la risa.

Mi primera reacción fue de enojo. Me siento con tantas ganas de tomar una ducha y quitarme todo esto de encima pero cuando Conrad se pasa la malo por el cabello como un hábito que tiene y se embarra el sobrante de pintura que tenía, yo me río a carcajadas.

Él se ve la mano y luego toca las puntas de su cabello levantando el labio superior dándose cuenta del error que acaba de cometer.

Yo sigo riéndome tanto que las lágrimas empiezan a salir.

—Ya —me pide, irritado de mis risas pero como ese efecto que tienen los bostezos cuando ves a alguien bostezar y luego tú lo haces, él comienza a reírse sin parar—, no es gracioso... no lo es...

No recuerdo la última vez que me reí de esta forma pero lo que sí recuerdo es que jamás en la vida me había reído al mismo tiempo que Conrad Hall. Ambos estamos tirados en el suelo, llenos de pintura y soltando carcajadas sin parar.

Comienza a dolerme el estómago así que me fuerzo a parar, tomando respiraciones largas y él también.

Veo el suelo que lo hemos manchado un poco pero por alguna razón, no me importa. Sé que lo tendremos que limpiar pero quiero seguir sintiéndome así, despreocupada, por unos minutos más.

UN CASO PERDIDOWhere stories live. Discover now