VEINTISEIS

12 1 2
                                    


Conrad está frente a mi puerta con los ojos rojos, una mochila en sus hombros y la cara sudorosa.

— ¿Qué pasa? —Pregunto asustada de verlo así.

Conrad cierra los ojos y niega. —No puedo más.

Tomo su mano y lo adentro a mi casa, lo muevo hasta el sofá y él se sienta llevándose las manos hasta la cara.

Mi corazón está latiendo rápido, me siento ansiosa de verlo así y no saber qué hacer. En ese momento, veo que tiene el brazo lastimado. Tiene una cortada de unos diez centímetros y le está saliendo sangre.

— ¡Conrad! —Tomo su brazo—. Espera aquí, traeré algo.

Él me toma de la mano. —No te vayas.

No me suelta la mano y yo no me quito, él deja caer su rostro en mi hombro izquierdo y comienza a llorar.

Abro mis ojos por el repentino momento. Conrad está llorando como si fuera un niño pequeño y no sé qué hacer, me quedo paralizada.

—Estoy harto, Amalia. —Me dice y se le quiebra la voz—. No entiendo que hice yo para tener que soportar todo esto, no entiendo porque todo tiene que ser así. —Solloza—. Estoy tan cansado de esto, quisiera... a veces me siento mal por pensarlo pero siento que todo sería mejor si mi papá dejara de existir. No puedo más, estoy agotado. Hago lo mejor para agradarlo, hago lo que puedo y mucho más.

Como no sé qué más hacer, extiendo mi mano sobre su cabello y lo acaricio.

Conrad sigue con la cabeza baja sobre mi hombro cuando suelta: —Cada día termino agotado en todos los sentidos pero jamás será suficiente, jamás seré suficiente para él. Siempre me compara, siempre me obliga a hacer más. ¿Qué más quiere de mí? maldición, no me meto drogas, no me emborracho... ¿Qué más tengo que hacer?

Me aprieta la mano con fuerza y esto me parte el corazón.

—Ya entendí que jamás voy a llegar a sus estúpidos estándares —Sigue—. Jamás voy a ser todo lo que él quiere pero.... Aun si ya lo comprendí me sigue doliendo. ¿Por qué no puedo tener padres ordinarios? ¿Por qué tienen que tratarme de esta forma? ¿Acaso yo pedí nacer para que ahora me haga sentir todo el tiempo como que yo tengo la culpa? ¿Por qué mamá se fue? ¿Hice algo mal?

Tose y lo muevo para que se incorpore, aunque él baja el rostro. No quiere que lo vea pero espero que sepa que no tiene por qué sentir vergüenza.

Tomo una servilleta limpia y cuidadosamente retiro la sangre que había escurrido aunque parece que está secándose.

—Él es más viejo que yo, debería ser el verdadero adulto. Estoy cansado, agotado... yo siento que me ahogo. Después se queja de mi actitud pero, ¿Acaso le he importado realmente? ¿Acaso debería ponerlo en un altar porque me dio una casa y comida? ¿Es ese el verdadero significado de ser padre? Claro que no, es mucho más que eso y ya me harté de defenderlo. —Regresa a mi hombro—. Afuera, con otras personas actúa como un hipócrita, presume mis logros como si hubiera hecho algo él para conseguirlos. No le debo nada, me molesta tanto que piense que él tiene derecho a apropiarse mis logros. Él me ha arruinado, él me ha hecho una persona que no quiero ser. Ya no soporto esto, no sé qué hacer. Ya no quiero verlo más, ya no puedo seguir así. Ya no.

—Conrad... —Empiezo una vez que él se queda en silencio—. ¿Te hizo esto él?

Suspira sin verme, aun sobre mi hombro. —Sí.

Aprieto los ojos sintiendo rabia. —No... no sé qué decir pero... no mereces esto. Te lo prometo, no hay nada que tengas que hacer para ser mejor o suficiente, ya lo eres.

UN CASO PERDIDOWhere stories live. Discover now