El Príncipe Dragón (Prefacio)

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Había una vez un niño príncipe muy apuesto que vivía en un castillo con su papá y su mamá.

El padre del pequeño, el Rey, tenía la habilidad de mutar en dragón, así que su castillo era custodiado por el mismo. Él era un hombre uraño y de carácter duro que nunca demostró cariño por el lindo príncipe. Por otra parte la madre del niño era una mujer dulce con la capacidad de crear flores de la nada, podía hacer crecer un campo de rosas en cualquier lugar árido, además de que era la única que podía calmar a la fiera que era el dragón hasta que un día simplemente ya no pudo.

El niño solitario era incomprendido por los otros niños, tenía mucha personalidad a su corta edad y eso les daba miedo a los demás a parte de que su sombra no coincidía con la de un niño, había heredado algo de su padre, su sombra era la de un dragón.

Su padre se había encargado de hacerle saber que así sería su vida y que jamás sería amado por nadie por este don que ahora lo condenaba a una vida de rechazo.

Un día cansado de escuchar a su papá salió a conseguir un amigo, pero fracasó ya que los niños al ver que su sombra no coincidía salían corriendo despavoridos. Regreso a su casa llorando.

— Te lo dije, no olvides que eres un monstruo.
— Si, papi. Soy un monstruo.

La mamá del niño al ver que su propio padre estaba envenenando la mente del pequeño intentó hacerlo tener confianza en él y se encargó de demostrarle que no había nada de malo en ser especial, así como ella tenía magia, había gente que la había llamado fenómeno, pero había otras que alababan y envidiaban su poder.

— Es parte de tu encanto ser diferente, cariño.

El niño seguía saliendo a jugar solo, pero había aprendido a no hacerse ilusiones de que encontraría a alguien. La sorpresa le llegó cuando un día vio a otro pequeño llorando porque había perdido el dinero que su madre le había dado para comprar comida. El príncipe solitario le regaló una moneda de oro al pequeño que lloraba y este enamorado dijo que lo seguiría a donde fuera.

— ¿Incluso si soy un monstruo? — dijo el niño señalando su sombra.
— Aun así... aunque nuestras sombras sean diferentes no quiere decir que no tienes corazón.

Entonces el niño solitario ya no lo fue más, el otro pequeño siempre acompañaba sus pasos y algunas veces se paraba a su lado muy cerca de él para cubrir la sombra de dragón con la suya propia.

Después de todo eso era lo único que quería el príncipe, sentirse amado y aceptado por alguien que no le tuviera miedo.

Las Estrellas De Tus OjosWhere stories live. Discover now