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Todo era muy complicado. 

Como si fuera vómito Gerard había dicho todo aquello que le lastimaba para sacarlo por fin de sus entrañas, porque una vez que abrió la boca, no dejó de hablar. Le contó de todo. Desde que el accidente de su hermano había quedado impune, que su padre los había abandonado, el trabajo con Ryan en el bar, cuando conoció a Cassey, la rivalidad que Ary había tomado con ellos, las casi sobredosis que había tenido, y la muerte de su mamá en la cocina, hasta el TOC que había desarrollado, los traumas con la sangre y la suciedad, la depresión y su orientación sexual. 

Gerard en ese momento se volvió un libro abierto, no pudo contener sus lágrimas ni la vulnerabilidad en la que se encontraba. Frank funcionó como ese hombro donde él pudo soltarse por completo y se dejó llevar hasta que la garganta se le secó. 

El castaño sólo le acariciaba la espalda cuando el pelirrojo le pidió un abrazo y le quitó el cabello que se le había pegado en la cara gracias a las lágrimas. También le tendió unos papeles para que pudiera sonarse la nariz y se mantuvo callado todo ese rato. 

Ya no le importaba, de cualquier forma no era como que Frank utilizara toda esa información para hacer algo en su contra. No tenía nada qué perder, y para su suerte, el castaño parecía que lo estaba compadeciendo. No le miraba con morbo ni con lástima, parecía ser sincero.

Hubo un momento donde se detuvo pues ya no tenía qué decir, Frank tampoco sabía qué responderle. Ahora estaban uno a un lado del otro, a una distancia considerable. Gerard se secaba las últimas lágrimas y trataba de regular su respiración. Se sentía como un niño pequeño. 

—Lo siento mucho.

Negó porque entendía que Frank no sabía qué responderle a todo lo que le había contado.

—No, yo lo siento. La salida era para disfrutar, pero terminé lleno de mocos.

Ambos soltaron una risa después de unos segundos en silencio, un poco tímida por ese comentario, pero Frank al recomponer la postura se aclaró la garganta.

—Creo que eres alguien muy fuerte, al menos para soportar todo lo que has vivido. Nadie habría llegado hasta aquí.

—Yo también he querido morir muchas veces. Siento que ya no tengo un propósito, nadie depende de mí y...

Frank puso una mano sobre la suya. Gerard entendió que debía parar. 

Llegó un punto donde se escuchaban los pájaros volar sobre ellos y decidieron ponerse de pie para continuar con el paseo. Como lo que que había pasado anteriormente sólo hubiese sido un desliz. 

Nuevamente había nacido la distancia entre ellos, pero conforme fueron acordando que harían Gerard volvió a hablar, buscando un tema que ambos pudiesen compartir sin problemas, entonces el castaño le contó que estaba próximo a lanzar un álbum de una de las mejores bandas que él manejaba personalmente y se encontraba muy entusiasmado. 

—Personalmente, creo que Anthony es un buen chico. Siempre tiene algo interesante que decir. 

—Debe ser grandioso ser una celebridad. 

—En ocasiones. No todos son aptos para soportar la fama. Últimamente he escuchado sobre muchos suicidios. en artistas que tenían mucho potencial, es una lástima. 

Su acompañante asintió. 

Llegaron por fin a un restaurante de comida vegana, tomaron asiento en una de las mesas del fondo y una mesera les dio los menús. Gerard estaba asombrado, había mucha variedad de comidas hechas sin necesidad de utilizar animales, pero entre tanto platillo ya no sabía qué pedir. Frank, en cambio, estaba concentrado en leer qué más contenía el espagueti. 

—Creo que pediré una hamburguesa de hongos, suena muy exótica. 

—Aún no me decido si una hamburguesa de lenteja o un plato de espagueti, soy muy indeciso —dijo Frank bastante tranquilo. 

Eso relajó a Gerard, al parecer no era el único. 

Al final también pidió una hamburguesa para que tuvieran más papas fritas que comer juntos, pues era otro gusto que compartían. 

Cuando la mesera retiró los menús Gerard se levantó para ir al baño, orinó en el último baño que estaba en el sitio y se fue a lavar las manos con mucha delicadeza. Algo que no olvidaría de este día es que cuando iba a tener un ataque de ansiedad, Frank lo tranquilizó haciendo que parara de lastimarse la mano poniendo la suya encima, acariciándolo de una forma muy suave. 

Se secó con una de las toallas de papel y salió. Posterior a él llegó Frank y tardó menos. 

Más tarde la comida estaría enfrente de ellos, comenzarían a comer y coincidieron que realmente el sazón era muy bueno. Y no hubo mucha plática de por medio porque el silencio en ese momento era bastante acogedor. 

*** 

Frank regresó al pelirrojo a su casa, trató de tomar el camino más largo y cuando llegaron Gerard le preguntó si quería pasar un rato, sin que ambos pensaran en dobles intenciones. Entonces Frank cedió y se quedaron cerca de un sofá. 

—Disculpa que la casa esté desorganizada, no he tenido mucho tiempo ni ganas de limpiar. 

—No pasa nada, se mira bien. 

El pelirrojo soltó una risita. 

—No puedo creer que mientas para convivir. 

—No estoy mintiendo —respondió encarnando una ceja. 

Hoy no iría al trabajo, le daba igual. Aún conservaba un poco de dinero y despensa, así que si Lynz no se ponía de intensa exigiéndole que llegara al burdel, él no lo haría. Y ahora, estaba bien acompañado, por primera vez en la semana no quería estar solo, así que esperaba que Frank no tuviese que irse ya. 

—Si claro, y yo tengo tetas. 

Se sentaron en el sillón, pues el mayor había empezado otra conversación animada, pero de un momento a otro los ojos esmeraldas pesaban más de lo común, y eso significaba una cosa: pronto caería dormido. El mayor se percató de eso, y recordó que mañana tenía que llegar temprano al trabajo, quizás debía irse para que el pelirrojo descansara mejor. 

—Tengo que retirarme, Gerard. 

El otro asintió soltando un bostezo, trató de quitar los rastros de sueño y se levantó para acompañarlo a la puerta. Estando ahí el castaño volteó y Gerard lo miró fijamente, seguía viéndose muy atractivo después de todo y había logrado su cometido, hacer que se distrajera. 

—Gracias por todo esto, Frank. En verdad disfruté mucho el día. 

—Es un placer, si quieres podemos vernos otro día, sólo llámame. 

—Claro, lo haré. 

—Estaré esperando. 

Como si ambos esperaran un movimiento más del otro, se quedaron quietos, y al ver que Frank sólo lo miraba Gerard tomó la iniciativa para darle un beso en los labios. Un beso corto, dulce y cálido. Frank le respondió haciéndole sentir lo mismo. 




I'm (not) okayWhere stories live. Discover now