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A Gerard le gustaba el ambiente que se formaba en el burdel estando ebrio o drogado, porque era como una fiesta infinita y él, como nunca había asistido a una antes, se dedicaba a disfrutarlo hasta que su cuerpo no resistiera más. Así que cuando bailaba aprovechaba a mover su cuerpo tan bien como había aprendido, sin mencionar que trataba de prolongar esos momentos antes de que se lo follaran. 

—Me gusta tu cuerpo, quiero verlo detrás de mi —le susurró a un extraño lamiéndose los labios y sonriendo de forma seductora. —Quiero sentirte dentro de mi.

Gerard se había convertido en alguien que nadie podía controlar, pues sólo él sabía hasta donde tenía que poner sus límites. Sin embargo, el pelirrojo sabía que era de esa forma cuando necesitaba el dinero más que nunca.

Quiero tu lengua en todo mi cuerpo, y que te quedes por dentro cuando termines. 

Cuando el hombre terminó de follárselo Gerard se levantó sin siquiera mirarlo, comenzó a vestirse después de asearse y por fin pudo regresar a su actitud malhumorada. La que tenía casi todos los días. Party era uno de los mejores personajes que tenía Ámsterdam. Tanto así que algunas chicas comenzaban a sentirse celosas por lo que Ary decía de él, y también porque sólo hablaba con Cassey. Nadie le era más interesante que ella ahí, y de cierta forma, los humos de superioridad comenzaban a afectarle. 

—Quítate de mi puto camino, sólo dame mi dinero —espetó, y el hombre que seguía un poco drogado, asintió extendiendo los billetes.

El pelirrojo salió de la habitación con un portazo. 

++++++

Gerard estaba acostado en su cama con la rubia a su lado, ambos salieron de compras por la mañana y decidieron comer en la casa de él. Prepararon algo ligero y de un momento a otro terminaron en la habitación escuchando música, disfrutando de la compañía del otro. 

—Has cambiado mucho en estos meses. 

La rubia había soltado ese comentario sin querer sonar grosera, y Gerard no lo había tomado tan personal. Él sabía perfectamente que no era el mismo chico de antes, que en ocasiones, admitía había creado la peor versión de sí mismo que podía existir. Pero no era como si se arrepintiera plenamente de eso. 

—¿Qué quieres decir? —preguntó sin moverse. Ninguno de los dos se veía directamente, eso facilitaba a que la conversación siguiera transcurriendo de forma tranquila. 

—Cuando te conocí eras otro.

Lo sabía. 

—Puede que tengas razón. 

Cassey soltó una risa y negó.

—Antes no fumabas, no podías hablar con cualquier persona. Mucho menos te pondrías a bailar con la mirada de todos encima de ti —dijo con el pelirrojo escuchándola atentamente. Guardó silencio unos segundos, lo cuales parecieron eternos, y la rubia volteó su cabeza en su dirección, a lo que él la vio de reojo. —Pero te convertiste en un artista también, supiste aprovechar esa hermosa voz que tienes. 

—¿Todo eso está mal?

—No, no sé. En ocasiones me sorprende que seas tan arrogante, pero parece que eso le fascina a los clientes 

Una melodía dulce comenzó a reproducirse en el teléfono de Cassey. 

A veces parecía que entre más imbécil se comportara con los hombres, más atención recibía y mejor le iba, pero siempre decía que prefería dedicarse a ser cantante, porque comenzaba a sentirse cómodo en eso, como si por fin algo le diera sentido en la vida, dándole un instante de estabilidad, como si minutos después si cuerpo no fuera manoseado por extraños y rebajado. 

Después de unos minutos en completo silencio (exceptuando la música) subió un poco sus piernas juntándolas y la rubia bostezó, haciendo una mueca de aparente dolor. Esto le preocupó porque, de cierta manera veía que su amiga no se veía tan sana estos días. 

—¿Estás bien? —preguntó con poca preocupación. Ella negó sentándose, no quiso hablar al respecto. Gerard no podía obligarla a hablar, así que se mantuvo expectante. 

—Me duele un poco la garganta, pero creo que es un resfriado, probablemente tos —dijo después de unos minutos. 

El esmeralda asintió no tan convencido, pero queriendo cambiar el tema de conversación se acarició el cuello pensando, de pronto se percató que traía el collar que el castaño le había regalado y de forma involuntaria, un sonrojo apareció en sus mejillas sin poder ocultarlo.

Cassey logró ver ese gesto, porque era muy difícil que a Gerard le avergonzaran cosas, entonces recordó que le había contado cómo había mandado al diablo a Frank cuando éste le había dado un aventón a su casa. 

—No me digas nada, Cassey. 

—Es que no puedo creer la forma tan cruel que rechazaste a ese chico. 

Gerard rodó los ojos, no había sido tan cruel. 

—Sólo me traería a casa, no le pedí que me dijera cosas cursis que claramente no me gusta escuchar. 

La rubia resopló poniendo los ojos en blanco, quizás el pelirrojo estaba confundido pero no creía que Frank lo hubiese dicho con dobles intenciones. Lo había observado de lejos cuando visitaba el burdel, y más que excitación, Cassey veía que Frank miraba a Gerard con ojos llenos de ilusión, admiración y ternura, de cierta manera. 

Entonces era extraño porque la forma en que percibía el enamoramiento platónico del mayor, contrastaba con lo que era el entorno donde Gerard se movía. Y lo que más le asombraba era que su sexto sentido le decía que era una buena persona, siendo que este nunca le fallaba. 

—No debiste desquitarte con él, no tenía la culpa de lo que te estaba pasando. Además te defendió. 

—Yo podía hacerlo solo. 

—Las cosas pasan por algo Gee, no sabemos que habría pasado si Frank no hubiese pasado justo en ese momento. El mundo está muy podrido.

Poco a poco la culpa que había tratado de ignorar fue haciendo presencia y agachó la mirada. De cualquier modo, lo hecho, echo estaba. Cuando Cassey se dio cuenta que debía irse se levantó y besó la mejilla del pelirrojo, antes de salir por la puerta volteando una última vez diciéndole que lo vería en la noche. 

I'm (not) okayNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ