failure | connor [dbh]

xiii

Carajo. ¿Acaso todos los androides lucen así de... bien?

Despojándose de la camisa manchada, vuelve a dirigirme la mirada. Inconscientemente no puedo evitar sentir mi rostro arder en calor, preguntándome por qué demonios hacían con ese físico a los androides. Más aún si son prototipos de investigación. ¿Por qué darle un físico que envidiar, CyberLife?

Esperando que no note mis mejillas enrojecidas, me acerco hasta él con una de las toallas remojada ligeramente con agua. Buscando valor por lugares imposibles de mi cabeza, limpio todo su torso en completo silencio. Sintiendo su mirada sobre mis hombros a cada movimiento que hago sobre su cuerpo. Y notar ese detalle me hace sentir el doble de nerviosa.

¿Estaba esperando que cometiera algún error?

Cuando finalmente noto que no hay ningún rastro de sangre azul en su torso, detengo mis movimientos. Mi mirada inconscientemente recae en su mano herida por el cuchillo, impulsándome a tomarla entre la mía junto a un poco de venda que guardaba en el botiquín.

Parece ligeramente sorprendido a mi movimiento, pero no digo palabra respecto a eso. Me limito a vendar su mano dañada a pesar de que no lo necesite realmente. No sé qué método tendrán para curarse los androides, pero en mi cabeza parece ser una buena opción vendarlo para no tener la "herida" expuesta.

Demonios, les prometo que comprenderlo es más difícil de lo que parece. 

Al terminar, finalmente puedo tomar distancia. Tras hacerlo, puedo notar como observa los resultados. No parece reconocer ni una pizca de plasma azul en sí mismo, y no deja de observar su mano vendada con una curiosidad innegable. Parece estar como nuevo.

Aun así, tenemos un problema bastante grande frente a nosotros. Gracias al divergente, se ha quedado sin una camisa limpia.

—Creo que tengo una camisa que puede quedarte —le menciono como solución sin siquiera que me lo pida. Al instante se detiene a observar su camisa totalmente manchada a su costado. Además de rasgada— Quédate aquí, en seguida regreso.

Nuevamente no me detengo a esperar una respuesta de su parte, directamente me encamino hasta la habitación que solía ser de mi padre cuando vivía aquí. Aún conservaba bastante de su ropa, tal vez como un recuerdo que evitaba a toda costa o porque no me animaba a regalarla por la tristeza de pensar que alguien más la usara. Sé que el resto está en la casa de mi madre, pero evidentemente, jamás tendré acceso a ella.

Así que, me limito a conservar sus camisas y uniformes de policía.  

Tras intrusear entre todas las prendas por unos momentos, finalmente encuentro una camisa mediana a simple vista. Si mi buen ojo no falla, Connor es exactamente la misma talla que lo era mi padre en su juventud.

Sacándola del armario, no dudo en dirigirme hasta el salón; donde Connor me dirige la mirada al instante al sentir mi presencia a sus espaldas. Me analiza rápidamente para luego ver la camisa blanca que traigo conmigo.

—Espero sirva.

No lo hago esperar más y se la entrego. Al tenerla entre sus manos, se la prueba frente a mi mirada. Cuando se la ha puesto en su totalidad, abrochando los botones de los puñados de la camisa como último detalle, sonrío por lo bajo al notar que le queda de maravilla.

—¿Ves? —lo apunto de pies a cabeza— Ya estás como nuevo. 

No me responde como espero que haga. Simplemente me observa con aquella expresión neutra que comienza a desesperarme, para luego romper el contacto visual.

—Gracias, subteniente.

Es la primera palabra que me ha dirigido luego de salir de la torre Stratford. Y con solo esas dos palabras puedo asegurar que está molesto conmigo. Muy molesto, si soy más específica. Los nervios junto a la confusión me hacen permanecer en silencio. ¿Qué se supone que debo decirle ahora?