|V E I N T I S I E T E|

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CAPITULO 27: Mala mentirosa.

K A R A

Fruncí los labios y solté un bufido, admirando frente al espejo los trazos de tinta sobre la piel de mi costilla derecha. Con mis dedos índice y medio, tracé el dibujo de por vida sobre mi piel.

En realidad, aquel tatuaje era una metáfora, una que quizá solo lográsemos entender Dan, Max y yo.

Todo había sido idea de Max, quien había logrado encontrar el significado perfecto para aquel tatuaje que Dante se había rehusado a hacerse solo porque sí.

Cada uno de nosotros teníamos tatuada una pieza diferente en un lugar distinto.

Por mi parte, mi pieza de rompecabezas era aquella que tiene un hueco diferente para hacer que varias piezas encajen con ella, y había elegido el sitio en las costillas, ya que era lo más cercano al corazón que se me había ocurrido en el momento.

Dan escogió tatuarse la suya en el brazo izquierdo, un poco más arriba de lo usual para que las mangas de sus camisetas lograran cubrirlo.

En cambio, Max terminó tatuándose dos piezas que encajaban perfectamente con las nuestras, la que lo representaba a él terminó siendo en la parte interna de su muñeca derecha, y la otra, la que se había hecho en honor a Melissa, terminó siendo tatuada en su pectoral izquierdo junto a sus iniciales "M&M" en cursiva.

Podría no tener sentido para alguien que observara aquellos cuatro tatuajes por separado, ya que usualmente, por si solas las piezas de rompecabezas parecen no tener forma alguna, parecen simplemente no tener sentido. Pero, una vez que las unes, te das cuenta de que en realidad todas encajan perfectamente, dándole sentido a la figura o imagen que formaban. Y en nuestro caso, aquellas figuras que nos representaban a cada uno de nosotros, le habían dado sentido a nuestra existencia desde el primer segundo en el que nos conocimos.

Aún después de dos semanas, no me había acostumbrado por completo a llevar aquella marca que por siempre me acompañaría y recordaría todo lo bueno, lo malo y especial en mi vida. Que siempre me recordaría quienes fuimos y seríamos los imperfectos, todo lo que significamos el uno para el otro.

Sacudí la cabeza, apartando la mirada del espejo y colocándome mi camiseta sin mangas de una banda de rock que dejaba descubierta parte de mis costillas antes de dejarme caer con desgana de espaldas sobre mi cama.

No recordaba con lujo de detalle todo lo ocurrido aquella noche, pero la resaca que me acompañó durante casi dos días fue suficiente para darme una idea. Solo existían pequeños fragmentos en mi mente y un par de pistas inmortalizadas en forma de fotografías y videos casi sin sentido en mi teléfono, pero aquello era suficiente para atormentarme.

Una vez que la euforia, los efectos del alcohol y el poderoso brownie se habían esfumado, me arrepentí de no haber sido capaz de lograr controlar mis impulsos, de no haber tenido ningún tipo de control para afrontar de una manera madura que mi vida estaba nuevamente a punto de cambiar.

Después de tanto pensar, había encontrado que quizá el único punto a favor de todo aquello era que, al menos esa vez, las cosas no cambiarían de manera tan abrupta.

Pero si había algo de lo que verdadera y genuinamente me arrepentía, era haberle hecho pasar un mal rato a Alexandra, la chica a la cual me había prometido a mí misma proteger de cualquier cosa que pudiera causarle daño.

Es decir, después de tan solo haber leído sus cientos de mensajes sin responder por mi parte, me había dado cuenta de lo idiota que me había comportado con ella.

Después de varios altercados en nuestra relación, me había dado cuenta de que yo misma entraba en la lista de personas que la dañaban de alguna u otra forma, y me sentí culpable al ser consciente que también debía protegerla de mí misma.

The Forever IMPERFECTS [#2]Where stories live. Discover now