Capítulo 61. En el anatómico, a solas.

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Vanesa se dirigió a paso decidido a la sala de autopsias. Y justo antes de entrar, se apoyó con una mano en la pared. Le costaba respirar. Se asustó de pensar que estaba teniendo un ataque de ansiedad. Nunca antes le había pasado algo igual. Estuvo unos segundos en esa posición, hasta que comenzó a respirar con cierta normalidad, entonces alguien la llamó por detrás.

-¿Vanesa?- preguntó Olivia nerviosa, mientras andaba por el pasillo con las manos metidas en los bolsillos de su pijama de trabajo. Ésta se asustó de ver de lejos en esas condiciones a la inspectora.-¿Estás bien?

Vanesa creía que la forense estaría en la sala, en su lugar de trabajo, escuchando música clásica mientras trabajaba en un cuerpo inerte sobre una de sus camillas. Así que se llevó una sorpresa cuando la escuchó llamarla por su nombre, haciéndola incorporarse repentinamente.

-Hola, Olivia. ¿Qué tal?- contestó Vanesa intentando que la forense no notara nada raro en ella. Pero Olivia se dio cuenta hasta de lejos que a la inspectora le pasaba algo, además García ya la había avisado con anterioridad de que su amiga y compañera no estaba en su mejor momento.

Cuando Olivia ya se encontraba al lado de Vanesa, la observó bien de cerca de arriba a abajo, y se percató de cómo la mujer llevaba la mano golpeada. Agradecía que García la hubiera puesto sobre aviso de que Vanesa estaba desaparecida. Joder, ¿A qué le habría dado un puñetazo para llevar los nudillos así?

-Por favor, Vanesa, ven conmigo - le dijo la forense a la inspectora, dejándola pasar primero a ella a la sala de autopsias.

Vanesa entró sin dudarlo. Quería y necesitaba estar a solas con Olivia. El mero hecho de estar con ella a solas, podía hacerla recuperar en parte su estado de ánimo anterior. En ese momento sabía que no le faltaba nada para desmoronarse y echarse a llorar. Pero ella haría todo lo posible porque Olivia no la viera así.

Nada más entraron las dos, Olivia se acercó a Vanesa y de forma sorpresiva, le cogió de la muñeca suavemente para mirarle más detenidamente la mano.

A Vanesa la tomó desprevenida. El sentir lo dedos suaves y cálidos de la forense acariciando su muñeca, la hicieron recobrar el ánimo vigorosa y repentinamente. Pero cuando notó los ojos cristalinos de Olivia buscar los suyos de forma impasible, volvió de nuevo a sentirse insignificante. Esa dulce y preciosa mirada tenía un poder sobre ella que le daba hasta miedo a la inspectora, porque a veces la relajaba de una manera sutil, y otras la asustaba cuando se tornaba una mirada casi transparente. Y justo ese era uno de esos momentos. Los ojos de Olivia se tornaron de un color casi inexistente.

Olivia observó detenidamente la bonita mano de Vanesa, pero se le veía golpeada y algo hinchada.

-Vanesa, ¿Te pusiste hielo en los nudillos? Hay que bajar esta hinchazón - la forense le aplicó hielo en la zona dañada. Estuvo así algún minuto que otro, esperando pacientemente, mientras seguía sosteniéndole la mano a la inspectora. No quería soltarla. Sabía que Vanesa estaba mal, y no la dejaría sola en esos momentos para ella tan pésimos. Algo había ido mal, seguramente algo relacionado con el caso. Y ella esperaría a que Vanesa le contara. Tendría toda la paciencia del mundo.

Las dos mujeres estaban una pegada a la otra, y de vez en cuando Olivia miraba fijamente a la mujer que tenía enfrente. Aún bajo mínimos, lucía espectacular. Cada día que pasaba le gustaba más. Se moría de ganas de besarla, de abrazarla, de sentirla. Pero después de lo que pasó con lo de Sara, tenía miedo de intentar algo con ella, y ésta terminara marchándose.

Vanesa, a pesar de sentir el hielo en sus dedos, pudo sentir también el calor que emanaba de los dedos de la forense. Y era una sensación de contraste espectacular. Sólo le faltaba que la forense la abrazara, porque en ese momento era lo que más deseaba ella. Lo necesitaba además de desearlo. Sólo Olivia le podía dar la fuerza necesaria para poder seguir adelante con el caso. Se sentía culpable por la muerte de Isabel y le iba a costar darse cuenta que en realidad ella no pudo hacer nada por evitarlo.

Olivia estaba observando detenidamente a Vanesa, cuando la mirada de ésta se cruzó con la de la forense, y la inspectora se estremeció. Olivia ya no aguantó más y terminó por acercarse más a la otra mujer.

-Vanesa...¿Puedo abrazarte?- Le preguntó Olivia sin más preámbulos.

Vanesa se quedó estática en el sitio. Sí, claro que podía.

-Sí...Quiero que me abraces, Olivia...Lo necesito -Vanesa ya no pudo mentirle, ni mentirse a sí misma.

Fue oír esas palabras y la forense la abrazó con sumo cuidado. Sólo quería reconfortarla de alguna manera. Quería darle el valor y la fuerza que ella necesitaba en ese instante. Quería también que la inspectora se apoyara y contara con ella. Porque aunque la conocía de hacía poco y solo se habían acostado una vez, le iba a hacer ver que iba a estar para ella siempre que la necesitara. Esa mujer ya tenía su corazón entero, y no la iba a dejar sola cuando Vanesa lo viera todo oscuro.

Las dos mujeres juntaron sus cuerpos. Sintiéndose uno al otro. Y Vanesa, en unos minutos así, consiguió reconfortarse rápidamente.

-Gracias Olivia...Ahora mismo es lo que necesito, que me abraces.

-No te voy a soltar, Vanesa. De eso puedes estar segura.

Vanesa se separó un poco de Olivia y comenzó a hablar y a sacar lo que llevaba dentro y que la estaba perturbando desde hacía horas atrás.

-Me siento culpable por lo de la chica...Si hubiéramos cogido a Álvaro ya, ésto no hubiera sucedido. Y el ver al padre de la chica, sólo en su casa cuando le di la noticia, me partió el alma -dijo Vanesa llorando. Las lágrimas caían sin piedad por sus mejillas, mientras Olivia se dispuso a pasar sus dedos por éstas. La inspectora prefirió no decirle que el padre de la joven la había culpado de lo sucedido.

-Eh...Cariño...Tú no tienes la culpa de nada. Tú eres buenísima en tu trabajo y estas cosas pasan. Entiendo que puedas sentirte responsable, pero te aseguro que no lo eres Vanesa, estás haciendo todo lo que está en tus manos y mucho más. Y lo sabes. Sabes que vives por y para tu trabajo. Así que por favor, piensa bien las cosas -mientras la forense se dirigía a Vanesa, tenía unas ganas inmensas de besarle los labios mojados por las lágrimas. Quería secarlos con sus propios labios, pero sabía que no era ni el momento ni el lugar. Por lo que volvió a abrazar a la mujer. Quería darle seguridad y afecto. Vanesa no se inmutó, y se dejó hacer por la forense.

Estuvieron así unos minutos más, hasta que por fin Vanesa dejó de llorar.

-Vanesa, sabes que puedes contar con Marco y conmigo. Mira, ahora cuando termine de curarte la mano, regresa al trabajo, con Marco. Y luego esta noche te espero en mi casa. Me gustaría que cenaramos juntas. Hoy no vas a estar sola. ¿Te parece bien?

Vanesa estaba sorprendida. Claro que quería cenar con esa mujer tan increíble. Deseaba estar con ella y pasar la noche juntas. Sólo con abrazarse a ella podría dejar sus preocupaciones a un lado.

-Gracias Olivia.

-¿Eso es un sí?-Le preguntó la forense con una sonrisa pícara.

-Sí, eso es un sí.

Olivia se dispuso a curarle la mano, pero antes se animó a besarla en los labios suavemente. El cuerpo de Vanesa se quedó impávido. Cómo un beso de la mujer a la que amaba podía tranquilizarla en un segundo. Esa mujer hacía magia con ella. Tal y cómo había llegado al anatómico en una situación deplorable, iba a conseguir marcharse muchísimo mejor de cómo había llegado. Increíble. Vanesa tenía muy claro que quería a Olivia en su vida, pero no como su amiga, sino como su novia.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora