Capítulo 45. Entrando en calor.

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Mientras Vanesa abrazaba a Olivia, ésta rozó con la punta de su nariz la nariz de la inspectora. No podían dejar de mirarse con un deseo que las estaba atormentando a ambas. Para Olivia, que Vanesa la abrazara casi desnuda, era la mejor sensación que había experimentado en la vida. Cuando notó los pechos de la mujer contra su propio busto, pensó que no era real lo que estaba viviendo con la inspectora. Además los pechos de Vanesa le habían gustado mucho. Tenían un tamaño perfecto para ella, mientras que los suyos eran algo más grandes de tamaño, pero también estaban bien puestos, en su opinión.

Vanesa quería besar con pasión a Olivia, por lo que no aguantó más y comenzó a rozar sus labios de nuevo con los de la pelirroja, hasta que ésta pasó su lengua por los febriles labios de Vanesa. Y ésta no podía estar ya más excitada. Era la primera vez después de un año que sentía deseo, pasión y amor a la vez por la otra persona con la que iba a intimar. Y eso le hizo perder la razón.

-Olivia, necesito desnudarte...- le dijo Vanesa a la forense, jadeando.

-Hazlo, Vanesa - le contestó Olivia. Pero después de haber visto a Vanesa sin ropa, le dio algo de vergüenza mostrarse desnuda ante la inspectora, puesto que su físico no tenía nada que ver con el de Vanesa. Ella hacía mucho tiempo que no pisaba el gimnasio y aunque para no hacer apenas ejercicio, no estaba nada mal, igualmente se sintió en inferioridad con Vanesa. Lo que ella no sabía que a la inspectora poco le importaba un físico, si ese físico era de una mujer tan espectacular como le resultaba Olivia, porque sí, a Vanesa Olivia le parecía una mujer preciosa y demasiado interesante para su gusto.

Vanesa llevó sus inquietos y largos dedos al suéter de la forense. Primero los metió por debajo de éste y comenzó a acariciarle la espalda mientras la apretaba todavía más contra ella. Necesitaba sentirla, y más cuando consiguiera desnudarla. Entonces sí haría porque su cuerpo se uniera con el de la forense como si sólo fuera uno.

Sólo dejaron de besarse cuando la inspectora le sacó el suéter a Olivia, y quedó maravillada cuando los exultantes pechos de ésta, sujetos por un brasier de encaje, se mostraban generosos ante la lasciva mirada de Vanesa. Ésta se mordió el labio con cierta intensidad, y esa reacción le encantó a Olivia porque eso le dio a entender que le había gustado, y mucho, lo que estaba observando.

Vanesa estaba más que encantada con lo que sus ojos estaban viendo. El cuerpo de Olivia, aunque esta pensara lo contrario, la tenía completamente ensimismada. Sólo deseaba hacerlo suyo.

Las manos de Vanesa fueron directamente a los jeans de Olivia. Le tocó las nalgas y las apretó. Luego jugó con el botón de los jeans, rozando con sus nudillos el abdomen y el ombligo de la forense. Y ésta se estremeció por dicho contacto. No podía creerse que los dedos de la inspectora fueran los que la estaban tocando, y de paso haciendo que viera las mismísimas estrellas.

Vanesa se dispuso a dejar a la forense en bragas, por lo que le desabrochó el botón y fue bajándole poco a poco los pantalones, cayendo éstos al suelo. Y todo manteniendo los ojos bien abiertos. La inspectora no quería perderse ningún detalle del cuerpazo que tenía entre sus brazos y ante ella.

Las manos experimentadas de la inspectora fueron a parar por último al brasier de Olivia. No veía el momento de juntar los pechos de una con los de la otra, sin telas de por medio. Esa sensación sí que le resultaría espectacular. Vanesa no dejaba de besar a Olivia, mientras ésta buscaba con su lengua la de la inspectora. Como quería profundizar el beso que se estaban dando, Vanesa llevó una mano al sedoso y espeso cabello de la forense y la otra la llevó a la espalda de la pelirroja. No quería separarse de ella. Todo lo contrario.

Las dos mujeres estaban disfrutando una de la otra, hasta el punto de necesitar hacerse una sola. Tenían toda la noche y ambas la querían aprovechar, juntas.

Las manos de Olivia tampoco se estuvieron quietas. Nunca había estado con una mujer con el físico de Vanesa, así que debía aprovechar el momento de tener ese cuerpazo sólo para ella.

Vanesa ya no aguantó más y cogió a la forense de los muslos, poniendo ésta las piernas alrededor de la cintura de la policía, y sus brazos envolviendo el cuello de la morena.

-Olivia...¿Dónde tienes tú habitación?-Le preguntó la inspectora jadeando.

-Sal al pasillo, la primera habitación a la derecha- le contestó Olivia, puesto que aún no habían salido del baño. Estaba muy sorprendida de lo fuerte que era Vanesa, y ya se estaba imaginando lo buena que debía ser ésta en la cama. Seguro que con todas las amantes que debía de tener, era una mujer a la que le sobraba experiencia, y el pensar en eso la hizo sonreír como una tonta. Vanesa no se dio cuenta de que Olivia sonreía, porque estaba totalmente concentrada en llevar a la mujer a su habitación y hacerle el amor en su cama.

Vanesa atinó a la primera con las indicaciones de Olivia. Nada más entró en la habitación, buscó la cama y recostó con cuidado a la pelirroja. Ésta estaba deseosa de que la inspectora hiciera con ella lo que quisiera. Pero tenía claro que no sólo actuaría la inspectora.

Cuando Olivia estaba recostada sobre la cama, Vanesa se colocó encima de ella. Comenzó a besarla suavemente, por el cuello, mientras su mano algo temblorosa se metía por el interior de los muslos de la forense. Ésta arqueó la espalda al sentir el peligro que debían de tener los dedos de la otra mujer, acercándose como se estaban acercando a su ya empapada entrepierna.

Vanesa no aguantó más y acarició con la punta de sus dedos las bragas de Olivia. Ésta comenzó a gemir, suavemente, y Vanesa no se quedó atrás al sentir sus dedos mojarse. Además también la excitó muchísimo el escuchar los gemidos de Olivia y el saber lo que estaba provocando en la forense, porque no creía que ésta pudiera estar tan mojada, de hecho no recordaba haber tocado en mucho tiempo unas bragas así.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora