Capítulo 20. Estancados en la investigación.

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García y Vanesa se pasaron por las tres tiendas. En las dos primeras no vendían esa clase de collar. Estaban a punto de perder las esperanzas, y se veían ampliando el ratio de búsqueda por tiendas próximas a esa zona, lo cual implicaría perder un tiempo muy valioso y del que apenas disponían. Pero finalmente tuvieron suerte en la tercera y última tienda de la zona.

Cuando el dependiente les dijo que sí habían vendido ese tipo de collar en concreto, pero hacía ya un par de años, los dos policías se alegraron. Pero esa alegría les duró poco. Vanesa le preguntó al joven si guardaban los nombres de los clientes que lo habían comprado, y los dos se decepcionaron cuando el dependiente les dijo que no.

En su afán por encontrar algo relacionado con el collar, Vanesa le pidió al joven hablar con el encargado de la tienda, y éste corroboró a los policías lo que el dependiente les había dicho. Así que los dos policías estaban como antes. No podían sacar nada en claro con la pista del collar. Y eso los decepcionó a los dos. Vanesa siempre esperaba que todas las pruebas que tenían sobre el caso, les llevaran a un resultado claro y conciso con la suma de todas las pistas obtenidas. Simplemente era colocar las piezas del puzzle y que éstas encajaran. Aún con todo Vanesa le preguntó al encargado si sabía si ese collar se vendía en más tiendas. Quería agotar todas las posibilidades que tenía de encontrar un listado con el nombre de los compradores. El encargado le dijo que no tenía ni idea de en cuántas tiendas se había vendido, pero era verdad que era un collar poco común y no tuvo mucha salida cuando se vendió hace ya un par de años más o menos, por lo que él creía que no se habría distribuido por muchas tiendas.

García y Vanesa salieron de la tienda apesadumbrados. No les quedaba otra que seguir hacia adelante con lo que tenían.

-Joder, ¿Por qué no guardan los nombres de los clientes?- Preguntó Vanesa a su compañero algo irritada.

-Vanesa, si lo piensas bien, esta tienda no tendrá ni los papeles en regla. Si hiciéramos una inspección seguramente acabaríamos cerrándola. Así que, no me sorprende que no la tuvieran, sinceramente. Esa tienda tiene poco de legal.

-Tienes razón, pero ya no podemos contar con esta prueba. Nos queda descubrir dónde se usan las bridas de plástico, si es que lo descubrimos, porque me da a mí que no vamos a encontrar nada esclarecedor.

-Sí porque lo del polen, hasta que no tengamos un sospechoso, no podremos ver si tiene olivos en su jardín. Y no sabemos lo que se va a demorar el encontrar a un sospechoso.

-Joder, parece que damos palos de ciego. Qué poco me gusta sentirme tan perdida.

-No desesperes compañera que vamos a coger al cabrón y los vamos a meter entre rejas. Eso no lo dudes.

-Ese no es el problema, García. Sé que va a ser así. Pero quiero meterlo cuanto antes. Puede volver a matar. Si él ha sentido una gratificación psicológica al haber cometido el crimen, lo puede volver a hacer.

-Lo sé, Vanesa. Pero los asesinos en serie suelen ser selectivos con sus víctimas, además de acecharlas, dejándose llevar por su compulsión sexual. Tendrá que tener un modus operandi. Y con ésto te quiero decir que si es la primera vez que lo hace, le va a llevar tiempo volver a hacerlo. Imagino que pensará todo muy bien para evitar que lo pillemos. No sé si me entiendes.

-A eso voy, que hay que cogerlo antes de que se sienta cómodo y vuelva a matar. Además de que la prensa no va a parar de molestarte.

-Sí, en eso tienes razón. En buena hora asumí la responsabilidad de hablar con ellos. Tienes razón, son unos buitres y dan la información como ellos quieren. Pero ésto no es nuevo para mí.

-Lo siento por ti, García. Pero yo paso. No te puedo ayudar con eso.

-Lo sé, y no te lo pediría. Tranquila. A estas alturas te conozco muy bien y por muy criminóloga que seas sé que ésto sacaría tu mala leche y acabarías desestabilizada.

-No te pases García. No es para tanto, hombre. Si no me quedase otra, lo asumiría, pero estando tú, lo siento.

García y la inspectora se subieron al coche y se dirigieron directamente a comisaría. Tenían que compartir con el equipo toda la información que habían recabado, aunque fuera poca.

Vanesa tenía pensado salir pronto del trabajo. Quería arreglarse para salir a cenar con Marta. La situación lo requería. Aunque a decir verdad, sólo pretendía cenar con la chica y tal vez acostarse con ella. Ya iría viendo cómo iban las cosas. Pero también deseaba pasarse por el Dubliners. Inconscientemente quería ver a Olivia. A ella también le apetecía ver a la forense fuera del trabajo. Tendría que invitar a Marta después de cenar, a tomar alguna copa.

Estando en comisaría, con todo el equipo, recibió un mensaje de Marta para ver cómo iban a quedar para la noche. Vanesa le ofreció pasar a recogerla por su casa y a la chica le pareció buena idea.

A Vanesa la tarde se le hizo pesada en el trabajo. La investigación avanzó más bien poco, por no decir nada. Se encontraban en un punto de la investigación estancados. Ya estaba asqueada con el asunto, cuando a las cinco en punto decidió irse de comisaría. Había quedado con Marta en que la recogería a las siete y media. Antes de salir se despidió de su compañero.

-García, venga, vete para tu casa. Yo me voy ya.

-Tranquila, Vanesa. Quedé con Rosa en pasar por casa para darme una ducha. Iremos a cenar por ahí y luego al Dubliners con Olivia y Fabiana. Así que aún puedo quedarme un poco más aquí.

-García, no vas a sacar nada en claro lo que te queda de tarde. Yo si fuera tú me iba ya para casa. Además tendrás ganas de ver a tus hijos.

-En eso sí tienes razón. Ahora me iré entonces. Por cierto, ¿Te pasarás luego por el pub?

Vanesa esperaba que García le hiciera esa pregunta, porque así podría preguntarle a su compañero a qué hora habían quedado sin que se notara que ella quería ir.

-Lo intentaré. ¿A qué hora habéis quedado?

-A partir de las diez. Nosotros cenaremos e iremos para allí. Venga, anímate. Nos vendrá bien tomar algo.

-Sí pero no tengo ninguna gana de hablar de trabajo. Te aviso. Bueno, luego te escribo. Y si no nos vemos, pásalo bien.-Vanesa sabía que haría todo lo posible por pasarse.

-Eso haré. Pero cuento contigo, anda.

La inspectora estaba pensando en pasarse por alguna floristería y llevarle una rosa a Marta, pero luego lo pensó mejor y se dio cuenta que estaba fuera de lugar. No quería que la chica se pensara algo que no era. Ella sólo quería pasar el rato con Marta. Disfrutar del momento y luego pasar página. Como siempre hacía. Pero tenía claro que cada vez le apetecía ver más a Olivia. A la forense no le importaría llevarle una rosa, pero tampoco era cuestión de hacer eso, porque, ¿a santo de qué le regalaba una flor?

Vanesa ya tenía decidido que intentaría llevar a Marta al Dubliners porque su intención era ir con ella como amigas. No quería que Olivia pensara que eran pareja, así que tendría que mantener algo de distancia con la joven si no quería meter la pata con la forense. Vanesa no se podría imaginar que finalmente sí terminaría cagándola con Olivia. Muchas veces las cosas no salían como uno quería. Y una de esas veces sería esa noche para la inspectora.

Malasaña I. (5° Historia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora