Dejo caer la carta en la cama y saco el vestido envuelto, se despliega un vestido rojo largo hecho de lentejuelas rojos con un escote en v, me quedo boquiabierta y rápidamente me quito toda la ropa para probarme el vestido que ya estaba perfumado con un aroma que no conocía. Subo el cierre y me acerco al espejo, parecía otra persona completamente diferente, mi cintura se veía más pequeña con el corsé que había por debajo de las brillantes lentejuelas, di una vuelta y todo mi cuerpo brillaba con la lámpara que me apuntaba directamente, me solté el pelo, que resbaló por mis hombros y espalda desnuda. Me sentía incapaz de salir a la calle de esta manera, me veía tan bien...no estaba acostumbrada a verme con unas curvas tan pronunciadas, plancho el vestido con mis manos una y otra vez, re acomodándome las gafas otras mil veces, estaba paralizada frente al espejo imaginándome la cita con la persona misteriosa que ya sabía quién era, con quien pasaría mucho tiempo de mi vida junto a ella; mi querida Nora.

Había transcurrido toda la tarde soñando sobre sus labios, imaginando sus pestañas acariciar mi piel desnuda, descubrir un mundo diferente al que yo conocía, con ella, señalar la Torre Eiffel escuchando su risa, poder tomar un café con el azúcar de sus besos.

Opté por ondularme un poco el pelo, aunque no duraría demasiado ya que no me había puesto laca, traté de maquillarme lo mejor posible, cogí algún que otro producto de mi madre, que ella si sabía maquillarse, se veía como Diosa del Olimpo arreglada siempre que salía a alguna fiesta, porque ahora se pasa acostada días enteros en su cama con todas las luces apagadas, ella y un vaso lleno.

Al salir de mi habitación, encontré a mi hermano durmiendo en el sofá, por lo que me quité los tacones y salí con todo entre las manos, el abrigo, la cartera y los tacones con las llaves entre dientes, ya en el rellano me acomodé el abrigo y tacones, bajé por el ascensor, levantando discretamente un poco el vestido para que no arrastrara toda la mugre que siempre había por la calle. Cerré mi abrigo pelo y cuando salgo me encuentro con una limusina pequeña negra enfrente de la puerta a mi portal, paso de largo, pero enseguida el chofer pita.

- ¿Es usted Alicia? -se acomoda el sombrero.

- Sí. -respondo frunciendo el ceño.

-Estoy aquí para recogerla. -sale del coche y da la vuelta para abrirme la puerta con una sonrisa, entro con dificultad, tratando de cuidar el vestido lo más posible; el chófer regresa al puesto piloto y arranca.

- ¿Quién te contrató? -pregunto sonriendo con el corazón a mil, llegaríamos en un pis pas al Retiro.

- Me pidió que no le dijera nada de nada, cuando llegué podrás ver quien es. -mira por el retrovisor, siempre con una sonrisa. Me recuesto extrañada sobre el asiento y me abrocho el cinturón, había pensado en todo, sabría la vergüenza que habría pasado entrando al metro en semejante vestido, tan formal para sentarme en un vagón junto a borrachos malolientes.

Solo espero llegar al lugar y encontrar a Nora en otro vestido tan bonito como el mío, quizás con una caja de bombones y poder estrecharla con mis brazos.

Constantemente estaba revisando la hora, acomodando mi pelo, las gafas, jugando con mis manos hasta que por fin llegamos a la calle de Alcalá, poco a poco empezó a frenar el coche hasta que veo un vestido de lentejuelas azul, solo la cola arrastrada por el suelo.

-Gracias. -me despido del conductor y al salir veo su melena pelirroja volando sobre su espalda desnuda, se gira y sonríe de oreja a oreja, la limusina se va y Nora se gira, coge el vestido con su mano y se acerca a mí, quedando a escasos centímetros.

-Estás preciosa. -moja sus labios y me besa, rodeando mi cintura con su mano, apretando un poco.

-No me esperaba nada de esto, el vestido, la limusina... -entrelazo mi mano con la suya, sabía que estaba igual de nerviosa a mí, hablo sonriendo, al igual que ella.

She.Where stories live. Discover now