𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 | ❝ Intentare que el arcoíris vuelva
a estar presente en tu cielo ❞
En donde un trueno se hace presente en el cielo soleado de Noah Mckinnon dándole inicio a una horrible tormenta y llega Sirius Black a inten...
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EL CHICO MCKINNON no era capaz de ver absolutamente nada debido a la venda que tenía atada en los ojos, agradecía de que Sirius lo iba guiando así no se tropezaba, sin embargo, llevaban caminando unos diez minutos y al parecer todavía no llegaban a su destino, Noah ya estaba comenzando a estresarse.
—¿A donde se supone que vamos?—pregunto el tejón con frustración.
Sirius soltó una pequeña risita: —Ya casi llegamos.
Noah hizo una leve mueca pero decidió hacerle caso al chico Black y siguió caminando, al cabo de unos dos minutos Sirius se detuvo por lo que el chico Mckinnon también lo hizo, sintió como el merodeador se puso detrás de el y comenzó a quitarle la venda.
Al abrir los ojos pudo visualizar que se encontraban en medio del bosque prohibido, frente a el estaba una manta roja con amarillo extendida en el pasto y encima de esta había una cesta de la cual pudo suponer rápidamente que contenía comida, era un picnic.
—¿Esto es para mi?—pregunto Noah con el ceño levemente fruncido.
—Si—murmuró el azabache mientras abrazaba al chico Mckinnon por la espalda y dejaba un tierno beso en su mejilla para después recargar su barbilla en el hombro de este—Llevamos casi dos semanas saliendo y me di cuenta que todavía no hemos tenido una cita, bueno, si hemos salido juntos pero siempre nos han acompañado los demás—soltó una pequeña risita—Yo me refiero a cita solo nosotros dos, ya sabes, como pareja.
—Wow—exclamo el chico Mckinnon con un poco de sorpresa mientras el y su novio tomaban asiento sobre la manta—Confieso que nunca he vivido la experiencia de comer en un picnic.
—Pues ya ha llegado el momento—dijo Sirius con una amplia sonrisa mientras sacaba una rebanada de pastel de tres leches de la cesta—Se que es tu favorito así que lo traje.
La sonrisa de Noah se amplio mientras tomaba la rebanada de pastel que le ofrecía el merodeador, para después inclinarse un poco y dejar un dulce beso en sus labios, el Sirius lo siguió gustoso.
—Gracias—murmuró Noah en cuanto se separaron del beso.
Sirius sonrió levemente al escuchar aquello: —A ti por darme la oportunidad de hacerte feliz.
