𝐇𝐄𝐀𝐕𝐄𝐍 | ❝ Intentare que el arcoíris vuelva
a estar presente en tu cielo ❞
En donde un trueno se hace presente en el cielo soleado de Noah Mckinnon dándole inicio a una horrible tormenta y llega Sirius Black a inten...
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EL LUGAR SE ENCONTRABA en absoluto silencio, luego de que la profesora McGonagall se llevará a Noah Mckinnon y Zayn Smith a su despacho les dio una larga conversación, a Zayn por faltarle el respeto de esa manera a una persona fallecida y al rubio por reaccionar de una manera tan violenta.
Después de aquello les asigno un castigo a ambos, el chico Smith se encargaría de limpiar los calderos de los alumnos de quinto curso durante dos meses, mientras que Noah ordenaría los libros de la biblioteca y limpiaría los trofeos e insignias, esto durante tres semanas.
Pudo haberlos sacado del equipo de Quidditch, sin embargo, decidió no hacerlo ya que sabía que el próximo partido era ese fin de semana y era demasiado importante para Noah el ganarlo, ya que de esa manera pasarían a las semifinales.
Ahora mismo el tejón se encontraba en la biblioteca ordenando los libros de la estantería de pociones y encantamientos, cuando de pronto sintió una presencia junto a el que lo hizo girarse, encontrándose con Sirius.
—¿No deberías de estar en la cena?—le pregunto el rubio mientras volvía a retomar su tarea.
—Me entere de tu castigo—dijo Sirius a la vez de que metía sus manos en los bolsillos de su chaqueta muggle.
—Si, medio colegio se entero, otra vez—Noah lo miro con seriedad—¿Vienes a confirmar de que era cierto?
El chico Black lo miro con una ceja alzada: —¿Por que siempre piensas de que te busco para asegurarme de que los rumores son verdaderos?
—¿Y que no es cierto?
—No—murmuró Sirius acercándose lentamente hacia Noah, provocando que sus rostros quedarán a pocos centímetros de distancia—La otra vez no te fui a buscar para confirmar el rumor de tu insignia, realmente estaba preocupado por como te encontrabas.
—Pues no lo estés, no somos nada para que te preocupes por mi.
Aquella palabras provocaron que todo rastro de confianza y seguridad desapareciera del rostro del azabache, para ser reemplazo con confusión y tristeza. El chico Mckinnon lo ignoro y siguió ordenando los libros de encantamientos, sintiendo la mirada de Sirius en todo momento, aunque tampoco se volteo para conectar miradas o pedirle perdón por sus palabras.
