Parte 41

1.5K 142 35
                                    

Capítulo 41

La película había estado bien, aunque Mara ni siquiera le había prestado atención. Lo único que importaba, era lo que estaba pasando en ese mismo instante. La tenía entre sus brazos y le brindaba una serie de besos en la cabeza, igual que una leona con su cría. Era una suerte que fuera más alta que Alani. Su boca quedaba en el lugar indicado.

Algunas personas pasaban corriendo por el sendero mientras se ejercitaban. Varios les dedicaban una mirada curiosa y seguían su camino. Mara no entendía por qué llamaban tanto la atención. ¿Era por ser chicas? ¿Tan extraño era el amor entre mujeres?

Los brazos de Alani rodeaban su espalda y descansaba su mejilla sobre su hombro. La chica parecía estar adormilada. No había dicho nada durante los últimos minutos. Eso estaba bien para Mara. El ruido de sus respiraciones era lo único que necesitaba para serenarse.

El reloj de Mara lanzó un pitido, señal de que había transcurrido otra hora. Alani se separó y le dio un beso de pico en los labios.

—Ese ha sido el abrazo más largo que alguien me haya dado.

Mara no respondió al comentario. Se pasó el cabello rubio detrás de las orejas y sujetó cariñosamente las manos de Alani.

—¿Y qué quieres hacer ahora?

—Uhm. Se me ocurre que podríamos dar un paseo, nada más. Hace años que no tengo una cita. Ya olvidé cómo divertirme. Te diría que fuéramos a una tienda de ropa, pero no sabría qué ponerme y tampoco tengo dinero para comprar. Hagamos lo que tú quieras.

En un arrebato de pasión, Mara la atrajo hacia ella y le plantó un beso en los labios.

—Esto era lo que quería hacer.

—Mírate —rió Alani después de que sus bocas chasquearon al despegarse—. Hasta ayer pensaba que no tendríamos oportunidad de estar juntas.

—Es que suelo analizar de más las cosas. No me gusta cometer errores, y menos cuando se trata de personas. Estoy a gusto con esto.

—Entonces ¿me vas a hacer la pregunta?

—¿Qué pregunta?

—Ya sabes de qué hablo —Alani sonrió y le dio la espalda. Mara la abrazó desde atrás y apoyó el mentón sobre su hombro.

—Ah, la pregunta. Uhm ¿quieres... ser mi novia? Ugh. Se oyó un poco cliché. Déjame repetirla... es más. Imagina que no te lo pedí y dame tiempo de pensar en una manera original de hacerlo.

—Ya, Mara —rió Alani—. No me van las cosas cursis cómo las tarjetas de amor o las cajitas decoradas. Tampoco me lo tienes que pedir con palabras. Sólo haz que lo sienta.

—Si fuera chico, estarías sintiendo mi erección sobre tu trasero.

—Tonta.

—Ya, me pongo seria —rodeó su vientre con más fuerza y le dio una serie de besos en el cuello.

Permanecieron así otro rato, completamente en silencio y meciéndose con suavidad, igual que una hoja seca a punto de caer por la brisa.

Alani respiró lentamente. Pocas veces en su vida había sentido tanta paz como ahora. Era libre de hacer lo que quisiera, libre de amar a quien quisiera y, por un momento, sufrió culpa al pensar que no merecía ser feliz. Imaginó a sus padres observándola, juzgándola y diciéndole que era una puta enferma y que mejor se buscara un marido y no una novia.

Traumas. Restos de los años que había sufrido en esa casa. Hubiese deseado recibir más golpes en vez de palabras. Los golpes sanaban, pero las palabras se habían quedado bien grabadas en su ser. Deshacerse de ellas no sería tarea fácil.

[Terminado] Enamorada de la Nerd  [Historia Lésbica]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora