XVII - Tiempo fuera

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¿Qué podía hacer?

Minho tenía ambas manos en su cabeza como si aquello le fuese a ayudar a pensar mejor.

— Tenemos clientes, Lee. — Dijo la voz femenina tras él.

Ah, era cierto que estaba trabajando. Estaba condenado a hacer el doble de tareas porque Changbin había renunciado, según su jefa, por nuevas ofertas de empleo. Maldijo al tatuado por haberlo abandonado precisamente ese día.

Su mente no hacía más que dar vueltas sobre el mismo círculo. Estaba decepcionado, pero no era más que una decepción hacia sí mismo. Le urgía hablar con Jisung aún si aquello significaba un rotundo fracaso, y seguía sin comprender por qué estaba comenzando a aferrarse a la posibilidad del éxito. Todavía no tenía ni la menor idea de qué decir frente a él. Ninguna de sus excusas o explicaciones iba a ser válida.

Fue un completo imbécil, y lo tenía bastante claro.

Más imbécil se sentía por tener celos del sujeto al que Jisung ayer abrazaba con tanta comodidad. El menor no era de su propiedad, pero el intrusivo pensamiento de que lo estaba perdiendo no salía de su cabeza desde entonces. Era como si dos Minhos totalmente opuestos liderasen una batalla a muerte donde todas sus emociones se mezclaban. Era el desinterés contra su enamoramiento, la lógica contra sus celos y el pasado contra el presente.

Con suma pereza fue a atender a los clientes recién llegados rogando que por favor no entrasen más personas por la puerta del local. Estaba muy ido en sus pensamientos como para trabajar debidamente.

— Te noto algo decaído Lee. ¿Ocurre algo? — Preguntó su jefa cuando observó al barista preparar las órdenes con un semblante deprimente. Minho sacudió la cabeza en señal se negación.

— No es nada. Siento estarla preocupando. — Se disculpó sin inmutarse ni un poco, como si su respuesta hubiese estado programada.

La mujer ladeó la cabeza con cierta preocupación. Lanzó el trapo que había estado usando para limpiar y frenó a Lee en su labor abruptamente.

— Deja las cosas así. Ve a descansar un poco. No estás bien. — Ordenó estrictamente sin darle la chance a su trabajador de negarse.

Minho resolló al ver que su jefa tomaba el control de las tareas para dejarlo a él libre. En parte se sintió agradecido, pero al mismo tiempo se creyó un inútil por no poder llevar las cosas correctamente en el trabajo. ¿Y qué era ese dolor de estómago? Seguramente la ansiedad lo estaba consumiendo sin que se diera cuenta.

Se escabulló para salir a tomar algo de aire. Intentó respirar de forma lenta y aún así podía percibirse algo desesperado. Su cuerpo quería moverse y tomar control, no obstante su mente le buscaba un propósito a esos estímulos sin hallar alguna respuesta. No entendía qué le pasaba.

Fuera a donde fuera la sensación lo perseguiría, así que no tenía sentido quedarse allí fuera. Lo mejor era seguir trabajando para mantenerse ocupado y distraído.

Volvió adentro dispuesto a seguir, pero para entonces ya no había ni un cliente. Minho liberó un suspiro audible que llamó la atención de su jefa.

— ¿Te sientes mejor? — Preguntó la mujer apoyada sobre la barra mientras bebía un frappé.

— No mucho. — Se sinceró luego de haber mentido la primera vez.

— Lamento abrumarte con tanto trabajo. Buscaré a otro barista lo antes posible. — Dijo sorbiendo con la pajilla entre sus dedos.

— No se preocupe, puedo trabajar bien sin un compañero. Es sólo que me vi algo abrumado hoy. — Explicó mientras iba a tomar su lugar tras la barra.

Please!! Remember me || Minsung (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora