CAPÍTULO 30: ¿CÓMO ES QUE ÚLTIMAMENTE NO HAS ESTADO PIDIENDO JUGAR DÚO?

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Jian Rong sabía que Lu Boyuan fumaba. Antes, durante esa ocasión cuando estaba "escuchando a escondidas", regresó con un cenicero en la mano.

Con el cigarrillo en sus labios, Lu Boyuan perdió el aura de gentileza que solía emitir y, pareció como si su figura se fusionara por completo con la invernal noche de Shanghái.

Cuando el joven se acercó, escuchó la voz de XIU preguntar:— ¿Lo llamaste?

El capitán emitió un leve sonido afirmativo y dejó caer el cigarro sobre la servilleta de la mesa. Luego, movió la silla de su lado y le hizo un gesto para que se sentara. Por su parte, Jian Rong continuó en silencio y se dejó caer.

— Tsk, qué desperdicio...—se lamentó al ver el cigarrillo apagado.

— Te dije que no fumaría, pero no me hiciste caso.

— ¿Qué tiene de divertido fumar solo?—XIU miró al pequeño y le arrojó una cajetilla.— Soft, tú...

Este lo devolvió rápidamente.— No fumo.

— ...

XIU nunca antes había visto los directos de Jian Rong, pero había oído hablar mucho de él. Unas mismas palabras que siempre lo describían: arrogante, egoísta, mal hablado, condescendiente... También se rumoreaba que no había muchos jugadores profesionales que pudieran escapar de sus burlas, pero XIU no le prestaba atención a las opiniones de los "antis".

Creía que todos los que se adentraron al mundo del Internet, en algún momento de su vida, pisaron el fondo del abismo, incluido él mismo. En su juventud, solía disfrutar de distintos juegos donde también insultaba a otras personas, por lo que, en realidad, podía comprender la personalidad de Soft.

Sin embargo, delante de un completo desconocido, no le resultaba fácil charlar casualmente. Soltando una ligera risa entre dientes, dijo:— ¿Por qué lo llamaste? Respóndeme.

Antes de que pudiera musitar palabra, una chica se acercó a la mesa. Llevaba una bolsa y, después de ver el número impreso sobre la superficie, preguntó:— Hola, lamento molestarles pero, ¿fueron ustedes quienes pidieron el servicio para llevar?

— Sí, gracias.—habló Lu Boyuan.

Cuando la muchacha se fue, Boyuan colocó la bolsa frente a Jian.

— ¿Qué?—preguntó aturdido.

— Comida.—dijo.— ¿No tienes hambre?

¿Cómo...?

Sin pensarlo dos veces, abrió la bolsa. Dentro de ella, había un tazón humeante de fideos con huevas de cangrejo. En el momento en el que olió el aroma del plato, su estómago no pudo evitar rugir. El rostro de XIU se llenó de signos de interrogación.

— Tú... Joder, ¿acaso no estamos en un restaurante de barbacoa? No quieres comer brochetas, ¡¿sino que hiciste que te trajeran un plato de fideos con malditas huevas de cangrejo?!

Lu Boyuan no dijo nada, tan solo lanzó una mirada al dueño del restaurante que estaba no muy lejos. El hombre acababa de recoger un puñado de semillas de sésamo y las roció sobre la comida sin usar guantes.

No era de extrañar que no hubiera tocado ni un plato hasta ahora.

— Entonces, ¿por qué no lo enviaste a la base? Lo hiciste a propósito, ¡¿no es así?!

Jian Rong, quien tenía las mismas preguntas, agudizó el oído.

Lo cierto era que, en un principio, Lu Boyuan lo había tenido en consideración. Aunque, lo que más le preocupaba era que la persona a su lado ignorara por completo su salud y permaneciera saciando el vacío de su estómago con los enfrentamientos de Hezi. Por ello, decidió que era buena idea llamarlo.

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