Capítulo 20: Toma de decisiones

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☠Kozlov Ayami.

El viejo mantuvo su rostro iracundo cuando noqueé de un golpe a la chica y siguió de esa manera luego de que me golpeara en la sien con la culata de la pistola. El golpe fue lo suficientemente fuerte como para que me doliera el ojo y se me nublara la visión por unos segundos.

—¿Por qué lo haces? —preguntó.

—Para poder alegar defensa propia cuando me pregunten por qué noqueé a unos tipos de allá arriba —respondí con simpleza—. Ah, ¿cuál era tu nombre? Conozco tu cargo en el partido político en el que estás... uhm... ¿Koizu Shinichiro?

Gruñó por lo bajo y se peinó repetidas veces hacia atrás, esa respuesta nerviosa y silenciosa era todo lo que necesitaba para confirmar que ese era su nombre. Veía el sudor en su frente arrugada y sus manos temblaban.

—Oye, si estás así por el video que tengo de ti, no te preocupes, no lo compartiré. Deberías agradecerme de alguna forma por guardar este secretito, ¿no crees?

Me miró con ojos entrecerrados; él sabía a lo que me refería. Los sobornos eran su segunda lengua.

—¿Cuánto quieres?

—Una mensualidad de 15.000 yenes. —Era poco comparado a todo el dinero que le podía sacar, pero no quería arriesgarme a que Shinichiro decidiera a toda costa tomar represalias contra mí. Al mismo tiempo que lo ponía en la palma de mi mano con amenazas, también lo estaba volviendo mi enemigo. —Puede ser en efectivo o transferencia, como te sea más cómodo, pero creo que ambos preferiremos el efectivo. Y más te vale no volverte en mi contra, porque a la más mínima sospecha de que estás haciendo algo, voy a publicar esto en todo el maldito internet. No juegues conmigo.

Lo miré con intensidad, sintiendo que mi ojo izquierdo tomaba vida propia y latía a su ritmo. 

Esperé que me mirara con temor, pero no lo hizo, en cambio, entrecerró aún más sus ojos.

—¿Qué harás con la mujer? —preguntó, mirando a la chica que estaba inconsciente en el suelo.

—Ya está noqueada, no nos escuchó hablar sobre la mensualidad.

—Ella sabe que yo tenía droga encima.

—Y seguramente también lo saben un montón de mujeres más allá afuera, ¿no? —pregunté, apuntando hacia la puerta— Tendrás que decir que todo esto era un montaje para ganarte la confianza de este lugar y que te dejaran entrar y blablablá, eres bueno mintiendo, no te hagas el pobrecito ahora.

—¿Sabes la de interrogatorios que me harán por todo esto? —inquirió con voz ahogada. Tenía la cara roja.

—Pues los responderás. Ahora cállate, no quiero oírte llorar —gruñí.

Shinichiro respiró pesado y se removió los cabellos canosos.

—Esta mujer sabe que tienes un video de mí y que solo llamé a la policía porque me amenazaste —dijo desesperado—. Cuando despierte, la policía la va a interrogar, igual que a todos los otros detenidos.

—¿Y eso en qué me afecta? Si no fueras un viejo de mierda al que le gusta aprovecharse de chicas drogadas, esto no estaría pasando. Ya te lo dije, no quiero oírte llorar, cállate de una puta vez.

Nuestro caminoWhere stories live. Discover now