Capítulo 05: Juego de habilidades

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☠ Kozlov Ayami.

Luego de las palabras de Kuroka, Aizawa siguió con su expresión cansada.

Miré el medidor y la pelota que Kuroka acababa de quemar frente a todos nuestros ojos.

¿Se lo cobrarán?

—¿Destruiste el objeto con el que te estaba midiendo? —le preguntó Aizawa.

—Considero muy injusto este modo de medirnos, a no ser que sea una especie de prueba de diagnóstico. Ya que me parece injusto, esta es mi respuesta.

—¿Acaso no sabías sobre los drásticos métodos de la U.A?

—No. Ni siquiera consideraba venir a la U.A hace unos meses atrás. Hice el examen de ingreso solamente porque me dieron una recomendación y porque... me di cuenta de que tengo la capacidad para rescatar y ayudar gente. Quiero hacer uso de eso, quiero que me enseñen a hacer uso de esa capacidad. Yo sé que tengo el potencial para cumplirlo, no necesito que venga otra persona a ponerlo en tela de juicio.

—Tu opinión no basta. Los resultados son los que hablan —espetó Aizawa.

Me crucé de brazos y me detuve a mirarla. Así que obtuvo una recomendación. Tenía sentido, con un quirk tan débil como el suyo veía poco probable que hubiese podido pasar la prueba de admisión a la que nos tuvimos que enfrentar los demás. Además, ella misma lo había dicho, su interés era rescatar y ayudar, no pelear. La recordaba. Era la chica que, a pesar de estar solamente con su uniforme de secundaria, había entrado a un edificio incendiado para rescatar a unos civiles. Había sido una noticia muy sonada no solo por su valentía (o temeridad), sino que también porque la comparaban con su madre ya difunta, que había sido la heroína número dos durante mucho tiempo y que murió asesinada en la línea del deber.

Kuroka y Aizawa mantuvieron miradas. Sospechaba que ella no quería ceder ante el profesor, cosa que me estaba hartando porque lo único que estaba logrando es que la clase fluyera de manera más lenta.

Finalmente pudimos seguir avanzando con las pruebas. Siguieron los abdominales. Aizawa nos puso en parejas en colchonetas posicionadas unas al lado de otras.

A mi izquierda estaba Midoriya con una chica de cabello castaño y cara redonda, y a mi derecha estaba Bakugou con un chico de cabello amarillo. Fui emparejada con señorito Seriedad, él se acostó en la colchoneta y yo me senté sobre sus pies.

—¡Concéntrate más! —me exigió señorito Seriedad cuando, en vez de seguir contando la cantidad de abdominales que hacía, me empecé a reír bajito de Midoriya, que se sonrojaba cada vez que la chica hacía un abdominal y sus rostros se acercaban (escuché que ella se llamaba Uraraka).

—Cállate ya, hombre, eres insoportable. Ibas en 63.

—V-Veintiuno...

El compañero de Bakugou parecía estar en problemas. Volví a reír y señorito Seriedad simplemente empezó a contar por su cuenta los abdominales que iba haciendo.

—Oye, ¿estás teniendo problemas?

El chico tenía la cara roja y estaba sudando. Dejó caer su espalda al suelo y suspiró agotado.

—Solamente un poco... me cuesta un poco...

—Un poco bastante —repuse con una risa—. Lo único que conseguirás de esa forma es machacarte, hombre, lo has estado haciendo mal todo el rato. Siempre que hagas ejercicio debes mantener tu espalda recta, y por nada del mundo te permitas caer sobre ella.

—Te dije que lo estabas haciendo mal, tarado —le gruñó Bakugou, que también estaba sentado en los pies de su compañero de abdominales.

—¡Pero debes decirme lo que estoy haciendo mal, no solamente insultarme! —se quejó el otro— Oye, ¿el sensei te llamó Kozlov hace un rato, no?

Nuestro caminoWhere stories live. Discover now