Capítulo 2. De vuelta en casa

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-¿Puedes creer que han pasado casi ocho años desde que pisamos este pueblo por ultima vez?- Dije, mientras sonreía con tono nostalgico.
Este lugar habia sido lo mas parecido a un hogar que jamás tuve, me sentí mal, en ese momento Ria tomó mi mano y se aferró a mi hombro, sonreí y le dije que estaba bien.
Proseguimos nuestro camino a traves del pueblo, cuando de pronto, una pandilla de 'piratas', el cual era un gran grupo que ahora contolaba a todo el continente con miedo, comandado por el mísmo sujeto que habia destruido mi pueblo, su nomre era Godi Daro, él se hacia llamar a sí mismo 'cardenal', nos detuvieron y pidieron que les entregara a Ria, yo agache la cabeza, indignado y molesto, y les contesté que se marcharan o sufrirían las consecuencias.
Ellos, ignorantes, se vurlaron de mi amenaza y yo solo sonreí, uno de ellos, el lider, sacó de su pantalón un cuchillo, con el que me atacó, pero antes de que pudiera tocarme su arma golpeó contra algo, de mi mano izquierda salío mi espada, empujé al sujeto hacia atras y le dije que se marchara una vez mas, pero él no accedió, entonces abaniqué mi espada y hubo una pequeña exploción en direccion de mi corte. Tomé a Ria y seguí caminando, la pandilla se encontraba en el suelo, retorciendose del dolor, voltee la mirada y le dije que se lo había advertido y seguí mi camino.
Yo ya no era el mismo niño escualido y miedoso que era hace casi ocho años, ahora debía trabajar por dos, no me podía dar el lujo de ser debil, en ningun momento, por esto mismo debía mantenerme firme en mis acciones y nunca retracterme, el hombre que me enseño todo esto llevaba el nombre de Taisho, 'maestro Taisho', siempre me resutó una molestía ese nombre, un hombre honesto, fiel, simple, inteligente, pero sobre todo... Molesto. No puedo creer que sobreviviera a casi cuatro años de trabajo intensivo más una mision casi suicida bajo las ordenes de ese hombre ególatra e irritante, pero por lo menos ya era libre, o eso era lo que yo creía, aunque por ahora lo era. Seguimos nuestro camino, le pregunté a Ria cual era nuestro destino, ella sacó un papel y dijo:
-La ciudad de Wolfincs.-
Nuestra mision era simple, acabar con los piratas de Wolfics y de todas las zonas adyacentes a esta, levanté la cara al cielo y maldije a la estupida misión:
-Esto va a ser eterno, nos vamos a tardar semanas, incluso meses en acabar con los piratas, esto es una tortura... casi igual que la comida con el maestro Taisho.- Dije, mientras recordaba.
Me retocí un momento simplemente por recordar lo que era su comida. Seguimos caminando horas, hasta que Ria tomo de la manga de mi gabardina, voltee a verla, me dijo que estaba cansada, le dije que descansaríamos en el siguiente pueblo o ciudad que encontracemos y que conseguiría un caballo para viajar mejor.
Noté como le cambió la cara, se veía casi alegre, hacia mucho que no veía esa cara, es más, creo que la unica vez que la vi fue cuando la conocí y le prometí cuidarla siempre. Le acaricié la cabeza y le eché animos para que siguiera, entonces siguió caminando, pero a la mitad se quedó dormida, por lo que tuve que cargarla hasta el siguiente pueblo.
Una vez que llegamos nos fuimos directo al granero mas cercano, el ingrato de Taisho no nos había dado dinero para pagar nada, entonces tuve que improvisar. La recosté en una cama de paja y me quité la gabardina y se la puse de cobija, despues me senté junto a ella y miré mi mano, con la otra me puse a delinear el simbolo:
-Taisho dijo que era un sello, con el cual un contratista se hace de un familiar, solo se necesita tomar la mano del familiar y este se vuelve suyo.- dije al aire.
-Muy sencillo, ¿no?- me dije.
Suspire y me recosté en la cama de paja:
-¿Que es lo que quieres lograr, Taisho?- cerré los ojos y me quedé dormido.
Al dia siguiente desperté y tenía a Ria sobre mi, se veía muy tierna con esa cara de ángel, le puse la mano en el cachete y le susurré que despertara, ella abrió los ojos y me saludó, pero no se quizo despertar, parecía que no le importaba estar recostada encima de mí, inhalé profundo y me levanté. Me dirigí hacia la puerta y la voltee a ver, seguía dormida, decidí ir por algo de comer al pueblo.
Una vez que regresé del pueblo con unos cuantos pedazos de pan, de los cuales uno estaba en mi boca, noté que había un pequeño lago detrás del granero, entonces me dirigí hacia ahí.
Al llegar vi a Ria nadando, me senté debajo de un árbol a esperar a que saliera. Una vez que lo hizo observé su hermoso cuerpo brillando resplandeciente con la luz del sol, no pude hacer nada más que sonreír, ella se vistió rápidamente y se me acercó, le pasé un pedazo de pan y me puso un collar, lo miré un momento, después dijo:
-Es para que siempre me tengas cerca de ti.-
-Tienes que recargar tus fuerzas, nos queda un largo camino por recorrer.- le contesté y me reí, le tomé la cabeza.
Ella puso cara de cansancio, yo me reí y seguimos comiendo. Cuando acabamos me levanté y le tome la mano para que se levantara también, y seguimos nuestro camino a través del pueblo, era sorprendentemente grande para ser solo un pueblo. Nuestro siguiente movimiento era conseguir un caballo o algo que nos llevara a la ciudad de Wolfics. La gente se nos quedaba viendo, entonces agarré mi sombrero y se lo puse a Ria, supe que algo estaba a punto de suceder, pero antes de poder hacer nada, frente a nosotros apareció un gran grupo de soldados, algunos incluso llevaban caballos y lanzas.
Entonces uno de los que se encontraba en medio, quien yo supuse era el general, sacó una hoja que tenía un dibujo con una cara, quien según él era yo, pero al verla vi que era solo una burla mía, ni siquiera se parecía, me enojé y le grité que no se parecía en nada a mí, pero él pareció no haberme oído y prosiguió diciendo que tenía una orden de aprehensión para un 'Togi Kuori' y una chica de pelo color rojo.
En ese momento tomé la mano de Ria, voltee hacia los lados y vi una salida a la izquierda, entonces empecé a correr hacia ahí, los soldados nos comenzaron a perseguir, tome a Ria en mis brazos y salté de una pared a otra hasta llegar al techo de una de las casas, de ahí me seguí por los techos sin que me pudieran seguir los soldados. Llegamos hasta una granja en donde había un establo, ahí nos encontramos por fin un caballo, subí a Ria al caballo y me subí después y de ahí salimos del pueblo.
Seguimos nuestro camino a través del bosque, yo llevaba al caballo de la rienda, mientras que Ria descansaba sentada en el caballo. De pronto unos asaltantes nos emboscaron, yo no quería cansar a Ria más de lo que estaba, entonces saqué de mi gabardina una katana, era una espada simple, la apunte a los asaltantes y les dije que nos dejaran seguir nuestro camino, ellos no desistieron y me atacaron todos de golpe, yo contrataque y todos salieron volando, me dirigí al que parecía ser el jefe, le puse la katana sobre el cuello y le dije que se alejaran y nos dejaran seguir nuestro camino.
Él con el miedo marcado en la cara asintió y tome de nuevo al caballo por las riendas y seguí caminando, en eso, uno de los asaltantes lanzó un cuchillo hacia donde estaba Ria, empuñé mi espada y la abaniqué para que interceptara al cuchillo, después lo voltee a ver muy enojado y les advertí que si alguien más hacia algo así me las pagarían y seguí mi camino.
Cuando me di cuenta ya era de noche, miré el cielo y me fijé en lo hermosas que se veían la estrellas, desee estar ahí arriba para poder ver lo pequeño que se vería el mundo desde allí. Voltee a ver a Ria para ver que estaba haciendo, tenía los ojos cerrados, pero no estaba dormida, movía la cabeza de un lado a otro, podía oír como tarareaba una canción, pude reconocerla, era la misma canción que estaba cantando en la granja cuando la salvé, supe que estaba sucediendo, le sonreí y le pregunté:
-¿Qué pasa, porque tan alegre, hacía tiempo que no te veía así?-
Ella volteó a ver a las estrellas y dijo:
-Ver las estrellas así me recuerda mi infancia, cuando mi mamá me cantaba esta canción, siempre me gusta tararearla cuando la noche se ve así.-
Ambos sonreímos.
-¿Cómo era tu hogar? Nunca lo había preguntado.- Le pregunté.
A decir verdad, no sabía nada de ella, ni su nombre ni nada, era extraño, yo era responsable de una niña que ni siquiera conocía, me reí de la ironía. Ella prosiguió:
-No recuerdo mucho de mi hogar, mi mamá me mandó a este mundo cuando todavía era muy pequeña, solo recuerdo la cara de mi madre, y que mi pueblo estaba en constante guerra con los demás pueblos, por eso me mandaron aquí.-
Me pareció triste su historia, no saber mucho de tu pasado ni de tu hogar, debía ser difícil, pero yo me identifique perfecto con ella y su vida, me di cuenta de que esa era la razón por la cual siempre buscaba protegerla, veía una parte de mí dentro de ella. Entonces le pregunté su nombre, ella me contestó:
-No lo recuerdo, pero me gustó mucho el que me pusiste, me siento cómoda con ese nombre.-
Me alegré cuando dijo eso, creí que ella se sentía como yo.
Una vez que la noche llegó decidí que tal vez sería mejor acampar para recobrar energía y fuerzas. Le pedí a Ria que se quedara con el caballo mientras yo iba a buscar madera para la fogata, después le di la katana que tenía conmigo y mi gabardina, le dije que ella las necesitaría más que yo, pero ella no quiso que me fuera, se abrazó a mi hombro pero me separé y le dije que todo saldría bien.
Cuando regresé, Ria se encontraba profundamente dormida junto al caballo, me le quedé viendo unos momentos y proseguí a hacer la fogata, una vez que lo logré, acerqué un poco a Ria, para que el calor del fuego la abrigara, yo me senté junto a ella y entrecrucé las piernas mientras abrazaba a mi espada, no pude dormir bien esa noche, temía que algo fuera a pasar.
Al despertar a la mañana siguiente noté que Ria ya no estaba junto a mí, me asusté porque creí que se la habían llevado o algo entonces me puse a buscarla por todos lados, hasta que llegué a un pequeño rio, ahí estaba ella, lavándose el pelo, me sentí aliviado y me acerqué a ella y la abracé del cuello, le dije que nunca me volviera a hacer eso, ella, muy extrañada me dijo que vio que yo estaba muy cansado y que no quiso despertarme. Le dije que se quedara ahí y que me ayudara con la fogata, yo iría por comida.
Una vez que logré hacer un arco, hice unas flechas y me puse a buscar alguna presa que pudiera servir para la comida, di unas cuantas vueltas al bosque hasta que encontré un par de conejos, me los llevé para prepararlos en la fogata.
Cuando llegue a la misma, vi a un hombre empuñando un cuchillo a la garganta de Ria, me dijo que bajara mi guardia y que le diera todo lo que tenía, le dije que no tenía nada y me acerqué un poco, el hombre me señaló con el cuchillo y me dijo que no me acercara más, le dije que se tranquilizara, que si la dejaba en paz, lo podríamos arreglar, que no había porque ponerse así, él me gritó que me callara, estaba a punto de hacer algo cuando oí el sonido de una flecha que venía de lejos, el hombre entonces cayó al suelo y miré como una figura se nos acercaba.
Tomé a Ria del brazo y la puse detrás de mí, saque un cuchillo que tenía en el pie y le dije que no se acercara, la voz de un hombre sonó y dijo:
-No te preocupes, no vengo por ella, solo quiero hablar, llevo días siguiéndolos.-
Le pregunté por sus motivos, él me dijo que era fan mío, que lo que les había hecho a esa pandilla de piratas había sido increíble, le pregunté que si él también pertenecía a mi pueblo, me dijo que no, que solo iba de visita, entonces se acercó más, señaló a Ria y me dijo que 'mi mujer' estaba hermosa, le pregunté qué era lo que quería.
-Venganza.- me dijo.
Le pregunte que venganza contra quien, él dijo que contra los piratas, quienes le habían quitado a su madre. Me dijo que si lo ayudaba él sería mi subordinado, le pregunté qué en qué me beneficiaría a mí que él fuera mi subordinado, él me iba a contestar, pero en eso Ria jaló de mi gabardina y me dijo que aceptara, agache la cabeza y sonreí, lo voltee a ver y le pregunte por su nombre, él agachó la cabeza y dijo:
-Tu humilde servidor, Roko Jon.-
-Bueno Roko, enséñame para que eres bueno...- Le dije.
Le aventé mi katana y se clavó en un árbol que se encontraba detrás de su hombro, sonrió y una línea de sangre salió de su rostro, tomó la katana y me advirtió que no debía sobreestimarlo, le dije que más le valía que fuera cierto.
Roko hizo el primer movimiento, un corte lateral a la cabeza, por le derecha, lo detuve con el cuchillo y con una sonrisa en la cara le dije a Ria que se alejara a un lugar más seguro, después lo empujé con el cuchillo e hice un corte recto a su pecho, él logro esquivarlo, pero su playera se rasgó, le pregunté su estaba seguro de seguir, el hizo una cara de burla y me dijo que eso no era nada y lo volví a atacar, peleamos por unos minutos y al final, él tenía toda la playera rasgada, le aventé un par de trapos y le dije que se lavara, después me fui, le dije que no se quedara atrás, él sonrió felizmente y se puso a saltar de la felicidad, yo me reí en un tono burlón y le dije a Ria que ya nos íbamos, entonces la subí al caballo y lo agarré de las riendas.
No habían pasado diez minutos y Roko ya me tenía harto, no quería callarse, me contaba de su vida en el bosque, como cazaba a los animales, como hacer trampas de las cosas más simples, también de cuando el cayó en una de sus trampas, dijo que se quedó ahí por casi dos días hasta que un zorro lo rescató y desde ese día el zorro había sido su mejor amigo, pero el zorro había regresado con su familia y él volvió a quedar solo; yo ya no lo soportaba, pero parecía que Ria se estaba entreteniendo con sus historias, cuando dijo lo de la trampa, ella se rio, eso me sorprendió, nunca la había oído reír, era una risa quedita y muy hermosa, sentí como me brilló el alma al oír su risa.
Roko le dijo que tenía una risa muy hermosa, lo voltee a ver con tales ojos que vi como su ego se minimizó y volteó a los árboles, después comentó sobre el clima intentando recobrase de lo que acababa de pasar, Ria volvió a reírse, suspiré y seguimos con el camino.
No mucho después llegamos a Wolfics, era enorme, cuando entramos un grupo de soldados se nos quedaron viendo, pero Roko los saludó casualmente y ellos lo saludaron de regreso, estábamos a salvo por ahora. Las casas eran enormes también y no eran de barro, sino de piedra y eran de diferentes colores, nunca había visto algo como esto, me quedé boquiabierto y después Roko me tomo del brazo y me dijo:
-Es increíble, ¿no lo crees? ¿Alguna vez habías visto algo así?-
Le dije que no, él me dijo que no me preocupara, que esto era solo el comienzo, después me dijo que lo siguiera, pasando primero a un lugar donde se dejan a los caballos, dejamos al nuestro y yo bajé a Ria del caballo mientras que Roko le pagaba al hombre que los cuidaba.
Después nos dirigimos a un gran lugar, había mucha gente, parecía un comedor, pero era demasiado grande, en el comedor de mi pueblo cabían como diez personas a lo mucho, aquí habían varias docenas, me sorprendí, Roko me dijo:
-¿Conoces esto? Es un restaurante. ¿No traes dinero? Bueno, no te preocupes, yo invito.-
Yo asentí con la cabeza, nos dirigimos a una mesa y llegó un joven, quien nos pidió la orden, Roko pidió algo que llamó 'Gohan' para todos, le pregunté qué era eso, me dijo que no me preocupara y me pasaron unos palitos, le pregunté que para que sirvieran, él se rio y me dijo:
-¿Nunca has venido a Wolfics? Así se come, observa, todos utilizan los palillos para comer, ten, se agarran así, ve...-
Me puso los palitos de una forma muy extraña, Ria parecía haberse acostumbrado a los palitos esos, yo no pude, entonces me comí el arroz como pude.
Mientras comíamos entró un grupo de piratas, cuando los vi los iba a atacar, pero Roko tomó mi brazo y negó con la cabeza, me dijo que aquí no, teníamos que esperar. Los piratas se estaban comportando como bestias, gritaban y aventaban cosas por todo el restaurante, los sirvientes que llevaban la comida todos estaban asustados, de pronto de la multitud salió un hombre encapuchado, quien tomó a uno por el brazo y les dijo que pararan, los piratas se le quedaron viendo, se rieron y le empezaron a aventar comida, al que tomó del brazo se levantó y lo empujó y sacó su espada, estaba a punto de atacar, cuando detuve su brazo, me volteó a ver y negué con la cabeza:
-Aquí no.- Le dije y lo empujé fuera del restaurante.
Todos los piratas salieron, también el hombre encapuchado, Roko y yo, Ria se quedó comiendo su arroz, no parecía importarle que fuera a suceder.
Saqué mi katana y la apunté a los piratas, Roko se puso las vendas que le había dado como si fueran guantes y el otro hombre sacó sus brazos de la capa y sacó dos espadas que tenían forma rara, eran como katanas, con una sola hoja, pero eran más gruesas, se quitó el gorro de su capa y su rostro tenía una cicatriz que le atravesaba desde la frente hasta casi llegar al labio del lado derecho, tenía el ojo cerrado con un parche. La gente formó un círculo alrededor de nosotros, eran un aproximado de treinta piratas y llegaron más, yo me reí y susurre que los números no ganaban guerras, entonces les grité que iban a sufrir por haberse unido a los piratas, luego sonreí con ansias, esto iba a ser divertido.

En un Solo Segundo por Santiago BravoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora