Capítulo 16. Por el camino de la Muerte

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Había pasado ya casi medio día desde que habíamos salido de Sadersonville y todavía se veía el claro que recorría de un lado al otro a Grandsky, el viento seguía soplando en silencio, había mucha calma, me sentía relajado, sin preocupaciones, como si, de alguna manera, lo que debía hacer quedaba en segundo plano. Por desgracia esta paz no duraría mucho tiempo.
-¡Hemos llegado... el camino de la muerte!- gritó Daniel nervioso.
-Hay que tener mucho cuidado aquí, a los piratas les gusta asaltar a transportistas de mercancías... esto no va a ser fácil.-agregué al comentario.
Frente a nosotros una gran cordillera de montañas que llegaban hasta los cielos, jamás verías algo tan alto, eran imponentes, cualquier aventurero desprevenido temería adentrase, pero debíamos hacerlo si queríamos llegar a Droneville.
-Descansaremos aquí esta noche, de seguir nos caería la noche y viajar por estos rumbos es aún más peligroso sin luz.- recomendó el guía Daniel.
Colocamos las dos carrozas una frente a la otra como pantalla para evitar al viento y poder hacer bien una fogata. Yo no era muy bueno haciéndolas, pero Daniel nos enseñó a todos como hacer una fácil y rápida. Daniel nos estuvo contando diferentes tipos de historias frente a la fogata, las más importantes eran acerca de sucesos fantásticos y tenebrosos en aquella cordillera, las historias involucraban muertos y fantasmas, yo por supuesto no creía en esas cosas, no después de lo que ocurrió en el camino de Rokenteru a Wolfics; pero los demás no compartían mi desinterés.
En la noche yo monté la primera guardia mientras todos dormían, miraba hacia la entrada de las montañas, aquel camino, nunca había hecho tal viaje, solo había escuchado historias de la gente del pueblo de donde yo venía. Gente hablaba preocupada de familiares que no habían regresado de aquel camino, gente que se había perdido, gente que nunca regresó. Algunas historias desgarradoras y otras más simplemente crudas, no obstante, la gente decía que del otro lado de Snow Peak está la vista más bella y hermosa que jamás se pudiera visto, que esa era la misma razón por la cual la gran capital de Grandsky se encontraba situada ahí, eso y evitaba la entrada de enemigos.
-Togi... es mi turno, intenta descansar un rato, esta va a ser una semana muy larga. Vamos a tener que trabajar como nunca, todos juntos.- me susurró Sandi.
-Tienes razón, estoy muy cansado en verdad.- le contesté y me dirigí a donde estaba Ria.
Nos levantamos al alba y desayunamos un poco de pan y de aquel platillo que tanto se hablaba, estaba delicioso. Una vez que entramos les dije que se mantuvieran todos bien despiertos y que cualquier cosa la dijeran.
No sé por cuanto tiempo estuvimos viajando sin parar ni un segundo, pero parecieron días, no obstante el sol no parecía estar de acuerdo con mis suposiciones, no se había movido casi nada desde que había empezado el viaje. Llegó un punto en el que perdí parte de mi consciente y simplemente varaba y seguía en línea recta, en verdad era un viaje pesado. Lo único rescatable era la vista, a lo lejos de las montañas se podía observar un bellísimo lago cristalino.-Es el lago Rojo, uno de los lagos más importantes para el Reino, conecta al norte con el sur del continente, así como el este con el oeste.- dijo impresionado Daniel.
A partir de ahí el viaje me pareció menos tedioso y cansado, ahora solo me encontraba imaginándome nadando en aquel lago, libre de toda preocupación, feliz jugando con Ria. Solo podía imaginarlo, mas no podría hacer nada de eso si no lograba mi cometido; en momentos como ese me preguntaba la razón por la cual yo debía hacer esto, porque nadie más podía hacer esto mientras yo seguía robando de la gente de mi pueblo, 'feliz', tranquilo, porque tuve que pedir una aventura aquella noche, ¿Qué hubiera pasado si no hubiese ido yo a ver aquel meteorito? ¿Qué hubiese sido de mi vida? Nunca lo sabré, aun cuando mi vida no es tranquila no me quejo, me gusta estar en donde estoy, me gusta verme rodeado de tanta gente amigable y querida, gente que si me quiera y que si me haga sentir que todo esto tiene, no solo un final, sino un final feliz y ahora que lo pienso, si lo es, si es un final feliz. Pero no aun, todavía tenía que lograr mi cometido, primero tenía que devolverle su reino a la princesa Ambar y deshacerme de los piratas de una vez por todas.
Mis pensamientos acerca de mi vida fueron interrumpidos por algo que enserio no esperaba pero imaginaba.
-¡Emboscada!- gritamos Daniel y yo al mismo tiempo.
Arreamos a los caballos para que estos fuesen más rápido y ver si podríamos perderlos, pero esto fue inútil, los bandidos estaban cabalgando a caballo y se acercaban velozmente.
-Michelle, necesito ayuda, ¿No puedes distraerlos?- grité dentro del carro.
-Déjame ayudar, he estado entrenando, Michelle me enseñó a usar un arco.- contestó Ria.
- ¡No, qué tal si...!- respondí preocupado.
-Déjala intentar, ha entrenado hasta el cansancio.- me replicó Michelle.
Miré unos momentos a Ria y contesté:
-Está bien Ria, con cuidado.-
-Confía en mí.- contestó Ria.
Ambas subieron al techo del carro y comenzaron a atacar y a intentar de alejar a los piratas. Mientras tanto en el carro de enfrente estaban Sandi, Dim y Jun atacando a los piratas, también intentaban alejarlos, no podíamos detenernos; de detenernos perderíamos incluso uno o dos días de viaje.
La persecución duró un muy buen rato más, hasta que me harté y dije:
-Michelle, toma la cuerda...- se la entregué y agregué: -Sandy, Jack, síganme, vamos a detener a estos idiotas.- y dicho esto salté hacia donde estaban los piratas, tirando a uno de su caballo.
Jack y Bob me siguieron. Les ordené que siguieran y que los alcanzaríamos en cuanto acabáramos con ellos.
Logramos detener a los persecutores y peleamos contra ellos, no estábamos en condiciones aptas, había sido un viaje largo, pero aun así los vencíamos y pudimos irnos y alcanzar a los demás. En cuanto lo hicimos ambas carrosas se detuvieron y pudimos regresar todos juntos, decidimos descansar una hora. El guía nos dijo que nos faltaban un par de horas de viaje, pero que lo más complicado ya lo habíamos pasado, nos sentimos aliviados y después del descanso pudimos llegar a nuestro segundo punto de descanso. Decidimos quedarnos ahí porque la noche ya estaba cayendo y le daba miedo a Daniel seguir con el viaje en la oscuridad.
Aquella noche no pudimos descansar mucho, hubo otra emboscada, logramos derrotarlos a todos, pero eso no nos quitó la falta de sueño y sabíamos que si no descansábamos bien todos íbamos a sufrir el resto del viaje.

En un Solo Segundo por Santiago BravoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora