Capítulo 11. Viaje a Grindonstown

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Ya era hora, ya nos teníamos que ir, y como siempre, no iba a dejar que Ria se metiera en peligro, por lo que le pedí a Roko y a Dim que cuidasen de ella, los demás se habían ido al pueblo de al lado porque necesitaban llevar a la princesa ahí para unos asuntos que tenía con el gobernante. Tomamos unos cuantos caballos y nos fuimos Maria, Bob, y yo hacia Grindonstown, donde encontraríamos tal vez la verdad detrás de mí marca en la mano y sobre mi destino, si podría burlarlo.
Según dice Maria, el viaje es muy largo y tedioso, aun no sabía para que me necesitaba, pero seguro lo sabría muy pronto. Después de un buen rato de estar atravesando el bosque llegamos a una planicie enorme, parecida a la que quería ir cuando todo acabase, al final de la planicie había un risco que daba al mar, era una vista increíble.
Maria nos dijo que había una pequeña playa cerca del risco donde habría un barco esperándonos, de ahí nos iríamos a la isla de Grindonstown que se encontraba no muy lejos de ahí, eran como dos horas de viaje. Maria tenía razón, no muy lejos de donde estábamos había una playa pequeña y un barco enorme no muy lejos de ahí, también había una sombra junto a un bote, Maria era conocida por poder controlar a la gente y también por poder moldear el suelo en lo que ella quisiera, supuse que aquella sombra seria uno de esos moldes. Llegamos al barco, era mucho más grande de lo que veía a lo lejos, estaba sorprendido, toda la tripulación estaba trabajando en sincronía, había tres tripulantes arriba en las velas izándolas, otro más en la torre del vigía, unos cuantos tenían trapeadores y estaban limpiando la cubierta, el capitán se encontraba al timón, y todos trabajaban a la perfección. Me dirigí al frente del barco y oí como Maria le ordenaba al capitán que nos moviéramos, no miré atrás, solo me quedé viendo el mar, cerré los ojos e inspiré profundamente, sentí como la briza acariciaba mi cara, me imaginé como sería mi vida terminando mi misión, me imaginé la cara de Ria sonriendo, con una puesta de sol en el horizonte, ella tenía puesto un pequeño sombrero de paja, tenía un listón morado, el viento soplaba y le movía el pelo, nuestra casa sería hermosa, con un pequeño porche y en este un columpio de esos donde uno se podía sentar con su pareja a ver la puesta de sol juntos, era el paraíso, quería tener esa vista para siempre, era hermoso, pero en ese momento Bob tomó mi hombro y dijo:
-Hemos llegado.-
María sonrió y dijo:
-Bienvenidos a la horripilante isla de Grindonstown.-
Yo y Bob nos miramos el uno al otro:
-¿A qué se refiere con 'horripilante'?-
No había muchas cosas que recuerde yo de mi infancia, si pudiera mencionar una en concreto... creo que diría que me recuerdo a mí mismo de no menos de nueve años, corriendo de un soldado con una hogaza de pan en la mano, veo mis pies y noto que mis zapatos están deshechos y con agujeros por todos lados, mi playera o trapo esta también deshecha y según recordaría era de color naranja, pero en ese momento estaba muy sucia para distinguir bien el color.
Mi infancia no fue como la de muchos otros, no tenía papas desde pequeño y no recuerdo haber sido educado nunca por nadie, lo cual, en este caso, me sorprendió y funciono bastante bien para mi supervivencia. Aunque no recuerde lo que hacía antes de comenzar a robar comida de puestos y de la gente, si hay pequeñas imágenes de mi siendo arrullado por una mujer de hermoso cabello castaño, esta mujer me tarareaba una canción de cuna, no recuerdo la letra, pero si no mal recuerdo el haberla escuchado años después por una niña a la que conocí cuando fui acogido por Taisho, su nombre era Riley, su hija.
En cuanto llegamos a Grindonstown nos dimos cuenta de que no era como cualquier otro lugar al que hubiese ido antes, en primer lugar, era demasiado feo para ser un lugar muy frecuentado por turistas, y en segundo lugar, pareciese haber estado abandonado desde hacía ya mucho tiempo. Maria comenzó a caminar por la calle principal y nos dijo que la siguiéramos, Bob me miró con una cara de terror y dijo que nunca había visto un lugar tan, cito:
-Fantasmagórico y terrorífico.-
Por desgracia yo con compartía sus sentimientos y mire hacia el cielo, estaba nublado y el color de estas era de un profundo negro, con tanta oscuridad que casi no podía ver al final de la calle que se cortaba por la reja de lo que parecía ser una mansión gigantesca. Le pregunté a Maria que era lo que estaba buscando, pero ella no me contestó y siguió su camino. Una vez que nos encontrábamos a los pies de la reja, Maria rozó de arriba hacia abajo donde se unían ambas puertas, estas a los pocos segundos se abrieron con un estruendoso rechinido, Maria prosiguió a entrar, yo tomé a Bob por el cuello de la playera y lo arrastre hasta la entrada a la mansión. La puerta estaba demacrada y tenía un color verde, las ventanas tenían vallas de madera cubriéndolas todas, Maria prosiguió a abrir la puerta.
Creí que el paisaje era feo, pero la casa por dentro era todavía más horrenda, tenía pinta de haber sido incendiada hacía décadas, el lobby se extendía hasta donde los ojos veían, Maria encendió una antorcha que me cedió y prendió otra. Al fondo de este habían unas escaleras que se partían en dos y en la parte de en medio había una pintura enorme con lo que parecía ser una familia, se encontraban el papá sentado en una silla, la mamá parada del lado izquierdo de este y lo que parecía ser un niño con pelo güero sentado en una de las piernas del papá, no podía verse bien el cuadro porque, al igual que la casa, estaba quemado. El rostro de la madre, o lo que quedaba de este, se me hizo familiar de alguna manera, como si lo hubiera visto ya.
De pronto comencé a oír la voz de una mujer murmurando la canción de cuna de mi infancia, mire en dirección del sonido y vi una sombra entrando a uno de los cuartos de arriba a mi izquierda. Vi una luz tenue desvanecerse en la oscuridad de la habitación, sin ver a mis acompañantes corrí a ver qué era lo que estaba sucediendo y cuando llegué no vi nada más que el cuarto de un niño, estaba desordenado, había una caja de juguetes en una de las esquinas, en otra estaba un buró con muchos peluches y un espejo en la parte superior, en el centro había un tapete ovalado con un par de peluches, un oso, un dragón y un caballero, había una mancha roja, nunca supe que era, pero supuse que lo que me imaginaba no estaba muy lejos de la verdad. Había dos camas a los lados de aquel tapete, supuse que una de las camas sería del niño del cuadro anterior.
Me dirigí al buró y abrí cada uno de los cajones desgastados por el fuego, muchos de estos solo tenían ropa y cosas para el aseo, el ultimo por otro lado, estaba sellado, como si el calor del fuego lo hubiese sellado, no le di mucha importancia y me dirigí hacia el pasillo, Bob me estaba llamando.
Ya en el pasillo noté que había marcas de cuadros sobre la pared los cuales ya no estaban, pudo haber sido que los quitaron algunos ladrones de casas o que los dueños se los llevaron después del incidente, de todas maneras no me quedé a averiguar. Me asomé por el pasillo hacia el piso de abajo y ahí se encontraba Bob, le pregunté qué hacía el ahí solo, no me contestó, solo me señaló una puerta, esta se encontraba del otro lado del pasillo, me dirigí a ella, pero antes de llegar voltee a ver a Bob, pero ya no estaba.
Corrí hacia donde se encontraba, pero no había rastro alguno de que estuviese por ahí, en ese momento me dirigí de nuevo al cuarto que me había señalado y entré, parecía ser el cuarto principal, ya que tenía una gran cama en el centro y una puerta que probablemente se dirigía a un baño o algo por el estilo. Había un escritorio cerca de una ventana con vigas también de madera, abrí uno de los cajones y en este estaban las escrituras de la casa:
-Familia Rinne...- decía en la parte de arriba.
Seguí leyendo:
-... a XX/XXXX.-
Esta casa tenía más o menos treinta años, lo cual dice que los dueños vivieron aproximadamente quince o veinte años en esta casa antes de perderla en un incendio. Seguí buscando en el escritorio y encontré una carta de nacimiento de 'Rondi Rinne a XX/XXXX' lo cual daría al pequeño unos diecisiete años de edad, lo que significaba que el incendio fue después de que naciese este niño.
Lo que no dejaba de preguntarme era por qué Maria me querría llevar a un lugar como este, ¿Porque le interesaba la gente que vivía en esa casa? Debía preguntarle, pero para eso primero debía encontrarla. También ahí había una pequeña foto, en esta habían tres niños, dos niños y una niña, dos de los cuales no tenían cara porque la foto había sido quemada, pero uno de ellos si la tenía y este niño se me hacía conocido, no sé porque, pero su cara me parecía familiar, su pelo era de color castaño.
Dejé el documento con la foto en el cajón donde los encontré, justo en ese momento se oyó al final de pasillo una puerta cerrándose, corrí hacia el lugar de donde provena ese chirrido, era el cuarto de al lado.
Cuando llegue noté algo extraño en la manija de la puerta, como si algo o alguien la hubiese agarrado con mucha fuerza, estaba destrozada, acerque la mano a esta y oí un gran golpe del otro lado de la puerta, me dirigí de inmediato, el cuarto al que llegue estaba completamente oscuro, no habían ventanas y no pude encontrar alguna fuente de luz. En el fondo oí el llanto de una niña, le pregunté quién era, ella siguió llorando, me acerque un poco, sin saber a dónde me dirigía y extendí mi mano para ver si la pequeña la agarraría, de pronto sentí la mano helada, la alejé rápidamente y la volví a extender, esperando que solo fuese mi imaginación, el sollozo se detuvo, entonces volví a preguntar quién se encontraba ahí y oí una voz:
-Me llamo Cindy Rinne.-
-¿Rinne? ¿Eso te convertiría en familiar de los señores que vivían aquí no? Pero no encontré ningún documento de una niña Rinne.- pregunté.
Pensé que tal vez se trataba de la niña que tenía la cara quemada en la foto, el pelo si lo recuerdo bien era de color dorado, un poco parecido al de Maria San, oí un golpeteo en el piso de abajo, la niña se acercó a mí y con manos heladas abrazó mi cintura, le dije que no se separara de mí y tomé mi katana, le pregunté que había en el piso de abajo, ella contestó que estaban la sala y la cocina.
Nos dirigimos hacia la cocina, cuando entramos me di cuenta de que estaba helado, además apestaba a podrido, se podía oír como el viento hacia que los cubiertos se golpearan unos a otros, pero no vi ninguna ventana, de pronto un cuchillo fue arrojado hacia mí, lo esquivé pero casi logra cortarme la cara.
De pronto comenzaron a llover cuchillos de todos lados, me daba miedo que algo le pasara a la pequeña Cindy, así que al ver la puerta del otro lado cargue a Cindy con el brazo y corrí hacia la puerta intentando esquivar y defendernos de la mayor cantidad de cuchillos posible. Cuando por fin llegamos del otro lado estábamos en la sala, la única habitación que tenía luz, había un gran espejo alrededor de la sala, con una mesa en el centro con aproximadamente veinte sillas. Maria San se encontraba sentada en la cabecera del otro lado, junto a ella Bob y otro niño, de pelo dorado también, este tendría unos catorce o quince años:
-¿Qué es esto Maria? ¿Qué le has hecho a Bob y quien es ese niño?-
-¿Acaso no te acuerdas Togi? ¿Enserio ya olvidaste a tu familia?- contestó Maria San.
-¿'Familia'? ¿¡De que estas hablando!? Yo no tengo familia, desde que era pequeño yo he vivido solo... nunca tuve familia.- objeté.
-Si no mal recuerdo no tienes memoria de nada de tu infancia hasta los 7 años de edad y desde entonces tienes una marca en el brazo de un dragón, ¿No es así?- me preguntó Maria san.
-Sí, pero eso lo puede adivinar cualquier persona mire mi brazo...- dije con ironía.
-Mira atrás de ti, ¿Ves ese ornamento? ¿Qué tiene de forma?- me preguntó Maria.
Era un dragón idéntico al de mi brazo, era un ornamento muy grande, de pronto empecé a ver imágenes en mi cabeza, había fuego y gritos de un niño pequeño o una niña, de pronto vi el techo y sentí ardor en mi brazo, miré y vi la cabeza del dragón mirándome:
-Lo ves, tú eres parte de esta casa.- agregó Maria.
-¿Qué quieres de mi...?- le pregunté de una vez.
-Yo nada... solo quiero que recuerdes, que recuerdes y veas que has hecho...- Maria respondió.
En ese momento Cindy me despegó de ella y corrió hacia donde estaba el niño sentado, este se paró y ambos niños se pararon de frente a mí y se tomaron la mano, Maria a su vez se paró y se puso detrás de la niña:
-¿Ves el parentesco acaso?- me preguntó Maria acercándose a los niños.
Eran iguales Cindy y Maria San, Maria abrazó a Cindy y esta desapareció:
-Ahora dime a quien se parece este pequeño y no me digas que no lo conoces porque lo viste hace no mucho tiempo.- agregó.
No podía creerlo, tenía un parentesco a alguien que conocía, a alguien a quien había conocido hacía meses, se parecía a Robert:
-¿¡Pero cómo es posible!? Eso no puede ser.- no me lo podía explicar.
Este a su vez desapareció y Maria se acercó lentamente mientras me contaba la historia:
-Veras, todo comenzó un día cuando nació el pequeño Rondi Rinne, sus papás sabían que este niño iba a ser un peligro y desde que estuvo en su panza a su mamá le causo muchos problemas, tanto físicos como mentales, al nacer tu madre falleció. No obstante este siempre fue su favorito, su excusa era que él tenía el pelo y los ojos de su madre. Por otro lado al papá nunca le agradó el pelo dorado porque el color del pelo del hombre con el que se había casado su esposa anteriormente. Esto no le pareció al hermano así que un día, años después, mientras jugaban Rob y Rondi el grande empujó al pequeño a la chimenea lo cual hizo que uno de los leños cayera en el tapete, incendiando la casa. Rob en ese momento corrió por la pequeña junto con Rondi, pero a Rondi le cayó un ornamento encima; Rob al estar tan sentido con Rondi no le importó y corrió a salvar a la pequeña, el papá en ese momento estaba dormido por lo que no se dio cuenta de nada hasta que fue muy tarde. Así fue como los hermanos Rob y Cindy se fueron por su lado, mientras Rondi se fue por el suyo, solo... ahora, seguro te preguntas como sobrevivieron los hermanos, bueno pues, primero fueron acogidos por un espadachín, un hombre bondadoso que después de unos años acogería al otro hermano sobreviviente. Los primeros dos no duraron mucho al cuidado de este pues una bruja, quien ya estaba vieja y a punto de morir creó un hechizo para ella y su alumno para que sus almas se alojaran en los cuerpos de los dos, la niña y el ahora joven; a cambio de grandes poderes el joven y su hermana habían aceptado dar sus cuerpos, y así fue como yo, Maria San y mi pupilo, Robert, pudimos sobrevivir. En cuanto a ti, bueno, la verdad no sé cómo lograste salir con vida de aquella casa.-
Me puse a pensar, no podía ser posible todo lo que me estaba diciendo, pero la cicatriz, las coincidencias, todo era tan creíble:
-¿Por qué me cuentas todo esto?- le pregunté.
-Porque quiero que sepas la verdad, la verdad sobre tu origen y de tu destino, porque quiero que te des cuenta de que todo está unido por hilos muy finos que amarran a todo mundo con todo mundo, que nada esta al azar, todo está escrito.- me contestó Maria.
Se acercó de nuevo a mí y me miró fijamente:
-¿Pero si somos hermanos porque mataste a Riley, porque me intentaste de matar a mí y porque secuestraste a Ria?- le pregunté desconcertado.
-Porque yo conozco tu destino, sé que va a ocurrir en el futuro, pero sobre todo porque tú estabas destinado a matar a Robert, está en tu destino matar a Godi Daro y también está en tu destino morir por tu heroísmo. Mi trabajo en realidad es controla que las cosas salgan como deben y no de otra forma, por eso estamos aquí ahora, aun cuando no debería estar aquí contándote todo esto, lo estoy haciendo, porque sé que al hacerlo podré ayudarte en tu camino para derrotar a Godi, quiero que me demuestres que el mundo todavía tiene esperanza, que tú puedes evitar que el balance del mundo se rompa y de no haber hecho las cosas que hice no habrías hecho tú lo que te tocaba, de haber dejado a Riley con vida no te habrías vuelto más fuerte para tomar decisiones que muchos hubieran rechazado y así poder derrotarme y no habrías podido derrotar a Robert y él hubiera llegado hasta Godi Daro y juntos hubieran destruido al mundo, por eso lo hice, por un bien mayor...- me contestó Maria.
-Incluso el incendio de esta casa era necesario, este fue el comienzo de todo y tú eres el único que puede hacer que todo lo que hice valga la pena, tú eres el único que puede continuar con mí legado, también por eso te di ese regalo aquella noche en la capilla, debía ayudarte a volverte más fuerte...- me sorprendí en ese momento, ella era la señora en la capilla. Ella siguió:
-Por eso te pido que continúes como vas y que nunca mires atrás, siempre debes ver al frente y tienes que ser fuerte, no importa lo que pase, prométemelo, necesito que lo prometas, por favor, no me queda mucho tiempo...- agregó y me pidió.
Yo la miré fijamente unos momentos e inspiré, acepté con la cabeza:
-Gracias, ahora tendré que irme...- me dijo aliviada.
¿Por qué debes irte?- pregunté desconcertado.
-Veras, hay reglas que tienen seres como yo que ayudamos al balance en el mundo, reglas que no podemos evadir; una de las reglas que no podía romper era esto, no podía decirte nada de esto, y al romperla he activado un reloj de tiempo y este no perdona...- me contestó con mucha tristeza.
Cerró los ojos y me dio un beso en el cachete, después comenzó a desvanecer, pero antes agregó una última cosa:
-Adiós hermanito; recuerda, sin importar lo que pase, todo lo que te acabo de contar no se lo puedes decir a nadie más, de hacerlo romperías con el equilibrio del universo como lo hice yo al contarte todo esto y solo repetirías esta historia, prométemelo...-
Siguió desvaneciéndose hasta que no quedó nada. En ese momento el cuarto volvió a su lúgubre origen como todos los demás cuartos de la casa, Bob despertó un poco atontado y miré al suelo donde había estado Maria San, había un pequeño collar en forma de corazón, muy parecido al que había recogido Taisho cuando maté a Robert. Adentro tenía la misma foto que había encontrado en el escritorio, pero esta no se había quemado, cayó un papel del collar, lo levanté, era una carta.
Cuando terminé de leer la carta me di cuenta de todo, me puse a meditar, todo comenzaba a cobrar forma, mi origen, mi infancia, porque había crecido solo, no era coincidencia nada de eso, todo cobraba sentido, una lagrima salió de mi ojo y la limpié de inmediato.
-Bob, despierta, te quedaste dormido, ¿Qué estabas haciendo?- le pregunté intentando recuperarme, era demasiado para absorber.
Bob seguía perdido en su mundo cuando me le acerqué, no recordaba lo que había pasado:
-¿Cómo llegué aquí? ¿No había una bruja hermosa con nosotros hace un rato?-
-No sé de qué estás hablando... siempre estuvimos solos, vine por unas cosas a esta casa, necesitaba respuestas.- contesté.
Reí y le golpee la espalda, este gimió un poco y se levantó con dificultad, ya íbamos de regreso a casa. En la carta decía que no podía hablar con nadie de lo que me había dicho Maria San o sufriría las mismas consecuencias que ella, y no podía dejar este mundo aun, debía primero limpiarlo del mal.
En cuanto salimos miré hacia atrás, la casa comenzó a derrumbarse, aparentemente la magia de Maria seguía haciendo efecto sobre la casa; muy a la distancia pude observar unas sombras, cuando me di cuenta Cindy y Rob estaban ahí, tomados de la mano, ambos sonriendo, Cindy tenía un brazo estirado y lo movía de un lado a otro, se estaba despidiendo, yo estiré el brazo para devolverle la despedida, vi a Rob, me sonrió y se despidió a su vez, una lagrima recorrió mi cara... alguna vez tuve una familia. Estos desaparecieron poco después y voltee de regreso al camino, Bob me estaba viendo intrigado:
-¿A quién saludas?- me preguntó Bob.
-A nadie, creí ver algo, pero era mi imaginación... vamos, es un largo camino de regreso.- le contesté con una pequeña risa.

En un Solo Segundo por Santiago BravoWhere stories live. Discover now