Capítulo 20. Un nuevo Comienzo...

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A los pocos días de que Godi Daro desapareció sin dejar rastro la princesa fue coronada reina con la tiara que me había dado Old Gramps, de hecho fue él quien se la puso y le dio sus votos. Fue un evento precioso, había flores por doquier, gente reía y lloraba de la emoción y de la felicidad. Después de la coronación Ambar nos pidió a todos que nos quedáramos porque debía darnos un regalo a todos.
Acabando la ceremonia Ambar nos pidió que nos colocáramos todos frente a ella hincados con un pie y la cabeza baja, en ese momento desenvainó su nueva espada y tocó mi hombro.
-Yo, la reina Ambar Darl, por el poder que me confiere el reino de Grandsky te nombro a ti, Togi... Ria... y a todos y cada uno de ustedes (en realidad si dijo todos los nombres, pero son muchos y no acabaríamos.) caballeros reales, y a ti Togi te condecoro con el nombre de 'Salvador de Grandsky'... pónganse todos de pie y denles un muy fuerte aplauso porque sin ninguno de ellos estaríamos aquí.- dijo la nueva reina Ambar con mucha alegría.
En ese momento nos pusimos de pie y miramos hacia atrás, todo mundo comenzó a aplaudir, tomé la mano de Ria e hice una reverencia en señal de respeto, todos siguieron mi ejemplo y voltee de nuevo a ver a la reina y le agradecí en voz baja, ella me vio sonriente y me susurró al oído:
-tengo una sorpresa más para ti, cuando acabe el banquete ven conmigo y trae a Ria.-
Así fue como al atardecer subimos yo y Ria al cuarto de alquimia donde había peleado yo con Godi Daro; ahí estaba Ambar mirando a la distancia, volteó a ver y estaba llorando, pero sonrió.
-Les tengo un regalo, quiero que me digas, Togi, cual es, yo sé que sabes. Pídelo y te lo daré.- dijo Ambar con los brazos extendidos.
-Sí, así es, tengo un deseo, mi deseo es casarme con la mujer que amo...- tome las manos de Ria.- casarme con la mujer que esta frente a mí y quiero vivir con ella en el lugar donde nos criamos.- le dije con una sonrisa a Ambar.
-No esperaría nada menos que eso, Togi.- contestó Ambar felizmente.
Así fue, al día siguiente volvimos a usar el salón real, yo todavía estaba lleno de vendas por doquier, no me importó. Ahora éramos solo Ria y yo frente a la reina, Ria se veía radiante con un hermoso vestido de seda y su corona de flores en la cabeza. Frente a nosotros la reina tenía su corona de eventos puesta y sobre sus manos un cojín de seda rojo con dos anillos. Tomé el primero, dije mis votos y se lo coloqué a Ria en el dedo anular de la mano izquierda; Ria tomo el segundo e hizo lo mismo. Después nos besamos y todos aplaudieron, Bob, Jack y Roko gritaban cosas sobre la noche de bodas que no entendí; Dim, Sin y Jun los callaron a golpes y todos nos reímos. Cargué a Ria y grité:
-¡A celebrar!- con mucho entusiasmo.
Al día siguiente todos se fueron por su parte; Roko regresó a su reino, pero necesitaba una reina, así que le pidió a Jun que se fuera con él y ella aceptó felizmente; Bob igual, le propuso a Dim salir formalmente, ella aceptó intrigada y con ansias; Jack se volvió muy buen amigo de Sandi y ambos volvieron con el equipo estrella; los gemelos Jin y Jan siguieron a Jack y a Sandi, buscaban más aventuras y peleas; Ambar se volvió muy apegada a las gemelas así que le pidió a Old Gramps que dejara a Sin y a Dir quedarse con ella, Old Gramps aceptó humildemente y estas, junto con Ambar viajarían a todos los reinos y explorar Grandsky como sus guardaespaldas; Finalmente Ria y yo nos quedamos un tiempo a vivir con la reina en lo que construían nuestra casa, estuvimos un par de semanas, después nos llevó ella personalmente con su barco a Zoriteo y nos despidió una última vez.
Todo volvía a ser como debía, jamás creí poder decir algo así, que la vida sería así de tranquila, era enserio bello, vivir es bello, más cuando tienes a tu lado gente a la que amas, gente que te apoya y que te da ánimos de seguir adelante esperando un futuro mejor; gente con la que puedes reír, llorar, compartir historias; gente que te quiera por lo que eres y que te ayude cuando estas en apuros. Es bello vivir y no hacer más.
Finalmente logré mi cometido, Ria volvió a quedar embarazada un año después de la partida hacía nuestra nueva casa. Este fue el día más feliz de mi vida y espere a esa criatura con muchas ansias.
Dos semanas después de que Ria quedase embarazada me encontraba caminando rodeando el lago donde estaba nuestra casa y la vi, frente a un árbol que jamás había visto, estabas de espaldas a mí, era Michelle.
-¿Qué estás haciendo aquí después de tanto tiempo? Creí que ya no volvería a verte.- le pregunté sorprendido mientras me acercaba.
-¿No es bello? Este árbol, de donde vimos los llamamos Sagurais, portales que comunican nuestros mundos. Lamento todo lo que tuviste que vivir por mi culpa...- me contestó entristecida.
-No es tu culpa, estaba en mi destino hacer todo lo que hice, no tienes porqué culparte por esto.- le interrumpí y la abracé.
Una sonrisa salió de sus labios y volví a interrumpir preguntando:
-Pero dime, ¿Cuál es este reino del que me hablas?-
-Veras, yo vengo de un reino no muy lejano, pero ustedes no lo pueden ver, de hecho Ria también pertenece a este reino, pero te pido no se lo digas, ella no lo puede saber, si lo supiera quedaría marcada de por vida, por favor no le digas.- me platicó y después rogó.
-No se lo diré pero dime de que es este reino.-afirmé y volví a preguntar.
-No sé cómo explicarlo bien, pero creó que ustedes lo llaman cielo...- me dijo dudando.
-¿Estás diciendo que tú y Ria son en realidad ángeles que vienen del cielo?- pregunté con más dudas de las que tenía originalmente.
-Sí, algo así podría decirse, sí. Temo que solo puedo contestar eso, mi tiempo se acabó, Maddelena es va a enojar si no llego pronto.- contestó inquieta.
-Espera, ¿Quién es Maddelena? No puedes irte así, por favor contéstame...- grité mientras desaparecía Michelle en una bola de luz.
Al final de aquella conversación terminé con más dudas que respuestas, miré al cielo y vi una pluma caer frente a mí, la tomé con mi mano izquierda, inspiré y me reí un poco, apreté el puño y oí la voz de Ria. Me voltee a verla y me dirigí hacia ella y la abracé, tuve un presentimiento de que el final todavía no se acercaba, había más por contar.

Fin... ¿?

En un Solo Segundo por Santiago BravoWhere stories live. Discover now