Capítulo 12. Una última vista a Wolfics

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-¿Cómo les fue?- preguntó Ria.
Llegaron todos a atacarnos con preguntas en cuanto llegamos a la mansión. Preguntas tras preguntas nos arrojaban, yo estaba exhausto, no tenía ganas de contestar las preguntas de la gente, así que me dirigí a mi cuarto con Ria. En cuanto llegamos me recosté en la cama y Ria se sentó del otro lado de esta, dándome la espalda:
-¿Qué pasó con Maria San, que quería?- me preguntó Ria.
-No puedo hablar de eso, prometí que no le diría a nadie nada...- contesté con seriedad.
Ella se recostó sobre mi abdomen y la abracé:
-Está bien, lo único importante es que volviste con bien... además tengo una noticia.- me dijo con alegría.
Me levanté de golpe y la miré, su cara era como de asustada pero a la vez se veía feliz:
-No estoy segura, pero creo que estoy embarazada.-
Me quedé callado unos segundos, mi mente comenzó a volar, no sabía que estaba pasando, por fin abrí la boca y dije:
-Eso es... fantástico... vamos a ser papás, jamás lo imaginé, menos a esta edad.-
Realmente estaba feliz, era una razón más para acabar con todo rápidamente, para escribir otro capítulo en mi vida, volví a recostarme y me puse a pensar en lo que sería mi vida con un niño, todo lo que le enseñaría y todo lo que viviríamos juntos, me alegré y besé a Ria en la frente, este podría haber sido el día más feliz de mi vida, sonreí y cerré los ojos para descansar un rato.
Aquella noche no pude dormir, me quedé pensando en todo lo que había dicho Maria San mientras miraba el techo, no podía creer que todo lo que dijo fuera verdad. Me levanté de la cama y me dirigí al balcón donde siempre me ponía a pensar y una vez ahí me puse a mirar el paisaje, mezclaba un olor a playa con bosque, era una esencia relajante. Bob salió del balcón de al lado, se veía todavía perdido, me reí de él, pero se me quedó viendo y me preguntó que le había pasado, le contesté que honestamente no tenía idea porque lo había perdido una vez entrando a la mansión, él dijo que recordaba haber entrado en la cocina y de pronto oscuridad y un fuerte dolor en la cabeza cuando despertó conmigo en frente. Le contesté que no sabía, que solo recordaba haberlo visto en el comedor, pero no más. En eso salió Ria y me abrazó por la espalda y me dio un beso en el cuello:
-Bueno, los dejo, par de tortolos...- dijo Bob mientras regresaba a su cuarto con Jack y Roko.
-¿Por qué saliste al balcón? Siempre que lo haces es porque tienes algo en la cabeza.- me preguntó Ria intrigada.
-Maria San me dijo que tenía una familia... que tuve una familia, dos hermanos y a los dos los maté...- le conté eso, no podía contarle más.
Una lagrima corrió por mi cara, no entendía porque no pude haberlo sabido antes, tal vez de haber sido así no los hubiera matado y no tendría por qué estar solo.
-A veces las cosas pasan por algo... piénsalo, de no haber pasado todo lo que te pasó en tu infancia no te habría conocido...- me dijo, intentando hacerme sentir mejor.
-¡Si, pero tampoco sería miserable ni solitario...!-
Voltee a ver a Ria, vi como cambió su rostro y me callé:
-¿Eres miserable...? ¿No eres feliz acaso? ¿No te hago feliz...?- me atacó entristecida.
Inspiré para recuperar la cordura y poder contestar:
-No seas así, sabes a lo que me refiero. Me refiero a que tendría una familia que me quisiera y me apoyara...-
-Me tienes a mí, yo soy tu familia y nunca te voy a dejar, además, nuestra familia se va a volver más grande pronto.- contestó Ria con una sonrisa.
Me tomó Ria de la cara mientras susurraba aquello, la miré a los ojos y le besé la frente:
-No sé qué haría sin ti la verdad, eres mi sostén en este mundo de sufrimiento y dolor, me salvaste de mi sufrir y de mí mismo, gracias. Te prometo cuidar del pequeño que engendres y de su madre hasta que muera.- le dije con toda sinceridad.
Ella me abrazó fuertemente y nos dirigimos de nuevo a la cama, seguía cansado y necesitaba toda la energía posible para lo que estaba por venir.
Era medio día cuando desperté y en mi cuarto no había nadie, miré alrededor y no oí ni un ruido, salí al pasillo y tampoco podía oír pasos, nada. Cheque cada cuarto del segundo piso, no había nadie, así que me dirigí a la sala del piso de abajo pero nada. Me extrañó que nadie me avisara a donde iban a ir ni nada así que me dirigí a la entrada principal, al principio no podía distinguir nada por el brillo del sol; cuando por fin mis ojos se acostumbraron al brillo miré una enorme figura medio irregular, me acerqué a ver y noté que era un sujeto a quien ya conocía, era Daro, estaba parado con Ria tomada del cuello, estaba riendo a carcajadas, me enfurecí de tal manera que corrí hacia él, corté con mi katana pero este desapareció.
De pronto todo se volvió oscuro y una luz se prendió directo sobre mí, al fondo de la oscuridad miré a todos mis amigos en sillas amarrados con cubre bocas, intenté correr hacia ellos, pero entre más me movía más se alejaban hasta que por fin se abrió una compuerta en el suelo que no vi y caí. Mientras caía oía las voces de todos, estaban decepcionados de mí, decían que era una vergüenza y que no los merecía y comencé a sentir que en realidad no los merecía, pero en eso una pequeña luz debajo de mí que se iba haciendo mayor hasta que por fin vi la forma, Ria, debajo de mi con los brazos extendidos. Estiré la mano para alcanzarla, pero cuando estuve a punto de hacerlo se apagó la luz y todo se detuvo un momento. Se volvió a encender la luz pero ahora de color rojo, estaba en un campo de batalla y Daro estaba frente a mí, era enorme, sacaba mi katana y peleaba contra él, pero era muy fuerte y por más que intentaba no podía atacarlo. Después de mucho pelear logré darle una vez y este desapareció, la luz se tornó amarilla de nuevo y estaban todos mis amigos frente a mí, aplaudiendo y arrojando arroz, junto a mi Ria, vestida de blanco, era mi boda, nos subíamos a la carroza y me disponía a besarla, pero ella me detuvo y dijo:
-Despierta.-
Yo no entendía que estaba pasando, lo volvió a repetir y por fin desperté de golpe. Ria estaba frente a mí y me abrazó:
-Tuviste una pesadilla y te intenté de despertar, pero no lo hacías...- comentó Ria asustada.
Cuando recobré mis sentidos comencé a pensar acerca de mi sueño, fue demasiado vivido para haber sido solo un sueño, era algo más, no podía ser solo un sueño, me recosté de nuevo para recobrar el aliento.
Aquella tarde no deje de pensar en aquel sueño, sabía que era algo más, que había algo más profundo dentro de aquel sueño así que me fui a la cuidad a investigar con médiums y gente que sabía de cultos oscuros y cosas por el estilo, pero llegué a la conclusión de que todos eran unos charlatanes y que ninguno me podía ayudar en verdad. Fue así que llegué a un monte, no muy alto, a las afueras de la cuidad. El paso hacia una pequeña choza en la cima del monte no se veía muy estable y parecía ser un largo recorrido hasta los pies de aquella choza, pero muchos me habían dicho que ahí vivía una de las mejores hechiceras de Grandsky; me dije a mi mismo que esperaba que así fuese porque llegar a ella no iba a ser fácil.
Pronto mientras caminaba me topé con una pared, literalmente a la mitad del camino había una pared que no me dejaba pasar y no se veía que se pudiera trepar o algo así que decidí pasarla por uno de los lados, donde se encontraba un acantilado relativamente alto, de unos treinta y algo de metros, pero no iba a dejar que el miedo de caerme me desalentara así que lo hice, me bajé hasta que pude tocar con los pies el relieve de la piedra y comencé a desplazarme hacia mi izquierda. Fue más cansado de lo que pensé y mucho más largo, pero por fin después de casi caer unas tres veces al vacío logré subir del otro lado de la pared. Caminé por más de dos horas por aquel estrecho y peligroso lugar y por fin llegué a los pies de la montaña, se veía la choza, la misma se veía destrozada y en malas condiciones, se me hacía raro que alguien viviera ahí.
El único problema de aquel lugar era que se encontraba en otro monte, no en el que yo estaba y lo único que los unía era un puente bastante fachoso que parecía que se rompería en cualquier momento, de nuevo tuve que ponerme a pensar unos momentos. Después de meditarlo tomé el primer paso, aquel pedazo de madera rechinó como si hubiera tenido cientos de años, aquello no me pareció en lo más mínimo seguro pero sabía que si quería saber la verdad acerca de mi sueño tendría que cruzar el puente. Los primeros pasos fueron decisivos y sabía que mi entrenamiento como ladrón profesional me ayudaría a cruzar sin apoyar mucho sobre cada pedazo de madera. Así que intenté de pensar en otra cosa para distraerme y no ponerme nervioso y cometer algún error, así que me puse a pensar en nombres para niño y para niña.
Cuando me di cuenta llevaba casi una docena de nombres para niño y para niña y ya había cruzado el puente, lo cual me dio mucha alegría, ahora todo lo que restaba era llegar con la mujer que me ayudaría con mi sueño.
En cuanto entré a la casa algo parecía extraño, la casa por dentro era muy distinta, de hecho no parecía casa, parecía más bien una mansión, era enorme, me di cuenta de que en realidad esta mujer no era solo cuento.
De pronto a lo largo del pasillo oí en la puerta del fondo la voz de una mujer que me decía que fuera hasta ella. Conforme me acercaba la voz se hacía cada vez más fuerte, hasta que llego a ser casi ensordecedor; cuando por fin toque la perilla de la puerta la voz se calló por completo y no se oía nada y entré. Detrás de mí se cerró la puerta y el cuarto se quedó obscuro por un par de segundos:
-Acércate...- oí una voz frente a mí.
Di un par de pasos al frente y el cuarto se iluminó de golpe, fue un brillo cegador y tarde segundos en acostumbrarme y poder ver de nuevo. Frente a mí, por fin, vi a una anciana decrepita, sus ojos blancos como la nieve y su pelo también, tenía una nariz enorme, y sus dientes, o los que le quedaban, eran color amarillo tirándole al café; tenía una sonrisa de oreja a oreja y una bata naranja con turbantes envolviéndola.
-Hola, Togi.- comentó la mujer.
-¿Cómo sabe mi nombre?- le pregunté intrigado.
-Sé mucho más que solo tu nombre, joven héroe, sé porque vienes y sé también que tienes una pregunta acerca de tu sueño, sé que llevas colgando de tu cuello el collar que te dejó tu hermana atrás cuando se fue después de despedirse de ti y de pedir perdón...- agregó.
-Pero ella nunca me pidió perdón...- le repliqué.
-Eso crees tú, pero piensa, ¿Por qué una bruja tan poderosa como Maria San arriesgaría sus poderes y todo por un joven estúpido si no fuera por culpa de lo que le ocasionó? El amor de tu hermana por ti le ablandó el corazón y la obligó a devolverte algo de lo que te había quitado, y de hecho por esa misma razón estas aquí, por ese regalo que la bruja te dejó...- volvió a hacerme pensar seriamente las cosas.
-¿Hablas del sueño? ¿El sueño es mi regalo?- le pregunté desconcertado.
-No inútil, no fue un sueño, fue una vista al futuro, y gracias a ese collar que tienes colgado es que puedes ver el futuro, te dio el mejor regalo que alguien puede recibir... el poder de controlar su destino. Pero que quedes advertido que con tal poder también tienes una gran responsabilidad y una gran carga sobre lo que suceda con la gente de tu alrededor... si aceptas ese regalo vas a conocer sufrimiento mayor al que jamás imaginaste y mientras más tiempo vivas con este regalo más desdichado serás, así que es tu decisión. Puedes quedarte con el collar y seguir viendo el futuro, pero que quede claro que solo controlas tú destino, el de los demás queda estrictamente fuera de tus manos y de interferir una desdicha mayor caerá sobre alguien a quien más estimas y amas. Por otro lado, puedes darme el collar y regresar por donde visite y dejar que el destino fluya en la dirección que debe fluir y solo ser parte de la corriente, la decisión es tuya... la siguiente vez que nos veamos tendrás que tomar tu decisión o grandes desastres caerán sobre la gente que te rodea...-
La mujer comenzó a reír frenéticamente y se creó como un hoyo negro en el centro de esta que empezó a chupar todo lo que estaba a su alrededor y cuando volví a abrir los ojos me encontraba de nuevo a los pies del monte, miré pero a la distancia la choza había desaparecido sin rastro, como si nunca hubiese estado ahí en primer lugar, miré a mi alrededor y la gente caminaba y hacía sus cosas como si nada hubiese pasado, decidí regresar a la mansión a pensar en mi decisión.
Aquella noche volví a tener el mismo sueño pero esta vez no me desperté en cuanto iba a besar a Ria, sino que se continuó, pero cada vez se veía más borroso, me encontraba sentado recostado sobre Ria, en una de las imágenes, junto a un árbol frente a un lago y a lo lejos se veía una casa hecha de madera y una pradera que se movía con el viento y brillaba de distintos colores. Aquella parte del sueño aunque borroso me provocó una gran paz en mí, de pronto durante el sueño el cielo se tornaba oscuro Godi aparecía en la lejanía del lago. De pronto voltee a ver a Ria y esta estaba completamente blanca, con los ojos cerrados, no podía ver si ella estaba dormida o si era algo más, en cuanto acerqué mi mano a ella la imagen cambio y me encontraba en un acantilado en una cascada, frente a mi sombras que me amenazaban y me empujaban al vacío, yo caía. En cuanto toqué el agua del rio me desperté asustado y Ria frente a mí todavía dormía.
Froté mis ojos con mis manos, todavía era de noche y me recosté un momento a ver el techo, tomé el collar de Maria y lo miré por unos segundos:
-Tengo que deshacerme de este collar...- me dije a mi mismo.
Así que lo tomé con fuerzas y lo arranque de mi cuello, pero antes de poder hacer nada lo seguí admirando unos momentos, era el último recuerdo de mi familia, iba a ser duro despedirse del pasado que nunca tuve pero siempre quise, un pasado feliz, con amor, pero debía hacerlo, para poder ver mi futuro tenía que dejar mi pasado, ahora lo sabía y no iba a perder mi camino por un pasado que nunca tuve y quizá nunca tendría así que me decidí y coloqué el collar sobre mi pecho y me volví a dormir.
A la mañana siguiente me dispuse a ir con la anciana pero no tenía idea de a dónde dirigirme pues la casa había desaparecido poco después de que hable con ella así que salí al balcón a pensar cual iba a ser mi siguiente movida. De pronto oí la voz de Ria hablándome, pero a la vez que voltee note que ella seguía dormida así que regresé a pensar, pero pronto volví a oír la voz de Ria, volví a voltear pero esta vez me asustó la anciana la cual aparentemente no conocía la palabra 'espacio personal' y aclarándose la voz preguntó:
-¿Has tomado tu decisión, no es así?-
Yo asentí con la cabeza y estiré el brazo con el collar y ella sonrió, no me dio buena espina aquella sonrisa, pero de todos modos no quité el brazo. La anciana preguntó mientras estiraba su brazo arrugado y flaco:
-¿Por qué decidiste deshacerte de esta pieza?-
-Porque en el poco tiempo que estuve con el collar me di cuenta de que yo no puedo cambiar mi destino... nadie puede, por lo que he decidido dejarme ir con la corriente...- contesté sin pensar.
De pronto oí un susurro muy fuerte dentro de mi oído, como si alguien o algo me estuviera observando:
-¡No se lo des!-
En ese momento tiré de mi brazo y no deje que la anciana tomara del collar. Está muy enojada gritó que se lo diera, le dije que no lo haría, ella se enojó todavía más y comenzó a escupir palabras que no tenían sentido y empezó a hacerse más grande así que corrí por mi katana para al menos tener algo con que defenderme, en cuanto voltee para atacar la anciana se había convertido en una niña, de aproximadamente cinco años, me dijo que iba a arrepentirme y desapareció, a su vez apareció una niña de unos quince o catorce años, con un vestido blanco con azul y con sombrero puntiagudo que llegué a reconocer. Aquel remedo de adolecente tenía la pinta de toda una bruja que apareció en una bola de humo y se me acercó entre cayéndose mientras tosía porque aquel humo no la dejaba respirar aparentemente.
En cuanto estuvo muy cerca de mí y pudo levantarse bien me miró directamente a los ojos y sonrió, en mi vida la había visto ni tenía idea de donde había salido. En cuanto por fin se dio cuenta de lo que estaba pasando estiró la mano lo suficiente para no golpearme y para que supiera que estaba pasando y abrió la boca:
-¡Hola! Mi nombre es Michelle Rogers y te he estado observando desde que llegaste a Grindonstown. También tuve el placer de salvarte en Bandits cuando estabas a punto de morir; me encantó tu actuación como el héroe de la película (¿película?) dentro de la mansión de los Rinne... mucho gusto, soy gran admiradora tuya.-
No sabía por dónde entrar:
-¿Grindonstown... acaso ese pueblo era el pueblo oficial de los hechiceros y brujas de todo Grandsky o qué?- me pregunté.
Le di la mano, pensé que sería, sino lo más sensato, al menos lo más cortes y le contesté:
-Bueno Michelle, yo me llamo Togi...-
-¡Lo sé!- me interrumpió.
Continué:
-La razón por la que estuve en Grindonstown fue porque mi aparente hermana...-
-¡Lo sé! Te llevó de excursión a que vieras sobre tu pasado.- volvió a interrumpirme.
Sonrió muy incómodamente y yo intenté seguirle la sonrisa mas no pude:
-Bueno, si ya lo sabes, ¿Por qué no mejor hablamos de ti?- agregué.
-Qué bueno que preguntaste...-
Sabía que me iba arrepentir de haberlo preguntado:
-Veras, yo vengo de...- comenzó pero se detuvo.
Hubo un gran silencio y continuó:
-Bueno, de donde yo vengo no importa, lo que importa es que admiro mucho lo que estás haciendo por todos, y por todos me refiero a Grandsky, y quiero ser una de tus seguidoras para poder ayudarte a vencer al mal, seríamos como un muy buen equipo, piénsalo... seríamos inseparables...-
Todo sonaba tentador, pero conforme avanzó las últimas dos palabras tomaron un tono bajo y muy lento, comencé a pensar que tal vez había merecido un castigo de los dioses.
Cada vez se acercaba más a mi cara con sus ojos de loca, así que la tomé de los hombros y le dije:
-Mira, no es por nada, pero la última vez que acepté a una bruja, pues... casi muero, ¿sabes?-
-¡Lo sé! En Rokenteru, sé todo al respecto, lo leí en tus libros (¿Qué libros?) y te prometo que nunca voy a venderte a Robert o a cualquier otro hombre como él.- me dijo Michelle.
La niña me pareció de cierto modo tierna, como cuando vez a un gato indefenso en la calle y simplemente te lo quieres llevar a tu casa, solo que esta vez el gato no solo acabaría con mis muebles; además, ya tenía más que a suficientes cabezas huecas con Roko y Bob en el equipo. De pronto oí una voz que salía de la cama:
-¡Ria!- dijimos los dos al mismo tiempo y Michelle corrió a abrazarla, yo me quedé inmóvil sin saber que acababa de pasar.
En cuanto Ria se dio cuenta de que no era yo quien la estaba abrazando comenzó a asustarse, me acerqué a la cama y dije:
-Por cierto, tú fuiste quien alejo a la hechicera, ¿Cierto? Gracias.-
Michelle soltó a Ria y su cara se puso tan roja de la emoción que pensé que iba a explotar, y de pronto colapsó y cayó rendida en la cama, Ria y yo decidimos dejara ahí en lo que se recuperaba.
Estando en la mesa desayunando todos estábamos Ria y yo hablando de lo que había pasado hacia un par de horas, le expliqué el contexto de lo que había pasado mas no la razón, ya que la existencia del collar no podía decírselo a nadie ni ningún comentario acerca de este. De pronto el ruido del comedor se convirtió en silencio cuando bajó la susodicha entre dormida a ver que era todo lo que estaba pasando.
En cuanto llegó al comedor Bob y Roko no dudaron en correr a saludarla, sabía que algo malo iba a pasar y antes de que pudiera decir nada Michelle les había arrojado una cubeta de agua a ambos pero aparentemente el agua estaba congelada por lo que cayeron inconscientes. Al hacer esto pidió perdón, pero llegó Dim y le dijo que no se preocupara, que era completamente normal y que siempre hacían lo mismo ellos dos. Por fin despertó por completo Michelle y de nuevo me pidió que la aceptara en el grupo, por supuesto no contesté hasta no hablar con los demás, nadie sabía nada de ella pero a todo les daba curiosidad saber de donde venía y que era lo que quería al unirse con nosotros, así que no fue necesaria mi opinión para que todos aceptaran meterla al equipo; yo miré a Ria quien estaba de pie y siendo abrazada por Michelle, pensé que tal vez no sería tan mala idea tener a una bruja de nuestro lado, aunque seguía teniendo mis sospechas acerca de ella.
Habían pasado un par de semanas desde de la llegada de aquella inquilina, que seguía sin darme confianza, y mucho no había pasado.
Aquel día se acercó un anciano encapuchado a la mansión y se quedó ahí por un momento hasta que fui hacia él, no podía verle la cara ni las manos ya que estaban entrecruzadas. Le pregunté qué era lo qué quería, sentí una terrible presencia frente a mí y sabía que esta presencia era mala, me acerqué un poco más para poder oír lo que susurraba. Michelle también estaba interesada en aquella figura por lo que se acercó detrás de mí. Una vez que estuve lo suficientemente cerca de él pude ver como se formaba una sonrisa en su cara, una sonrisa malévola, no perdí un segundo más y saqué mi katana, pero este detuvo el golpe con la mano, seguía sonriendo y me miró directamente a los ojos, pude ver en sus ojos que algo malo estaba por ocurrir, caí al suelo y el sujeto me susurró algo al oído que no pude descifrar en algún dialecto antiguo y después de eso se fue, como si nada, y desvaneció.
Michelle me ayudó a levantarme y le pregunté quien había sido aquel sujeto, ella no lo dijo pero me sonrió, yo sabía que ella si sabía quién era pero no me lo iba a decir y se fue volando al cuarto donde estaba Ria dormida, yo me metí a la mansión sin saber que había pasado ni lo que pasaría, en sus ojos noté un fuego que ardía y gritos, la imagen se veía borrosa pero de cierta manera el lugar me parecía familiar pero la gente que aparecía en la imagen se veía tan borrosa que no alcancé a distinguir.
Sin embargo, pude reconocer a una figura de entre las demás, era Taisho, pero no sabía qué hacía él ahí, se veía en apuros pero no supe porque. En cuanto estuve en la sala me senté junto al fuego donde me puse a meditar sobre lo que había acabado de ver. Pronto comencé a oír un sonido hermoso, jamás había oído tal melodía en mi vida y parecía provenir del que era el cuarto de Kaizo, así que me dirigí hacía ahí. En cuanto estuve a los pies de la puerta el sonido era casi palpable, la melodía era hermosa, así que entré y vi a Ria sentada en un tipo de silla con un instrumento enorme al que ella llamó 'piano', me acerqué en silenció y me senté junto a ella, ella no se detuvo y continuo con lo que estaba haciendo y me dijo:
-Kaizo me enseñó a tocar el piano y me dijo que estaría abierta la puerta de su cuarto siempre que estuviese triste, resultó ayudarme cuando te llevaron a Rokenteru... lo he tocado siempre que te ibas a una de tus misiones en la espera de que volvieras , siempre teniendo fe en que volverías pero sabiendo que tal vez no lo harías... pero sabes, a Kaizo le faltó mencionar algo sobre este piano, me dijo que lo tocara cuando estuviera triste, pero nunca me dijo que lo tocara cuando estuviera feliz y ahora que me enteré de que seríamos padres no pude demostrar mi felicidad más que de esta manera...-
Jamás la había visto tan radiante, tocaba aquella melodía con la misma facilidad con la que el viento te despeina o con la misma facilidad que un día nublado se convierte en uno soleado, logró hacer que todo lo malo que pensaba desapareciera y le pedí que me enseñara a tocar como ella y ella se detuvo y con una sonrisa en la boca aceptó el reto. Aquel día aprendí tantas cosas y desde entonces pude despejar mi mente y enfocarla en lo que yo quisiera sin tener que pensar en todo al mismo tiempo.
Desde que había regresado de Grindonstown y había recibido la increíble noticia de que iba a ser padre habían pasado ya unos dos meses, en los cuales intenté de no hacer mucho pues tenía que cuidar de Ria quien se debilitaba un poco con el tiempo y cuya panza aumentaba de tamaño rápidamente.
Un día mientras caminaba por los pasillos de la mansión pensando cual sería mi siguiente misión oí un ruido, como algo rompiéndose en el cuarto donde descansaba Ria, corrí y al llegar observé una figura saliendo de la ventana y la cama vacía. Corrí hacia el balcón y vi a la figura que se había quedado frente a la entrada de la mansión, tenía a Ria entre sus brazos. En cuanto llegué le grité a todos que salieran y estos corrieron a mí. Le pregunté al sujeto que era lo que quería, este solo rio y después de unos momentos abrió la boca y con voz siniestra dijo:
-Mírate, oh gran héroe de Grandsky, temblando ante el miedo de perder a la mujer que amas; ¿cómo piensas derrotarme si no puedes ni salvar a una mujer? Ya me cansé de ver como juegas por todo el mundo sin hacer nada, creí que ver cómo te acercabas a mí sería más divertido, pero ya me aburrí, así que he decidido darte dos sorpresas; la primera...-
Soltó a Ria y al alzar la mano, Ria también lo hizo, el sujeto colocó su mano en el abdomen de Ria y dijo:
-... tu mujer no será fértil mientras yo viva y jamás tendrás descendencia.- dijo con gran odio.
Dicho esto una luz color naranja salió de su mano y Ria comenzó a gritar, corrí hacia él y lo ataqué, pero en el momento en el que mi espada lo tocó desapareció, tomé a Ria entre mis brazos, estaba inconsciente, y le dije a Sandi y a Jack que la cuidaran y fui tras la figura que se volvía a regenerar. En cuanto llegué a donde estaba la bola de humo lo golpee y esta cayó al suelo haciendo un hoyo en el mismo. El humo se despejo y lo vi, con sus ojos llenos de sangre, era Godi Daro, o al menos una sombra que lo representaba, como un clon.
Finalmente había aparecido frente a mí, recordé la última vez que lo vi, en mi pueblo donde viví mi infancia, en su caballo negro, sonriente mientras se quemaba todo. Caí al suelo y lo volví a atacar, este sacó una espada enorme y comenzamos a pelear. Este, con voz soberbia me dijo que no esperaba menos del discípulo de Taisho, yo le pregunté que como lo conocía, se detuvo y me dijo:
-Yo lo entrené...- dijo con voz siniestra y se rio fuertemente. Continuamos peleando por un buen rato, yo ya no podía, era demasiado fuerte, así que con un golpe de su espada salí volando y golpee con un árbol. Godi saltó hacia mí e intentó cortarme por la mitad, pero con lo que me quedaba de fuerzas logré defenderme, estaba exhausto. Godi volvió a balancear su espada sobre mí, pero una espada logró detener el golpe, miré hacia mi derecha y vi a Taisho:
-Siento la tardanza...- dijo, con su voz irritante, como siempre.
Me reí y me ayudó a pararme y ambos comenzamos a pelear, haciendo que el clon de Godi retrocediera. Este muy indignado me señaló y dijo:
-Te esperaré pronto, joven héroe, más te vale ser más fuerte, sino acabaré con todos a los que amas...-
Rio y se desvaneció en una bola de humo. Suspiré fuertemente y Taisho me tomó del brazo y me dijo que tendríamos que entrenar, aparentemente Godi había ganado también mucha fuerza desde la última vez que vio a Taisho, acepté ansiosamente y Taisho me sonrió, sabía que esa sonrisa no era buena, pero no me quedaba de otra.
Llegando a la mansión tuve que decirles a mis compañeros que me iría un tiempo para poderme hacer más fuerte y poder vencer a Godi, pero primero tenía que ver a Ria, como estaba. Cuando llegué al cuarto, estaban Jun y Dim al pendiente de ella, me acerqué pero ellas me alejaron, me dijeron que iba a tardar unos días, o incluso semanas en recuperarse, les mencione de mi entrenamiento, ellas se miraron entre sí y Dim se levantó y me tomó del cuello, bruscamente, me dijo que si quería volver con vida, tendría que apurarme porque tenía que estar ahí cuando Ria despertara, le dije que lo haría pero que ellas cuidaran de Ria, ambas aceptaron y me dirigí a donde estaba Taisho.
Me despedí de todos mientras me iba en camino. Me puse a pensar unos momentos y me detuve:
-¿A dónde vamos?-
-A Zoriteo...- contestó Taisho.
Me tiré al suelo, no era posible que iba a regresar a aquel infierno después de tantos años de sufrimiento, juré nunca más volver ahí después de dejar aquella isla con Ria hacía un año:
-¿Por qué me haces esto, Taisho?-
-Llámame maestro, y es para tu entrenamiento, aparentemente en este año que te solté no has aprendido nada y solo has estado de amoroso con Ria, incluso la embarazaste... ¡Qué vergüenza! Deberías estar apenado, después de todo es como tu hermana...- me dijo con indignación.
-¡No es mi hermana! ¡Y tú no eres mi papá! Deja de decir esas cosas, me haces sentir raro, Ria es mi novia y lo ha sido desde que la rescate hace cuatro años de las manos de mi propia hermana...- le dije yo indignado.
-Así que si has aprendido algo, ¿no?- me felicitó Taisho.
-¿Por qué nunca me dijiste? Además tú la cuidaste junto con Robert, pudiste ahorrarme muchos problemas...- le pregunté sin idea.
-Lo sé, lo siento, pero Maria San sabía que te encontraría y que te entrenaría y me pidió que no dijera nada, me pidió que te hiciera más fuerte y que cuando sintiera que ya estabas listo te enviara a una misión para matarla y poderte hacerte aún más fuerte; ella siempre supo de tu futuro pero no dejó saber mucho más de eso, parte de un reglamento, me comentó...- me respondió con una sonrisa.
-Llevaste a la muerte a tu propia hija...- contesté muy indignado.
-no sabía que era lo que iba a ocurrir pero sabía que habrían sacrificios que debía afrontar, deudas que debía pagar para que tú te hicieras más fuerte y así pudieras cumplir con tu destino.- contestó dolido.
No volví a hablar en todo el viaje, ya no sabía que creer más, nada hacía sentido para mí.
Mi entrenamiento duró un mes, fue un entrenamiento exhaustivo, Taisho me hizo cargar rocas de cientos de kilogramos, subir y bajar la montaña varias veces, me alimentaba con puro arroz, ni siquiera tenía donde dormir, dormía en el suelo con frio y temor de que los lobos me atacaran mientras dormía. Aquel infierno fue todavía más doloroso que el que había sufrido por años bajo las garras de aquel monstruo que se hacía llamar mi maestro y padre. Incluso en un momento me hizo pelear con un monstruo, el cual nunca supe que era, solo que obedecía las órdenes de Taisho y era muy bueno peleando, perdí varias veces contra el mismo y cuando por fin logre vencerlo Taisho me hizo pelear con él.
Peleamos por días sin descanso, noche y día, con lluvia y sin comida, Taisho nada mas no quería dejar de pelear, yo ya no podía, pero me dijo que o duraba lo que durara la pelea, o le ganaba o moría, no me parecía muy justo pero no podía negarme por lo que sabía que tenía que seguir peleando.
En un momento durante la pelea Taisho logró desarmarme, no había pasado nunca, y me atacó, pero por suerte logré detener su espada con mis manos, a la misma la patee y salió volando, corrí hacia mi katana y ambos cruzamos nuestras espadas, en eso la pelea se tornó más seria, Taisho atravesó mi brazo derecho con su espada y yo con un golpe final logré atravesar su abdomen y después su cuello. Taisho sonrió y abrió la boca para decir:
-Felicidades Togi, lo lograste, venciste a tu maestro, estoy seguro que podrás vencer a Godi sin problema...-
Dicho esto bajó el brazo y sangre comenzó a fluir de su cuello, Taisho se cayó al suelo y yo coloqué mi mano sobre este. Los últimos dos días lo cuidé en lo que se recuperaba y cuando por fin estuvo bien volvimos a la mansión donde me esperaba Ria.
Por fin estaba de vuelta en casa, todavía era de día y corrí a saludar a todos, Taisho seguía débil pero ya se podía mover y me siguió a lo lejos. En cuanto llegué al cuarto de Ria y entré la vi sentada, Jun todavía estaba recostada sobre la cama, pareciera que Ria acababa de despertar, aquella panza de embarazada había desaparecido por completo, me miró y una sonrisa acompañada de lágrimas se vieron en su rostro, me acerqué a ella lentamente y en cuanto estuve los suficientemente cerca la abracé y le besé la frente, ella se soltó a llorar, le dije que Godi pagaría por lo que le había hecho y que volveríamos a intentarlo una vez que este ya no estuviera en la imagen y podíamos vivir felices de nuevo, ella asintió con la cabeza aun sobre mi pecho.
Me recosté sobre la cama y Ria se recostó sobre mí y me quedé dormido, ya no supe que pasó con Taisho, mandé a Bob y a Roko a dejarlo en el cuarto de Kaizo, donde podría descansar y recuperarse para volver a hacer lo que sea que él hacía cuando no estaba observándome.
De pronto me desperté, había oído un golpe en la sala, me dirigí hacia el pasillo y cuando llegue a las escaleras miré a Roko, Bob, Jack y Sandi con cubetas, había un incendio dentro de la casa, corrí de nuevo al cuarto, tenía que sacar a Ria de ahí. Al llegar, Ria estaba en el suelo, le pregunté qué había pasado, me dijo que había visto a la misma silueta que se la había llevado hacia dos semanas.
-¡Godi Daro!- pensé y me apuré a tomarla entre mis brazos y corrí hacia la salida.
Les grité que dejaran el fuego a mis amigos y que se dirigieran a la salida, en cuanto estuvimos ahí me puse a contarlos a todos para ver que si estuviéramos completos:
-... 7, 8, 9... somos todos, ¿no...? ¡Taisho!- me percaté un poco tarde.
Dejé a Ria con los demás y volví a entrar. Entrando miré hacia arriba de las escaleras y miré a Taisho intentando escapar, pero seguía muy débil, corrí hacia él, pero en cuanto subía las escaleras cayó parte del techo frente a mí, destruyendo por completo las escaleras. En ese momento miré hacia donde estaba Taisho y me llegó la visión que había visto aquel día mientras todavía poseía el collar en mí. Recordé que el collar estaba en mi cuarto, pero primero debía salvar a mi maestro.
Cuando por fin logré subir miré a Taisho de espaldas, inmóvil, de pronto vi como algo se movía frente a él, una figura, que desapareció; en cuanto lo hizo, Taisho cayó al suelo, corrí hacia él y lo tomé en mis brazos, este me miró y comenzó a reír, pero su risa se cortó por tos con sangre:
-Siempre creí que me iría por mano tuya, no por la mano del hombre que, como a ti, me salvó de la calle... ahora te daré la última lección que tu maestro te puede dar... cuida de la gente que amas, nunca dejes que sufran y siempre ve por el bien de ellos, no importa cuánto cueste, siempre tienes que ayudar al mayor número posible, pero cuida especialmente de la gente que vive cerca de tu corazón, ellos siempre son los que más cuidan de ti... no lo olvides, hijo mío.-
Reí entrecortado e incómodo, salió una lágrima de mi ojo y la limpié rápidamente:
-Que no soy tu hijo...- le repliqué.
-Lo sé, me gusta molestar... pero prométeme que no vas a olvidad a los que te aman, promételo... yo lo hice y los perdí a todos, y así como tú, solo era un niño... no los pierdas, y cuida mucho de Ria, dile que la amo y que la voy a extrañar... dile que iré con Riley, dile que voy con mi hija finalmente...- se despidió con dolor y con tristeza, pero a la vez con una gran paz.
Dicho esto me entregó su espada, me pidió que siguiera con su legado y así lo haría hasta mi último aliento, jamás olvidaría a mis amigos ni a los que me querían, nunca.
Pronto logré salir con Taisho en mis brazos, poco después de esto comenzó a llover. Lo dejé en el suelo y me arrodillé frente a él en señal de respeto, Ria corrió a su vez y se detuvo a ver lo que había pasado, se arrodilló frente a mí y comenzó a llorar sobre el pecho de nuestro mentor, oí un tenue 'papá' que provenía de la boca de Ria, la tomé en mis brazos y siguió llorando.
Todos se pusieron alrededor del cuerpo y se arrodillaron a su vez, y alcé la cabeza y comencé:
-Gracias por darme la fuerza para vencer mis miedos y seguir adelante...-
-Gracias por cuidar de nosotros cuando nadie más lo hubiera hecho...- dijo Ria.
-Gracias por darnos a un líder humilde que nos ayudó cuando más lo necesitábamos...- dijo Dim.
En eso un gran 'gracias' resonó por todos los escombros de la mansión.
-Gracias por darme lo que nunca tuve... una familia.- dije finalmente yo y con eso hubo un gran silencio.
Solo se oía la lluvia, el fuego había cesado y solo quedaban escombros y pedazos de pared, la casa se había venido abajo casi por completo. Le quité la capa a Taisho y la coloqué sobre su cuerpo y le crucé los brazos, después de eso me levanté con una gran ira. Miré al cielo y le prometí a Taisho y a todos los que estaban presentes que acabaría con Godi Daro y que le devolvería su trono a la reina legitima. Le pedí a Roko, Jack y a Bob que fueran por dos carrozas, que nos iríamos de Wolfics.
Ellos se fueron en camino por los caballos y en cuanto llegaron me llevé el cuerpo de Taisho a la carroza recostado en un ataúd junto con ellos. Les pedí a todos que nos dejaran a Ria y a mí en una con Taisho, todos accedieron sin decir una palabra. Seguía muy enojado, no podía con mi ira, pero me contuve y me dirigí a mi cuarto donde estaba el collar de Maria.
Cuando por fin logré hacerme paso al cuarto y llegué al cajón donde estaba el collar, lo abrí y estaba vacío, en ese momento lo perdí, agarré el cajón y lo aventé, agarraba cosas y las estrellaba y golpeaba la pared, tenía que sacar mi ira de alguna manera. Cuando pude tranquilizarme un poco me senté sobre la cama y Michelle dejó a Ria en el cuarto y se fue volando; Ria se paró frente a mí y me tomó en sus brazos y me dijo que todo iba a salir bien, me reí un poco, estaba usando mi frase en mi contra, pero aun así la abracé:
-Godi estaba en búsqueda del collar que me dio mi hermana, por eso estuvo aquí... ese collar es muy importante para mí, lo necesito.-
-Lo se...- dijo Michelle seria detrás de mí.
-Yo sé que es muy importante para ti, por eso lo guardé, porque sabía que Godi estaba en busca del collar...- continuó diciendo Michelle.
Solté a Ria y miré hacia atrás de mí, me levanté y me dirigí hacia donde estaba Michelle:
-¿¡Lo escondiste!? ¿Por qué harías algo como eso?- pregunté sorprendido y enojado a la vez.
Me acerqué a Michelle y la ahorqué, estaba demasiado enojado para pensar con claridad, pero Ria me detuvo. Michelle se tiró al suelo intentando recuperar el aliento:
-Lo guardé porque sabía que Daro lo quería, ya había venido una vez por él, lo sé porque yo evité que se lo dieras aquella vez que nos conocimos, él se disfrazó de anciana porque sabía que estabas en búsqueda de respuestas y también sabía de las intenciones de Maria para darte a ti su tesoro más preciado, por eso te usó, pero llegué a tiempo, Madde... Maria me mandó a cuidarte, sabía que necesitarías mi ayuda en algún momento y aquí estoy para ayudarte, te dije que podríamos ser un buen equipo.-
En el momento no capté lo que había dicho y no le contesté, solo la miré por un momento y me voltee, me detuve y le dije:
-Te creo, pero a la primera que me traiciones o sienta que me traicionaste acompañas a Maria, ¿me oíste?-
No la voltee a ver, pero sentí su sonrisa aun cuando no viera, me abrazó y Ria me sonrió, yo le sonreí de regreso. Después de unos momentos oí a los caballos relinchando, le dije a Michelle que llevara Ria a la carroza y yo me fui por mi parte caminando, pero no sin antes pasar al cuarto de Kaizo y agradecerle todo lo que hizo por nosotros, en vida y en muerte.
Una vez que me despedí nos fuimos, nuestras direcciones eran dos, Ria y yo nos iríamos a Zoriteo a enterrar a Taisho, mientras los demás se irían a Beltasia, un castillo que se encontraba a las afueras de Bandits, donde la familia de Roko, quien aparentemente era príncipe, nos podría ayudar.
Le dije a Roko que él estaba encargado de todos en lo que Ria y yo regresábamos, este accedió con orgullo y nos fuimos cada quien por nuestro lado.
Al poco tiempo llegamos Ria y yo a Zoriteo, en cuanto bajamos de la carroza el pueblo completo nos recibió, como si supieran que había sucedido. Me acerque al jefe del pueblo, el señor Fransuas Grand; este era un hombre mayor, muy chaparro, tenía un gran corazón, de chiquitos a Ria y a mí nos trató como si fuera nuestro abuelo, siempre llevaba un sonrisa en la cara, excepto ahora.
En cuanto me acerqué a él agaché la cabeza, todo el mundo estaba callado, algunas de las señoras del pueblo comenzaron a llorar, el anciano me tomó del hombro y dijo:
-Siempre los quiso a Ria y a ti, siempre quiso lo mejor para ustedes dos; sé que es difícil dejarlo ir, Taisho siempre los consideró como sus hijos y sé que aunque no fue el mejor mentor y fue muy exigente solo quiso que fueran felices, igual que todos los que estamos aquí, queremos verlos felices y queremos que sean grandes personas como el hombre que los educó y cuidó durante su infancia.-
Lo miré con lágrimas en los ojos y me abrazó, todos en el pueblo se acercó a nosotros y todos nos abrazaron y los ayudaron a llevar el ataúd de Taisho al panteón a las afueras del pueblo. Después del entierro comenzó a llover, todo el pueblo regresó a sus casas, el anciano se despidió y dio su pésame y nos dijo que su puerta siempre estaba abierta para nosotros, se lo agradecí y Ria lo abrazó mientras lloraba, le dije que estaríamos bien y que volveríamos con nuestros amigos, pero él nos ofreció quedarnos en su casa pues ya era tarde.
Miré a Ria quien estaba fatigada y se había quedado dormida en la carroza de tanto llorar, y acepté pero me dijo que había una condición si nos quedábamos, le pregunté cuál era y me tomó del hombro diciendo que teníamos que volver en algún momento, le sonreí y acepté volver cuando todo se solucionara.
Fue una noche difícil, no pude dormir en lo absoluto, miré el techo un buen rato, no se parecía al del cuarto de Ria en la mansión de Kaizo, me quedé toda la noche pensando en Taisho y que era lo que habría podido haber hecho para ayudarlo y también me puse a pensar cual era mi siguiente movida, Godi ya nos había mostrado su cara, era hora de devolverle el favor y esta vez nada me iba a detener.
En la mañana decidimos partir y le agradecimos a Fransuas su hospitalidad y nos fuimos pero no sin antes despedirnos por última vez de Taisho y de su casa, donde habíamos vivido por tantos años. Fue un golpe de recuerdos muy nostálgicos, detrás de la mansión de Taisho había un lago hermoso, donde solíamos jugar Ria y yo de pequeños, siempre quisimos vivir cerca de aquel lago con Taisho pero este nunca tuvo tiempo para nosotros, o al menos para mí, siempre con sus misiones y con sus entrenamientos excesivos, pareciere que solo tenía tiempo para Riley y para Ria, yo no tenía un solo recuerdo bueno con Taisho mas que cuando me dio mi primera katana en mi décimo cuarto cumpleaños, poco antes de que nos mandara a aquella misión en TranDrick a matar a mi hermana. Creo que fue la única vez que vi a Taisho llorar, cuando le dije lo que le había pasado a su hija, cuando le dije que Riley había muerto. A partir de aquel día Taisho se volvió mucho más exigente, no lo culpo, fue mi culpa que le hubiera pasado eso a Riley, no hice lo que debía de haber hecho, pero ahora las cosas tenían mucho más sentido.

En un Solo Segundo por Santiago BravoWhere stories live. Discover now