PRÓLOGO

1.5K 59 42
                                    

Nuestros hijos

Rick

Más de seis meses para un cambio. Seis meses de mucho trabajo que va progresando poco a poco en ayuda de personas que quieren el cambio que tanto han querido luego de sus pérdidas. Es muy difícil, pero sé que está valiendo la pena... o eso es lo que creo. Busco progresar las cosas. Busco más allá de lo que mi mente se mantuvo al principio de Alexandria.
   
Saco la carta de Meredith que está guardada sobre ese baúl de madera pequeño, mis dedos repasan cada decoración bañada de un color opaco antes de que mis ojos caigan en esa hoja de papel algo descuidada. Una carta que solo Michonne sabe de su existencia hasta ahora, sabe las palabras que la madre de Jennette dirigió a mí antes de morir.

Por algunas noches no me dejan dormir los últimos recuerdos que tengo con ella, aún recuerdo esa charla que tuvimos en la habitación. Las pienso y las repaso una y otra vez como solía hacerlo en el trabajo cuando los alguaciles les hacían preguntas a delincuentes. Meredith estaba tan pálida, pero todavía tenía fuerzas para decirme cosas importantes. Recuerdo mi esfuerzo por no explotar en esa habitación y gritarle sus verdades, me resistí en preguntarle por qué abandonó a sus hijas, por qué les hizo tanto daño, por qué las traicionó. Fue agotador esos pocos minutos. Terminé con un dolor de cabeza.
   
Michonne entra a la habitación envuelta en una toalla de bata junto con otra enredada en su cabeza. Al pasar por mi lado un agradable olor atrapo, un aroma tan delicado que a la prima caricia me relajo. Es como un ser hecho de flores. Dejo la carta a un lado para regresarla a ver, para mi sorpresa, ella ya tiene sus ojos castaños en esa hoja que estoy arrugando con una sola mano. Sabe lo que me pasa, siempre lo sabe.

Toma el frasco de plástico color rosa pastel, agarra sobre sus dedos una gran cantidad de esa pastosa sustancia perfumada y se la esparce por las manos. Miro sus movimientos. Tiene una piel bastante lisa y suave, una que me encanta apreciar y tocar por las noches.
   
—De nuevo estabas viendo la carta de Meredith— logra articular como una acusación inocente —Siempre que pasa algo con Jennette, la lees. Rick, Meredith no se comunicará contigo por una hoja.
   
Una sonrisa floja se me dibuja en el rostro porque es la verdad. Necesito recordar las palabras de Meredith. Lo necesito por Jennette.

La regreso a ver, ella se sienta en la cama volviendo a echar crema perfumada desde los tobillos hasta las rodillas. Mis ojos no se apartan de esa parte del cuerpo que brilla con la iluminación que entra por la ventana. Al notar mi silencio se detiene y asiento como un bobo al notar que quiere palabras de mi parte.
  
—Sí, Jennette…— guardo silencio por unos segundos doblando de nuevo la carta en dos —Creo que me odia por la decisión.

Una extraña sensación en el estómago se siente cuando digo esas palabras en voz alta, si bien es cierto, Jennette es como una hija para mí. Ha hecho feliz a Carl, hizo que él volviera a sonreír después de perder a su madre.
  
—No creo que te odie— se levanta de la cama esparciendo la crema restante en las manos —Es una chica que solo se estaba enfocando en matar a Celeste. Ella esperaba ver que mataras a Negan. Aunque no fue así, sé que hiciste lo correcto porque es lo siempre haces.
  
—No todos piensan eso— declaro con lastima.

Tampoco puedo obligar a la gente a pensar otra cosa. Los hechos están, hay pruebas de que podemos tener otro mundo. A fin de cuentas, ya no me siento como antes con Jennette por más que lo intente. Después de esto ya no es lo mismo.

Michonne suspira hondo porque sabe que estoy en lo correcto. Lo ha visto con sus propios ojos cómo Jennette me evita o acorta las palabras conmigo. Ella termina de acercarse y me da un beso en los labios tan delicado como para tener cuidado de mí, de demostrarme el apoyo que me da día y noche. Yo lo tomo como un dulce consuelo.
   
—¿Entonces te quedarás viendo la carta de Meredith como si ahí estuviera la respuesta?— bajo mis manos a su cintura y acariciarla por encima de la toalla.
   
Regreso ver la hoja fugazmente.
    
—No por supuesto que no— balbuceo.

•𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐑𝐄𝐒𝐈𝐒𝐓𝐄• || CARL GRIMES || [TWD]                             Where stories live. Discover now