𝗙𝗘𝗔𝗥 ─── CHAPTER II.

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Habían pasado cinco días desde aquel incidente, Yulia fue quién encontró a sus superiores agonizando mientras Seven lloraba sobre aquella fría camilla. Médicos atendieron a los heridos y claro que Seven recibió su castigo por lo que ellos habían provocado.
Sexto día. Viaje a Indiana, Hawkins. Yulia y Alexei viajaban junto la "criatura" mientras que todo el ejército ruso cargaba en barcos y avionetas todo lo que necesitaban.
Instalarse en Hawkins le llevó más de lo calculado, la compra de terrenos, cambio de identidades, construcciones imprevistas; incidentes que no habían medido.

-¿Estás diciendo que estaban postrados en el piso, soltando espuma como perro con rabia? - Preguntó con un tono divertido el científico de cabello rizado.
-Alexei, sé perfectamente lo que vi y tú... - Miró a su alrededor antes de acercarse a él, lo suficiente como para poder susurrarle. -Y tú sabes que esto hace tiempo no ocurría, para ser precisos, desde su adopción.

Alexei se quitó las gafas y comenzó a limpiarlas con lentitud con la punta de su bata. Conocían a Seven desde hace trece años, pero jamás supieron cómo o cuándo podía crear ilusiones, qué tipo de ilusiones, si eran dañinas o no; pues las únicas dos veces que pasaba eso, acababa desmayándose.

-Yulia, sabes lo extraordinaria que es ¿Te sorprende un pequeño traumatismo? - Intentó arreglar el sentido de la conversación el científico mientras se colocaba nuevamente las gafas.
-Extraordinariamente peligrosa también.

﹝•••﹞

Pruebas, exámenes, clases; despertar, comer, dormir; repetir, castigos.
Seven solo pudo sentir la divina brisa del verano golpeando su rostro una vez desde que llegó del invierno interminable.
Prometieron que saldría quince minutos al día.
Mintieron, como siempre hacen.

-Seven, levántate. -

Su voz le dio un horrible escalofrío por lo que no dudó ni un segundo en pararse de su "cama". El coronel Ozerov miraba con total seriedad a la pequeña pelirroja, su rostro burlón le disgustaba, sus ojos daban miedo, parecían mares peligrosos por los cuales nadar, por eso normalmente mantenía su cabeza baja frente a él.

-Hoy tendrás un entrenamiento más... Movido. - Su sonrisa retorcida hizo que la muchacha no dudara en asentir.


Se encontraba junto a Yulia, tomaba su mano mientras la mujer le sonreía y le hablaba de algo que Seven ni siquiera escuchaba.
Mientras esperaba que la escoltaran hacia el lugar de entrenamiento una horrible visión vino a ella: "-Si. No. No. -Corre. -MAYDAY. -" Esas seis palabras rebotaban en su cabeza mientras veía la instalación ensangrentada, las luces titilaban y una horrible alarma sonaba cada vez más fuerte.

Finalmente el inacabable pasillo se topó con una puerta metálica, levantó la mirada hacia Yulia quién ahora había soltado su mano.

-No puedo entrar contigo, cariño. Tengo trabajo que hacer, pero el Coronel estará contigo. - Con total dulzura habló con ella mientras se ponía de cuclillas para estar a su altura. -No te asustes, todo saldrá bien... Y si no es así, recuerda que aquí estaré para cuidarte. - Acarició su rostro y luego volvió a su postura normal, agitó su mano para acto seguido caminar en dirección opuesta de la puerta.
Cálido. Ella es cálida.

El coronel Ozerov estaba a un lado de la puerta, dándole el espacio para que finalmente ingresara y una vez dentro cerró la puerta detrás suya.

Miedo.
Miedo.
Miedo.

Era una sala totalmente vacía, salvo por una mesa metálica la cuál contenía instrumentos quirúrgicos y... un cuchillo carnicero. En el medio había dos sillas pero ninguna ocupada, en el suelo también había dos jaulas con gatos salvajes dentro, pero el gatito de la derecha estaba acostado, sin moverse siquiera para respirar.

-Asustado... - Susurró Seven, acercándose a uno de ellos y como respuesta recibió un fuerte bufido.

-Seven, confío en que siempre permanecerás a nuestro lado. - Su tono, por alguna razón, ya no era tan agrio, era... Ciertamente amable. - ¿Puedo confiar en ti? - Preguntó el Coronel mientras caminaba lentamente hacia la mesa metálica.

-Si. - Respondió 007, estaba tan absorto en sus pensamientos que no escuchó la puerta abrirse detrás.

¿Por qué el gato aún seguía bufando? Tal vez había sido maltratado, no lo sabía y tampoco sabía cómo calmarlo.
Ozerov estaba cargando una jeringuilla con un líquido blanco.

-Sabía que dirías eso, aunque ¿Sabes? Eres como una pequeña bomba a punto de explotar en cualquier momento. Ahora, para saber que puedo confiar en ti, quiero que mates a ese gato. Es como una prueba, como las ratas en Rusia. - Habló con una muy diminuta sonrisa.

Seven rápidamente negó ¿Cómo haría algo tan atroz? Si bien es cierto que mataba ratas en la base de Rusia, jamás sería capaz de hacerlo nuevamente, no podría tocar a un animal con intenciones de matarlo.

-Seven, no es una petición. Es una orden. - Su tono subió un poco más y al ver nuevamente una negación por su parte suspiró - Lo siento pequeña, pero creí que ya no estábamos entendiendo.

De pronto el grandullón que iba de acá para allá con el General ordenó a los doctores que tomarán a Seven por la fuerza y ahí comenzó nuevamente el espectáculo.
Los gritos que escapaban desde lo más profundo de su garganta, las lágrimas y las ilusiones. No quería dañarlos, pero ellos la dañaban a ella.

-No. - Repitió, esta vez con un tono más decidido.

Un pequeño hilo de sangre bajaba por su nariz. Tanto como Ozerov como Gregori, el orangután del General la miraron, pero no temieron.
Ella no quería dañarlos.

Se echó a correr por aquel largo pasillo, los guardias se abalanzaban sobre ella para tratar de dormirla pero su mente iba más rápido; Seven a algunos los hundía en un sueño profundo y doloroso del cual no podían escapar, a otros les exprimía el cerebro o les cortaba el cuello. Sus ojos ahora sangraban, aún así ella continuó avanzando hasta un gran ascensor.

-¿Mayday? - Una dulce voz familiar la detuvo frente a las puertas metálicas.

Alexei estaba caminando hacia ella, estaba atónito y desorientado, el aroma de la sangre lo estaba mareando y ver a muchos de sus compañeros muertos o convulsionando no le gustaba.
Miró a la pequeña pelirroja y a paso lento se acercó a ella, pero como respuesta la menor solo retrocedió.

- Está bien Seven, soy yo... Tu amigo, Alexei. - Sonrió de forma amable. -Deberías volver a la habitación, tal vez darte una ducha. - Su humor se mantenía intacta a pesar del tenso ambiente.

Pero pudo escuchar a los guardias correr hacia ella, los veía directamente correr y castigarla hasta desmayarla si se quedaba. Esta tan asustada que apenas podía hablar, su mente estaba saturada, sus piernas lentamente comenzaban a perder fuerza; pero en ese momento Alexei se acercó al ascensor y con la tarjeta de acceso permitió el paso.

- Escúchame Seven, no mires atrás... Solo corre. - Habló con rapidez el ruso de grandes gafas.

Empujó a la menor contra el suelo y cerró el ascensor.
Esa sería la última vez que vería al científico.
A su amigo.

𝗦𝗘𝗩𝗘𝗡,- 𝗐𝗂𝗅𝗅 𝖻𝗒𝖾𝗋𝗌 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora