31

28.3K 3.3K 555
                                    

Jungkook pov's

La mirada de Jimin estaba fija en la nada misma. Ni siquiera se había percatado de nuestra llegada a la casa, solo seguía revolviendo ese chocolate caliente.

Me apoyé en el marco de la cocina y miré a Mingyu. Este al verme levantó diez de sus dedos, dándome a entender que llevaba esa cantidad de minutos en ese estado. 

Di algo, no te quedes aquí parado como un idiota. 

Miré a Hoseok y este solo se acercó hasta la mesa para colocar una mano en su espalda. 

—¿Por qué tan silencioso?— preguntó y yo comencé a acercarme a ellos. 

Jimin esbozó una sonrisa, una bastante triste, como si intentara disimular lo mucho que le afectaba aquello en lo que había estado pensando. 

—Tengo sueño— mintió— No estoy acostumbrado a levantarme temprano, sabes que la cama es mi debilidad. 

Hoseok arrugó la nariz y segundos después puso los ojos en blanco. 

—Ya verás que te terminarás acostumbrando a madrugar— aseguró el alfa mientras yo tomaba el asiento que estaba al lado de Jimin. Este al principio se sorprendió, pero no dijo nada, solo me miró rápidamente para luego volver la mirada a su amigo. 

—Supongo que sí— sonrió— Volvieron rápido, pensé que se iban a demorar un poco más en firmar el contrato. 

Hoseok comenzó a contarle algunos detalles de nuestra reunión, pero mi atención se vio arrebatada por el aroma del omega. 

Se sentía tan diferente, más amargo, como si algo le doliera y su omega quisiera que lo sepa. ¿Acaso soy el único que se da cuenta de lo fuerte que está su aroma? 

Su cuerpo estaba tenso y no apartaba la mirada de Hoseok, como si eso fuera a evitar que se rompiera. Bajé mi mirada a sus manos y estas estaban cerradas con fuerza, logrando que sus nudillos estuvieran completamente rojos. 

Decidí soltar un poco de mi aroma de manera sutil y poco perceptible. Suavemente cuerpo comenzó a relajarse y sus manos se abrieron el respiro profundamente para soltar un gran suspiro. 

Eso Jeon…lo estás haciendo bien. 

Estiré mi mano y la coloqué en su nuca, como había hecho hace unos días, pero esta vez su cuerpo no se tenso sino que se relajó mucho más. 

El resto de la escena simplemente se bloqueó para mí, Mingyu, Hoseok, cualquiera que me hablara no iba a tener tanta importancia como la de arrebatar aquella tristeza que invadía a Jimin. 

El pelinegro se volteó y me dio una pequeña sonrisa. 

—¿Estás bien?— pregunté suavemente y él asintió para nuevamente volverle a prestar atención a Hoseok que parecía querer distraer a Jimin con historias llenas de humor. 

No conocía a Jimin, en absoluto, hacía solo dos semanas que nos habíamos visto por primera vez y tan solo una desde que vive con nosotros. Sé que a comparación de Hoseok mis conocimientos sobre él estaban sumamente limitados, pero yo sabía que distraer su mente no serviría de nada porque tarde o temprano estos pensamientos volverían a aparecer. 

Tampoco podía preguntarle frente a todos si quería hablar, tal vez sus pensamientos eran problemas personales que no lo abandonan y no sería muy amable de mi parte el exponerlo frente a todos. 

Lo único que tenía en claro mi mente y corazón en ese momento es que odiaba verlo así y no saber qué hacer. Nunca supe lidiar con el sufrimiento de aquellos que me rodeaban, y la angustia que detectaba en Jimin ahora me estaba preocupando. 

🦈 La guía de Rowoon [ km; au ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora