38. (Extra) Frederick y yo

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—Escucha, Andrew —pidió Derek, alzando las manos en un gesto de paz—, lo que sea que te haya dicho Camila, yo puedo contarte la versión real. Ambos estábamos-

—Cuida bien tus siguientes palabras, Derek —dijo Andrew en un tono extremadamente tranquilo—, porque por cada mentira que digas, cada retorcida versión de la realidad que me cuentes... es una parte de tu cuerpo que rompo.

—Camila no nos dijo nada —añadió Natalia, cruzándose de brazos, indiferente a la lluvia y al frío—. No tuvo que hacerlo cuando la prueba está en su rostro. Un moretón en la mejilla es difícil de ignorar, Derek, ¿y un moretón de ese tamaño? —Resopló. —No hay maquillaje en el mundo que pueda cubrir eso, por más que Camila se esforzara.

Andrew empujó a Derek para alejarlo aún más. Yo solo me cubrí la mejilla con mi mano, avergonzada de haber sido descubierta. No se suponía que debía suceder así.

—Nat, está bien —dije, evitando el castañeo de mis dientes por el frío—. No duele. No es para tanto. Derek y yo lo arreglaremos, de verdad. Es nuestra relación y es un asunto que nosotros debemos hablar.

Derek me dio una sonrisa reconfortante.

—Camila tiene razón. Lo arreglaremos entre nosotros. Esto no volverá a suceder, lo prometo —añadió, mirándome a los ojos.

Le devolví la sonrisa y asentí. A Derek a veces se le salía la situación de control, pero no era nada que no hubiésemos arreglado antes. Él me quería y yo lo quería de vuelta, nunca me haría daño a propósito. Cuando él me gritaba era porque yo le importaba demasiado y yo causaba ese efecto en él. Él era bastante apasionado. Incluso cuando me golpeaba... tenía sus razones. Sencillamente no debía molestarlo y no habría consecuencias. Todas las relaciones tenían sus momentos difíciles y la nuestra no era la excepción, así de simple.

—Camila es víctima de una relación abusiva, no está viendo las cosas objetivamente —respondió Natalia, acercándose a mí. Se colocó a mi lado y rodeó mis hombros con su brazo. —De cualquier manera, no importa lo que prometas, Derek. No tendrás más poder sobre ella porque ustedes dos, a partir de ahora, dejan de ser pareja.

—Natalia —reprendí—, no puedes-

—Sí puedo —me cortó, lanzándome una de sus miradas petrificantes—. Soy tu hermana mayor. Estoy protegiéndote, Camila. Ahora no, pero algún día me lo agradecerás. —Suspiró.

—Cam, no puedes dejar que tu hermana te manipule de esta manera —reclamó Derek.

Andrew soltó una risa sarcástica.

—Y no le vas a decir a Camila qué hacer —amenazó de nuevo—. No la llamarás. No la visitarás. No la buscarás. No la verás. No la tocarás. En unos días te llegará el aviso de la distancia que serás legalmente obligado a mantener lejos de ella. Si lo ignoras, tu mayor preocupación no será cuánto tiempo estarás en la cárcel, sino cuánto tiempo estaré yo ahí por lo que te haré.

Derek bufó, con aquella sonrisa socarrona que utilizaba cuando sabía que había ganado la batalla.

—Andrew, todos en mi familia son abogados. Cualquier demanda contra mí, la anularán. Lo tuyo son solo palabras, amenazas vacías. Sabes que no puedes hacerme nada porque mi familia te-

El puño de Andrew se estrelló contra la nariz de Derek.

Crac.

Derek cayó al césped, con la lluvia apenas limpiando la sangre de su rostro. Intenté ir con él, pero Natalia me detuvo. Andrew ni siquiera hizo una mueca de dolor al dar el golpe, como si sus nudillos estuviesen acostumbrados al impacto.

Anormal | 1Where stories live. Discover now