11. Aspectos evidentes

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Estuve varias horas encerrada en el sótano. Escuchaba a los chicos martillear, subir y bajar las escaleras, reírse de alguna estupidez y gritarse el uno al otro cuando alguno hacía algo mal. Ryan había intentado hablar conmigo, pero yo fingí estar dormida cuando él entró al sótano. Seguramente había encontrado una llave para abrir la puerta incluso después de que yo la trabara.

Escuchando a los chicos reír fue la primera vez que me sentí realmente fuera de lugar en el equipo. No solo por el evidente hecho de que no todos me aceptaban, sino también porque ser mujer me hacía distinta. Ellos parecían llevarse tan bien sin mí que me hacían dudar si verdaderamente pertenecía ahí.

Era de las mejores estudiantes de la AAD, de eso no había duda, pero además de pelear... no sabía hacer mucho. Ellos estaban haciendo todo el trabajo en la cabaña, ni siquiera pude preparar mi propio desayuno.

Necesitaba aprender a hacer aquellas cosas básicas de la vida.

Además, ¿a quién engañaba? Solo estaba teniendo esa sesión de lástima a mí misma porque no quería pensar en el enorme problema que había creado con Ryan.

Fuera del hecho que Ryan no estaba disponible, el problema era que...

Nada.

Ryan no estaba disponible.

Ese era el único problema.

En aquel momento, encerrada en el sótano y abrazando una almohada que encontré entre las cajas, caí en cuenta de que yo quería estar con Ryan. Sabía perfectamente que le había dicho a Frederick que no estaba lista para una relación, no obstante, no había considerado lo que sentía por Ryan.

Si en ese momento Ryan anunciaba que terminó su relación con Alison, yo no me habría contenido y le habría dicho —de nuevo— que me gustaba. Que me gustaba mucho y que yo quería ser su siguiente novia.

Hoy agradezco que Ryan y yo no hubiésemos intentado una relación en ese momento. Aquellas diez semanas con el Equipo Élite no solo me enseñarían a cocinar y construir, sino también a saber lo que valgo y lo que merezco, lo cual era mucho más de lo que Ryan podía ofrecerme.

Salí del sótano cuando escuché que los chicos salieron al río para lavar los colchones. Creí que Ryan estaba con ellos, pero me equivoqué.

—Hey —llamó suavemente, levantándose del mohoso sillón.

Maldije por lo bajo.

—Ryan... —hablé sin mucho entusiasmo. —No sabía que estabas aquí. —Rasqué mi nuca. Di media vuelta. —¿Sabes? Olvidé algo en el sótano. Ahora regreso.

Intenté regresar al sótano. Fallidamente. La supervelocidad de Ryan rebasaba mi velocidad normal. Apenas di un paso y él ya estaba frente a mí.

Reí nerviosamente.

—¡Acabo de recordar! —Señalé la cocina. —Lo que olvidé está por allá, con permiso.

Ni siquiera había terminado de dar vuelta cuando Ryan bloqueó el paso hacia la cocina.

Chasqueé mis dedos como si hubiese recordado algo nuevo.

—No, ¿sabes qué? ¡Estaba afuera! —Señalé a mis espaldas. —Sí, ahí fue donde dejé esa... cosa.

Ryan llegó a la puerta de la cabaña en un pestañeo. No le di tiempo de reaccionar y corrí hacia el interior del sótano, cerrando la puerta con fuerza para impedir que Ryan entrase.

Ryan podía ser lindo, pero no era de las personas más inteligentes. Si lo fuera, habría sabido que enviarlo a la entrada de la cabaña solo había sido una distracción para poder regresar a mi escondite.

Anormal | 1Where stories live. Discover now