Capítulo 05: Juego de habilidades

Start from the beginning
                                    

—Sí. Kozlov Ayami.

—Soy Kaminari Denki —se presentó, con voz más animada—. ¿Puedes darme más consejos?

—Mh... —fruncí los labios. Lo miré de pies a cabeza y no pude evitar chasquear la lengua. —¿Cómo te lo digo...?

—Eres un debilucho, no puedes hacer mucho más que esto —dijo Bakugou por mí—. No puedes esperar de un día para otro hacer abdominales de corrido como si nada.

Asentí levemente con la cabeza, porque decirle a Bakugou "Tienes razón" era algo que no estaba en mis planes.

—Sigue entrenando, cuida tu ritmo de respiración, la calidad de tus movimientos, tu espalda y tu cuello. Quedarás con mucho dolor muscular después de esto.

—115.

—Ah, Iida, ¿ya terminaste?

Iida me miró con enfado y se levantó de la colchoneta.

—Tu turno.

Kaminari se levantó de la colchoneta también. Intercambié miradas con Bakugou y al mismo tiempo nos acostamos en las colchonetas, preparados para empezar con los abdominales.

—No vale la rapidez, solo la cantidad y la calidad.

—No hace falta que me lo digas —mascullé mientras ponía mis manos detrás de mi nuca, comenzando con los abdominales.

Luego de un largo rato, tanto Iida como Kaminari se cansaron de sujetarnos los pies con las manos y terminaron sentándose sobre ellos.

—Rikido Sato, Todoroki Shouto, Midoriya Izuku, Mezo Shoji, Bakugou Katsuki y Kozlov Ayami siguen haciendo abdominales —anunció Aizawa, con un cronómetro en sus manos—. Veamos hasta dónde llegan.

El primero en llegar a su límite fue Midoriya. Vi por el rabillo del ojo y me fijé en que estaba mirando con una mueca de dolor su dedo lesionado. Por supuesto que no iba a poder dar lo mejor de sí teniendo una distracción dolorosa.

Y tú no te distraigas, me dije a mí misma, que ya comenzaba a notar la fatiga en mi cuerpo, tienes que ganarle al tarado gritón insoportable.

El siguiente en detenerse fue Todoroki Shouto. Juzgué que no se detuvo por cansancio ni incapacidad, sino porque al parecer ya había obtenido una buena calificación con su rendimiento y eso era más que suficiente para él.

—Ah... se me acabó el azúcar... —Rikido Sato quedó acostado en la colchoneta sin poder moverse.

Solamente quedábamos tres: Mezo Shoji, el chico que con tantos brazos parecía pulpo y que en la prueba de prensión había logrado sacar 540 kilos; Bakugou y yo.

El ardor en mis músculos comenzaba a tornarse infernal, pero definitivamente prefería eso a estar viendo a Bakugou pavonearse sobre cómo me había ganado en la prueba.

—203...

Casi me parecía que llevábamos horas ahí. Todo mi cuerpo estaba sudando e Iida, que seguía sentado en mis pies, me miraba con cara de no creérselo.

—Si nos seguimos demorando no acabaremos nunca. Deténganse los tres.

Bakugou cayó casi muerto en la colchoneta, pero se recompuso al instante. Respirando pesadamente, apoyé las palmas de mis manos en el suelo y me reincorporé. Nunca había hecho tantos abdominales sin pausas de por medio, mi cuerpo me haría sufrir las consecuencias de ello más tarde.

Seguimos con la prueba de tocarse los dedos de los pies estando sentados. Bakugou y yo seguimos con esa competencia silenciosa, mirándonos con ojos entrecerrados y de vez en cuando soltando insultos entre dientes cuando el profesor no estaba cerca de nosotros.

Nuestro caminoWhere stories live. Discover now