Esperó con el aliento contenido a que algo ocurriera, a que el maldito diera señales de vida.

El cuerpo de Félix repentinamente se convulsionó por un segundo y luego se detuvo de golpe, del mismo modo en el que había empezado, y Kenny lo vio parpadear.

Cuando giró el rostro para poder ver en su dirección, la marca roja sobre su piel se movió y la sangre le corrió hacia abajo, desde su frente y luego por la mejilla hasta perderse en los oscuros mechones de cabello y el césped lleno de tierra y cenizas sobre el que ambos se encontraban tirados.

Ah, mierda, pensó mientras lo veía arrastrarse hacia él por encima del suelo. Definitivamente estaba jodido del rostro, probablemente en el ojo o alrededor de esa zona, y la cantidad de sangre que la manchaba era anormal, que él supiera. Mierda, Talisa va a matarme si lo ve volver así.

Pero luego recordó que se suponía que Félix no regresaría con ellos, que el plan era hacerlo ir fuera de los muros y llegar a la otra jodida nación de donde procedían esos malditos titanes cambiantes. Un plan tan jodido e imprudente que no tenía pies ni cabeza o nada en absoluto, solo una suposición y un poco de esperanza y esas estúpidas visiones que atormentaban al chico más veces de las que no. Kenny se sentía más molesto cada vez que pensaba en ello porque maldita sea, el chico podría morir muy fácilmente y eso caería en él. (Ése indudable sentimiento caería sobre él del mismo modo en el que lo hizo años atrás. Y lo atragantaría, lo sofocaría.

Había pasado antes, años atrás.)

Mierda.

Quitó sus ojos de encima de él por un solo segundo para escanear sus alrededores, pero la neblina seguía ahí a orillas de su visión y el palpitante dolor en su cabeza comenzaba a hacerse más presente con el pasar de los minutos. Ah, maldición, ¿por qué carajos había accedido a venir hasta acá?

La copa de los árboles comenzaba a distinguirse un poco mientras más se disipaba el vapor que rodeaba el claro en donde se hallaban y Kenny resopló, otra vez. Quería moverse pero sabía que hacerlo sería mucho problema y él sinceramente necesitaba un descanso.

Definitivamente debí haber sido yo y no Caven, pensó casi con amargura, la voz de la mujer reprimiéndole por pensar algo tan estúpido siendo un lejano eco en sus oídos.

—¿Ya viste? —escuchó que murmuraba Félix, atrayendo su atención, excepto que él miraba en la dirección donde se encontraban los muros, en donde una columna de humo se alzaba igualmente—. El Colosal parece haber desaparecido.

—Debe ser Cejas —respondió en voz baja, mirando de reojo al otro—. Si hay alguien que puede deshacerse de ese chico Bertolt, es él.

Lo escuchó chasquear la lengua y por algún motivo el sonido le pareció a aquel de un cuchillo, filoso e igual de doloroso de una cierta forma en la que no sabría explicar en esos momentos. Kenny le dio una larga mirada de costado, desde donde el cabello se le hacía un nido de pájaros hasta abajo, pasando por su probablemente jodido ojo y su amoratado rostro, su labio partido y su cuerpo rígido. Uh, ahora que lo veía mejor los dos estaban realmente jodidos.

Kenny volvió la vista hacia arriba, al cielo azul pintado con grises y rojizos cuando sintió un leve roce en su brazo, los nudillos apenas y tocando la tela de su camisa negra, dejando huellas rojizas encima.

—Ah, eres un hijo de puta, Ken-¡Kenny!

En un abrir y cerrar de ojos vio a Félix ponerse en pie con tanta rapidez que verlo lo mareó. El chico saltó y el río de sangre le resbaló por el rostro y los labios hasta el mentón. No se había dado cuenta hasta ese momento de que sostenía una cuchilla en su mano, pero la alzó con tanto vigor que se preguntó a sí mismo si quizás el único realmente herido allí era él.

Friend of the Devil ━shingeki no kyojinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora