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CAPÍTULO SESENTA Y CUATRO AL DESPERTAR ━━━━━━━━┓ ＊ ┏━━━━━━━━
Hubo un mundo de silencio entre ellos dos, hasta que Historia por fin se decidió a romperlo.
—¿Félix?
Jamás la había escuchado tan titubeante.
Existían vagos recuerdos ahí en sus memorias que la involucraban a ella; Historia brillaba mucho como para opacar la sombra en la que Félix se convertía, y de alguna manera nunca era suficiente para extinguirlo por completo.
Félix, gruñendo, entreabrió los ojos y la observó con el rostro ligeramente ladeado, una de sus cejas alzadas en una silenciosa pregunta que ella captó enseguida.
—¿Qué te está ocurriendo? —murmuró la rubia.
—Nada —se apresuró en decir—. Estoy bien, no está-
—No me mientas —susurró en respuesta, con la voz ligeramente quebrada. Félix parpadeó lentamente y se enderezó un poco sin poder sacarle la mirada de encima—. Eso que acaba de pasar allá... Estabas sangrando, Félix, estabas- tus lágrimas, toda esa sangre... ¿Qué-qué te está ocurriendo?
—Nada, te lo prometo, eso fue-
Historia lo interrumpió casi con desesperación.
—Se supone que estamos en esto juntos. Se supone que somos rey y reina, ¿por qué no me dices la verdad?
—Historia-
Su prima tomó uno de los cojines olvidados en los sofás y se lo lanzó a la cara, dándole de lleno en ella. El cojín cayó con un golpe seco a su regazo, alzando una ligera nube de polvo que aparentemente había estado encima de la tela por un rato ya.
—Félix —dijo ella, mirándole con seriedad—. ¿Qué acaso no fuiste tu el que me dijo que si necesitaba a alguien, estarías tu ahí? Yo... Solo soy una niña, ¿de acuerdo? Pero... También estoy aquí para escucharte si es lo que necesitas.
Sentada ahí junto con él mientras le miraba del mismo modo en el que Frieda lo haría cuando trataba de regañarlo por alguna tontería o una mala palabra, Historia no se veía tanto como una niña. Tenía algo que ver con su vestimenta, él sabía, con el porte que parecía cargar encima desde que le pusieran esa corona en la cabeza.
Suspirando, dejó que sus hombros cayeran un poco y le ofreció una débil sonrisa a la rubia.
—No... No le he dicho a nadie sobre esto, a nadie excepto a Kenny. Estuve a punto de contárselo a mi madre también, pero... No sé, siento que nadie podría entenderme realmente, así que, no quiero, uh, no quiero que nadie más lo sepa hasta que pueda tener una verdadera explicación para lo que está ocurriéndome.
