CAPÍTULO 5

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15 de febrero.

Los días habían trascurrido de manera rápida desde que conocí a Kurt y llegué a este pueblo. Solía quedar la mayoría de días con Kurt, Krist y Dave tanto para ensayar como para tomar algo o pasear. Ser hoy no fue así, ya que sobre la una del mediodía recibí una llamada del Rubio, esto realmente me sorprendió, ya que me pedía quedar a solas con él.

Me gustaba la idea, no lo voy a negar, especialmente por el hecho de pasar más tiempo junto a él, conocerle mejor y comprobar su estado de ánimo, puesto que desde que dejó de tomar heroína solía estar más irascible. Tampoco le culpo, supongo que es lo normal.

Quedamos para pasear por el monte y cenar algo en un parque.

- Oye, estás preciosa hoy. Me dijo cuando nos sentamos en un banco, a causa de nuestro cansancio.

No pude evitar sonrojarme y mirarle a los ojos, y después, a la sonrisa. Definitivamente me tenía loca.

Me colocó un mechón de mi pelo castaño por detrás de la oreja y luego se tumbó cómodamente en el banco.

- Kurt, ¿es cierto que te vas a ir de Aberdeen?

Él no pudo evitar suspirar y apartar la mirada.

- Sí, necesito salir de este pueblo de mierda.- Continuó él. A causa de esto, una lágrima estuvo a punto de comenzar a resbala por mi cara, pero me contení y preferí hablar.

- Lo entiendo... Supongo que todo cambiará cuando te vayas de aquí.- Ahora sí que me había puesto realmente melancólica.

Kurt cambió la pose en el que estaba para sentarse de nuevo en el banco y esta ve mirarme a los labios.

- Amy, vente conmigo

- Sabes... que no puedo.-Me comencé a estresar.- Tengo que cuidar de la casa de mi padre, encontrar un traba...

Y entonces, acercó su cara a la mía y nos sumergimos en un dulce beso. Notaba sus finos labios en los míos, ambos humedecidos por la calidez del momento, también su acelerada respiración.

- Te quiero rubio.- Dije después de separar nuestros rostros.

- Yo también Amy Miller. Pero ahora vámonos a otro lado, a buscar algo de comida, que tengo hambre.

Le sonreí y me levanté del banco, nos cogimos de la mano y comentamos a caminar lentamente, yo de ve en cuando apoyaba mi cabeza en su hombro.

Y sí, la noche pasó considerablemente rápido, cenamos sentados en un parque, hablamos, nos besamos y también nos abrazamos y cuando el reloj marcaba ya la una y media de la noche, emprendimos el camino de vuelta hacia mi casa.

- Me siento solo.- Me dijo él.- Siento que soy una mierda, una mala persona, que nadie me quiere.

- Sabes que eso no es verdad Cobain, yo si te quiero y mucho joder. Y no soy la única, tienes a personas increíbles a tu lado.

- Supongo... pero eso no quita que sea una mierda por fuera y por dentro.

- Calla, no te mientas a ti mismo. Eres bellísimo, tus putos ojos son hermosos, podría pasarme horas mirándolos y no me cansaría y... no hablemos de tu sonrisa, me tiene loca. Tienes unos bellos cabellos rubios y una nariz redonda preciosa. Joder Kurt, eres perfecto.

Se quedó perplejo, sin palabras, no sabía como reaccionar a aquellas palabras, supongo que le sorprendía que yo le dijera eso o tal vez jamás se lo habían dicho antes.

- No te miento, créeme. Ahora entra a casa, que ha empezado a llover y si no te vas a mojar. Quédate por esta noche en casa, aquí conmigo.

- Vale.- Ahora parecía estar seco de nuevo, tal vez algo enfadado, pero sin motivo alguno. Aun así decidí no hacer mucho caso a su comportamiento y me senté en el sofá, él hizo lo mismo.

Como estábamos cansados, yo me apoyé en su hombro, le besé delicadamente acariciándole su rostro y después os dormimos, uno al lado del otro, en el mismo incómodo sofás que la anterior vez.

(...)

Cuando me desperté a las 12:00 del mediodía, Kurt ya no estaba como de costumbre. Esta ve no me sorprendí.

Delante del sofá, en la pequeña mesilla, había un plato con comida, un huevo, pan con embutido y un café y al lado de este una pequeña nota.

"Te quiero" - Kurt

Aquellos provocó una pequeña sonrisa en mi rostro. "Yo también te quiero" Dije para mis adentros. El Rubio me había preparado un desayuno completo y aunque es cierto que las tostadas estaban algo quemadas, se había preocupado por mí y había preparado todo aquello.

Aproveché esa mañana, después de haber desayunado, para limpiar la casa y seguir ordenando y arreglando cosas, también fui a comprar comida, ya que la nevera estaba casi vacía y no me quedaban muchas provisiones.

Luego, comí, aunque no tenía mucha hambre y de nuevo me senté en el sofá a ver la televisión, pero entonces el teléfono sonó, era Dave que me invitaba a ir a pasar la tarde con ellos, a ver como ensayaban.

Acepté y salí de casa.

Kurt Cobain, la historia jamás contadaWhere stories live. Discover now