CAPÍTULO 1

343 11 1
                                    




Llevaba metida en aquel maldito bus más de cinco horas, las cuales parecían hacerse eternas.
Aunque intentaba disfrutar del paisaje, de los árboles de hoja perenne mojados a causa de la lluvia, algunos ríos que se cruzaban en mi camino y también de poblados desconocidos para mi, el paisaje comenzaba a ser monótono. Deseaba llegar ya a mi destino después de tantas horas de trajín de un lado para el otro.


En mi viaje, me acompañaba también el sonido de la música que escuchaba gracias a los auriculares que me había comprado al llegar al país. Estaba sumergida en mis más intensos y también profundos pensamientos.

Recordar que me había marchado de mi país de orígen, Inglaterra, mi hogar y el lugar donde había vivido toda mi vida, era agridulce.

Intentaba pensar en aquello bueno, en mi infancia y en los buenos amigos que tenía allí, en mi país, también en mi gato, Bubba, el cual tenía apenas cuatro meses. Pero a la vez, no podía evitar darle vuletas a aquello malo que me había perseguido parte de mi vida. Odiaba sentirme así, tan vacía y confundida.

Yo, siempe fui una niña feliz, que mantenía la sonrisa aún cuando nadie reía, también disfrutaba de la pintura. Me gustaba jugar y pasar tiempo con mi familia, pero las cosas fueron cambiando con el tiempo.

Al principio, cuando yo nací mis padres tenían una buena relación, se querían mucho y siempre hacian planes conmigo, para pasar tiempo juntos, pero con el paso de los años ese fuego y amor se fue apagando y cuando yo tenía 9 años, después de aguantar muchas peleas, gritos y golpes entre mis padres, decidieron separarse. Aquello fue para mi un duro golpe, difícil de superar, ya que yo siempre había sido una niña familiar.

Yo me quedé a vivir con mi madre después de su separación, al fin y al cabo era una niña y no tenía derecho a elegir.

Mi padre huyó y nos abandonó tanto a mi madre como a mi y decidió volverse a Estados Unidos, ya que él era de allí, además de tener una pequeña casa en Aberdeen, Seattle, donde había nacido y vivido mucha parte de su vida.

Lo cierto es que el tiempo fue pasando y de él apenas sabía nada, yo iba creciendo y las memorias y recuerdos con él se iban borrando de mi cansada mente.

Lo único que tenía de él, eran algunas cartas que escribía para mí muy de vez en cuando.

Por otro lado, con mi madre, las cosas no fueron muy bien a partir de entonces, discutíamos cada día por nuestras diferencias y porque ella se pasaba la mayor parte del día fuera, volvía a altas horas de la noche, drogada, borracha... y yo eso no lo aguantaba. Creo que se sentía sola después de que mi padre se marchara. Sé que era una situación jodida para ella, pero, también lo era para mí.

Así que con la noticia de que mi padre había muerto de cáncer, la cual recibimos este mismo año, y de que la casa en la que vivía en Aberdeen, USA, se me entregaría a mí como heredera, ya que mi padre no tenía más familia directa que yo, decidí huir de aquella pesadilla constante en a que vivía.

Cogí mi guitarra, mis libretas y una mochila con algo de ropa y salí de mi casa con idea de no volver, dejando una nota que avisaba a mi madre de mi partida.

Y así es como horas después me encontraba en un bus con destino a Aberdeen, una pequeña localidad de Estados Unidos, completamente desconocida para mí.

Era 4 de febrero de 1990, un día lluvioso en aquella zona del país, al bajar del bus, noté como las frías gotas de lluvia golpeaban mi ahora rosada cara. Hacía frío y en cualquier momento parecía que la lluvia se podía transformar en nieve.

El bus arrancó detrás de mí y yo me quedé ahí, plantada, sin moverme, mirando aquel lugar, parecía realmente solitario.

"¿Y aquí es donde voy a vivir yo?" Pensé después de ver aquel lugar.

Kurt Cobain, la historia jamás contadaWhere stories live. Discover now