El principio del fin

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Capítulo 70

Narradora

Estaba harta de estar encerrada en aquel hotel, era lujoso, el más lujoso de Tokio, pero se sentía sofocada estando día y noche en ese lugar.
Ni siquiera podía ir al hospital a ver a su… sobrina, no es que le importará mucho, pero que Sara estuviera a punto de pisar la cárcel la ponía nerviosa. Zero había intentado en una ocasión llegar hasta ella, pero en cuanto divisó a uno de los hombres de su hermano, supo que en cuanto pusiera un pie en el cuarto del hospital, Kirinmaru lo sabría e iría a confrontarla. No podía permitir que la pillaran antes de llevar a cabo si venganza ahora que ya sabía en dónde se escondía Rin.

Aún no tenía muy claro su plan, había fallado en varias ocasiones y ya no tenía más tiempo ni paciencia para cometer más equivocaciones. Comi si el destino estuviera de su lado, un par de días después de enterarse que estaban en Suiza, un correo en su e-mail llamó su atención…

"Usted no me conoce, probablemente nos vimos un par de veces en el pasado y aún así estoy segura que no sabría quién soy, a decir verdad eso no importa. Vivo en Europa, en Suiza para ser exacta y sé, de muy buena fuente, que aquí se encuentran unas personas que usted ha estado buscando. Se estará preguntando porqué le doy está información y en qué me beneficia a mi, solo puedo decirle que gracias a ellos y en especial a Rin, perdí demasiado. No pretendo nada a cambio de esto, me daré por bien servida cuando ellos obtengan su merecido y por cierto, también le envío un archivo con algo que tal vez pueda servirle de mucho, cuando lo abra sabrá a lo que me refiero"

El mensaje no decía nada más. Zero comprobó que había recibido dos imágenes adjuntas y al revisarlas su irá estalló por completo.
Eran las mismas fotos que Giulia le había entregado a Lyna en su departamento, aquellas en donde Tōga aparece al lado de Izayoi e Irasue en una situación bastante comprometedora. La peliblanco se levantó deo sofá llena de rabia lanzándo al piso todo lo que se interponí en su camino —¡perra maldita, por eso te mantenías tan cerca de ellos!—    Zero recordó todas las veces en las que Irasue celaba y cuidaba al patriarca Taishō, acciones que ni la actual esposa de este tenía; todas las humillaciones que sufrió por parte de ella, los insultos y las burlas, pero ahora tenía en sus manos la oportunidad perfecta para vengarse.
Tenía pruebas y aunque ella ya sabía por Azami del paradero de los Taishō, este mensaje le sirvió para confirmarlo.

Después de unas cuantas llamadas se sentía satisfecha, su plan estaba ya en marcha y no había vuelta atrás, "muy pronto voy a cobrarme todo lo que me han hecho"
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Rin

—Es normal, mi amor, yo también me sentí de la misma manera—         me dijo mamá, había notado, como siempre, que algo no andaba bien conmigo esos días.
—Es que no lo entiendo, mamá, hasta antes de dar a luz yo no me sentía así—     terminé por confesarle.
—Cariño, cuando tuve a Kagome me sentía de la misma manera que tú ahora, mi cuerpo había cambiado, se había adaptado para alimentar a mi bebé; cuando me paraba frente al espejo no me reconocía, eso me deprimió muchísimo, no importaba lo feliz que estuviera de tener a tu hermana conmigo y verla sana porque cuando veía mi reflejo, veía a otra mujer que ante mis ojos no era nada de lo que fue antes—      escuchar que mamá pasó por lo mismo me hizo sentir que no estaba sola, que esto es más común de lo que parece.
—¿Cómo lo superaste?—       le pregunté.
—Fue gracias a mi esposo, él siempre estuvo conmigo en ese proceso; un día me encontró llorando en nuestra alcoba, se asustó muchísimo el pobre, yo no quería decirle qué me pasaba, pero él insistió e insistió hasta que tuve que confesarle como me sentía, le dije que tenía miedo de que él encontrara a alguien más linda que yo, se molestó por no confiar en él; sin embargo, me hizo ver que yo estaba mal, que ese reflejo que aparecía cada vez que yo me veía al espejo solamente lo veía yo, que si bien mi cuerpo sí era distinto, era porque apenas tenía unos días de haber dado a luz, pero que todo volvería a la normalidad. Conforme pasaron los meses me di cuenta que él tenía razón, cada vez me sentía yo misma, mis hormonas dejaron de sabotearme y supe que lo único que debía hacer era tener paciencia y seguir adelante—    recordé las palabras de Sesshōmaru, él me sigue viendo igual que siempre, soy yo la que creo mirar a otra persona en el espejo.
—Tienes razón, mamá, tengo que seguir adelante, por mis hijas y por Sessh, el pobre ha estado muy preocupado, ha tenido que soportar mi mal carácter y mis quejas—      mamá rió un poco acariciando mi rostro.
—Tienes al lado un hombre que te adora, apóyate en él, recuerda que son un equipo y que ahora tienen que estar bien por estos dos angelitos—      mirar las caritas de Towa y Setsuna era lo único que necesitaba para darme cuenta que no puedo dejarme caer.

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora