El uno para el otro

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Capítulo 38

Sesshōmaru

—Te voy a dejar en la miseria, Sesshōmaru—   advirtió Rin con el rostro serio   —ya lo verás—   volvió a advertir.
—¡Chamaca!, no ande amenazando a Sesshōmaru-sama a la ligera—   como siempre, Jaken me defendía sin que yo se lo hubiera pedido.
—A usted también, señor Jaken, les voy a quitar todo—   amenazó señalando con su pequeño dedo.
—Eso lo veremos...—   el enclenque tiró los dados mirando retadoramente a Rin.
—Ja ja ja ¡JA! tiró siete puntos y eso quiere decir que cayó en mi país, y con un hotel, creo que está frito—   Rin parecía muy divertida burlándose con su mirada triunfadora.
—¡Ay ya dígame cuánto tengo que pagarle!—   gritó Jaken.
—20 millones—   le dijo ella mientras sonreía.
—¡¿20 millones?! ¡mentira!—  acusó.
—No es mentira, mire…—   ella levantó la pequeña tarjeta azul para mostrársela al tarado de mi asistente.
—No puedo creerlo—   respondió ceñudo mientras contaba los billetes de colores   —¡No puede ser! estoy arruinado…!—   Jaken le entregó todos los billetes a Rin  —creo que me iré a dormir, no fue mi noche—
—Ay, vamos señor Jaken, aún puede hipotecar sus propiedades—   dijo tratando de no reírse.
—No, de todos modos no va a alcanzarme—   se levantó de la silla muy molesto para después caminar hacia su recámara no sin antes despedirse de nosotros.
—Vaya, uno menos, eso fue rápido—  su mirada se posó sobre mi esperando a que tirara los dados.
—Ni lo sueñes, preciosa, te voy a ganar—   lancé los dados obteniendo 10 puntos, avancé el número de casillas cayendo en una de las mías   —muy bien, compraré un hotel—
—No cantes victoria, yo nunca he perdido en el Monopoly, Kagome y Sango siempre terminaban sin nada—   se cruzó de brazos haciendo un tierno puchero.

Quince minutos después…

—¡Imposible!—   Rin contaba los últimos billetes de colores que le quedaban, sus tarjetas habían sido hipotecadas y prácticamente estaba en la ruina.
—Te lo dije...—   le respondí esperando a que se declarara en bancarrota.
—No puede ser, yo nunca pierdo en este juego, ¡hiciste trampa!—   acusó levantándose de la silla.
—No seas mala perdedora, primor, acepta tu derrota y págame—   su semblante era maravilloso, molesta, sorprendida y con un hermoso carmín en sus mejillas.
—¡Toma!—  puso los billetes en mi mano  —es todo lo que me queda, no puedo pagarte completo—  volvió a sentarse con sus brazos cruzados sin querer mirarme.
—Sí no tienes más dinero, podrías pagarme de otra forma...—   me puse de pie acercándome a ella posicionándome detrás de su silla, me incliné un poco hasta tener mis labios en su oído, le hablé tan suave que pude sentir como se estremeció enseguida.
—Es usted un pervertido, señor Taishō, pero bueno, me temo que si esa es la única manera de pagarle, tendré que hacerlo—    se levantó nuevamente y tomando mi mano, me llevó hasta las escaleras, me guío piso arriba hasta llegar a nuestra recámara   —tome asiento—   obedecí sentándome en la orilla de la cama.

Sus pequeñas manos recorrieron mis brazos, mi espalda y mi pecho, su toque sensual me hacía estremecer, mi virilidad ya clamaba de manera repentina ser liberada de mi ropa, nunca mi cuerpo reaccionó tan rápido con otra mujer, solo con Rin. Nuestros labios se encontraron, es tan placentero saborear su boca, oler su aroma… sentir su calor tan cerca al mío; cómo la amo, cómo la deseo, daría todo por verla siempre feliz.

Verla quitarse su ropa de manera tan sensual me encendía cada vez más; las manos me picaban por tocarla, por apretar sus senos hinchados y hundir mis dedos en su intimidad hasta hacerla explotar de placer. Mostrando su perfecta desnudez, comenzó a despojarme de mi ropa, primero la camisa, besando cada músculo; luego el pantalón, hincándose frente a mí dispuesta a saldar su deuda. El calor de sus manos se dejaba sentir sobre mis muslos, mientras sus delicados besos en mi abdomen me erizaban la piel.
Jaló el elástico de mi bóxer, su hermosos ojos radiantes me miraban tiñiendo sus mejillas rosadas; se saboreó mi erección, me sonreía coqueta y de a poco, acercó sus carnosos labios recorriendo toda mi longitud con besos y pequeñas lamidas.

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora