Feliz cumpleaños...

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Capítulo 20

Sesshōmaru

Nunca he sido bueno consolando a las personas, de hecho, esta es la primera vez que lo intentaba, no sabía qué hacer ni qué decirle a Rin, solo la tenía entre mis brazos, apretandola fuertemente contra mi cuerpo y cubriéndola con las mantas. Pasaríamos la noche en la habitación de huéspedes, por la mañana me encargaría de llamar a alguien para que recogiera el colchón de nuestra habitación. En toda la noche desde que llegué, ella casi no ha querido mirarme a la cara, tal vez esté avergonzada por lo que sucedió, no lo sé, no quiero forzarla a que me diga nada si no quiere hacerlo o no puede.

Yo solo quiero que sepa que aquí estoy, a su lado, protegiéndola y dispuesto a todo por ella. La noche se sentía fría y la maldita lluvia no había cesado; Rin temblaba en mis brazos con cada trueno que retumbó en el cielo.

-Tranquila mi amor- acariciando su espalda quería transmitirle todo el amor que siento por ella -aquí estoy preciosa, no voy a dejarte- comencé a besar todo su rostro, tenía sus ojos cerrados con fuerza -mi pequeña... mi Rin, te amo mi amor, te amo y jamás nadie te hará daño, te lo juro, nadie volverá a hacerte sufrir-

Su pequeño cuerpo se aferró fuertemente hundiendo su rostro en mi cuello.

-Duerme... no iré a ningún lado- con cuidado la acomode sobre mi cuerpo y la cubrí por completo con las mantas pesadas.
-No quiero recordar- se escuchó de pronto cerca de mi oído -no quiero recordar, no quiero recordar- una y otra vez repitió lo mismo notandola desesperada.
-Rin...- acune su rostro en mis manos -tranquila preciosa- no supe qué hacer y, lo único que se me ocurrió fue besarla.

Ella correspondió al beso entrelazando sus dedos con los míos, los temblores de su cuerpo comenzaron a mermar y su respiración comenzó a regularse.

-Solo si estás conmigo me siento bien, como si todo en mi vida fluyera como debe de ser, te amo tanto Sesshōmaru- sus ojos hinchados por las lágrimas me miraron por fin -Ahora ya todo estará bien porque estás conmigo- sus labios volvieron a unirse con los míos en un beso tranquilo en donde podíamos saborearnos.
-Estaremos juntos siempre, incluso después de la muerte te seguiré para protegerte en esta vida y en la otra- mis manos recorrieron su estrecha espalda deleitando mi tacto con la suavidad de su piel mientras tanto nuestros labios seguían fundidos.

Pasamos la noche abrazados, con su cuerpo sobre el mío, sintiendo el palpitar de nuestros corazones con nuestra respiración en sincronía.

Por la mañana me desperté sintiendo que su peso ya no estaba sobre mí, abrí los ojos con pereza notando el fuerte sol que se adentraba en la habitación; busqué a Rin que estaba al otro extremo de la cama completamente dormida, con un tirante de su bata más abajo de su hombro. Me acerqué y pude escuchar su respiración tranquila, su semblante lucía relajado.

Se me antojó aspirar de su cuello su delicioso aroma matinal, ese que me llena de energía para comenzar mis días sin la amargura que sentía antes en el alma. Aspire tan hondo como pude, rozando su piel con la punta de mi nariz; la sentí removerse acomodándose sobre su lado derecho regalandome la hermosa vista de su pezón asomándose por el escote de la bata, humedecí mis labios acercándome de a poco a ese rosado botón y lo besé, simplemente me parecía el sabor más exquisito, lamiendo con la punta de mi lengua y besándolo al mismo tiempo.

Una molesta erección se había formado ya siendo presionada por mi bóxer, no quería molestar a Rin, muy probablemente ella no estaría de humor para esto así que tratando de no despertarla estuve a punto de salir de la cama pero fui detenido por ella.

-¿A dónde vas?- interrogó frotándose los ojos con su mano libre pero sin soltar el agarre de mi brazo con la otra -pensé que continuarías con el otro- para mi sorpresa, Rin levantó un poco sus caderas para poder subir su bata exhibiendo su abdomen y sus senos.
-Creí que dormías- dije sonriendo
-Lo hacía, pero soy demasiado sensible como para no sentir- sin decir más, me jaló por el cuello atrayendome hacia ambos senos que, gustosamente comencé a chupar como un bebé hambriento -¿Estás segura que deseas hacerlo?- le pregunté con nuestros cuerpos ya completamente desnudos.
-Es lo que más deseo, no hay otra cosa en el mundo que me haga más feliz, solo entregarme a ti, tenerte dentro de mí me devuelve las ganas de vivir- sin decir más, se inclinó hacia adelante para alcanzar mis labios en tanto me introducía en su estrechez con el mayor cuidado del mundo.

Un seductor enamoradoWhere stories live. Discover now