En busca de la verdad

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Capítulo 63

Rin

La mañana siguiente había sido larga, y no porque hubiéramos hecho muchas cosas sino porque no me apetecía levantarme de la cama, hacía frío, incluso el viento era fuerte y golpeaba en las ventanas de la habitación. Me siento tan perezosa que me acurruco más entre los brazos de Sesshōmaru, mi espalda está caliente gracias al calor de su pecho.
El día anterior fue mágico, aún me sentía contenta y dichosa por tener a mi lado tantas personas que me quieren y que quiero también.

—¿Ya no puedes dormir?—      negué con la cabeza pegando mi cuerpo más a él.
—No quiero levantarme—      en respuesta recibí un tierno beso en mi cabeza y un abrazo más posesivo     —¿Tienes algo importante que hacer hoy?—
—No, muñeca, aunque tengo que supervisar la organización del próximo festival; he notado que los costos son bastante altos, se supone que debo revisar el presupuesto—      mi sexto sentido me decía que algo no marchaba bien con ese asunto, en varias ocasiones Sesshōmaru se topó con gastos excesivos y otros que no tenían explicación coherente.
—Hablando del hotel, cariño, ayer hablé con Emma y me contó algo que me tiene inquieta—       con cuidado me ayudó a girarme para quedar de frente a él, volví a dudar en contarle, pero mi instinto me dice que él tiene que enterarse.
—¿Qué es lo que te dijo?—      me preguntó serio.
—Bueno pues, básicamente algo que ya sabíamos, que no le agrada nuestra presencia a Lyna, todo porque al parecer tus padres le tenían mucho confianza y la tenían a cargo de todo, Emma dice que incluso se hacía cargo de la administración; el día que volvimos del hospital ella la escuchó hablando de nosotros con otra empleada, una tan Giulia, no quiso contarme lo que dijeron, pero tal parece que no están nada contentas y lo peor es que Lyna quería llamar a Irasue-sama para quejarse. También me contó que esa mujer no les da vacaciones, los tiene esclavizados al trabajo, la pobre de Emma tiene un año que no puede ver a su familia. Presiento que esa mujer no ha manejado debidamente el hotel y es por eso que quiere deshacerse de nosotros—       por su reacción supe enseguida que estaba furioso.
—No te preocupes por esas cosas, preciosa, te prometo que resolveré, lo que menos quiero es que tú te estreses por tonterías como esa—       cariñoso y con un buen semblante de vuelta, me regaló una de esas medias sonrisas que me encantan.
—Gracias, mi amor—       un poco más relajada me deje envolver de nuevo por sus brazos, seguía estando cálido, el olor de su cuello es lo que más logra tranquilizarme, toda la ansiedad se disipa      —¿Tienes que irte entonces?—
—No, muñeca, tengo todo en el despacho, me encargaré de eso más tarde, quiero quedarme aquí contigo—      me sorprende lo mucho que ha cambiado, todavía recuerdo cuando iniciamos nuestra relación, nunca se quedaba acostado en la cama, se levantaba muy temprano y aunque estuviéramos en casa aprovechaba cualquier momento para adelantar trabajo, ahora es todo lo contrario y, aunque sigue siendo igual de responsable, se toma la vida de una manera más tranquila.

No supimos cuánto tiempo transcurrió, entre besos y mimos estuvimos mucho tiempo metidos en la cama platicando y viendo televisión; al ver la hora en el reloj de pared en la habitación, Sesshōmaru se levantó, tenía el torso descubierto y yo no pude evitar morderme el labio con esa visión.
—No hagas eso—      me ordenó divertido.
—¿Hacer qué?—       le pregunté muriendo de vergüenza por mi reacción, cada día mi libido iba en aumento.
—Verme así, no sabes cómo me pones cuando haces eso y me duele en muchos sentidos no poder darte lo que quieres—      sin más, lo vi cubrirse con la camiseta que hacía juego con el pantalón de su pijama.
—¿Puedo estar contigo en el despacho?, no tengo ganas de estar sola, prometo dejarte trabajar—      asintió dándome su aprobación, pero antes de que pudiera ponerme de pie y salir de la cama, Sesshōmaru se acercó para levantarme en sus brazos y, cargando, me llevó hasta su despacho en donde me depositó en un diván gris me estaba puesto frente a la ventana en donde los rayos del sol calentaban ese rincón.
Después de dejarme regresó a la habitación para traerme una frazada.
—¿Quieres algo de comer?—       le dije que sí, tenía antojo de algunos dulces y una taza de té, enseguida se encargó de llamar a Emma y pedirle lo que quería.

Un seductor enamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora