Capítulo 31: Desavenencia

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Lee resistió esquivando los que podía con la idea de que en algún momento tendría una apertura. Una que debía aprovechar. Brincó y bloqueó algunos golpes, cuando sintió el brazo de aquel hombre. Apoyó una mano en el suelo para dar mejor impulso y golpeó la barbilla del hombre lanzándolo hacia arriba. Las vendas en sus brazos se deshicieron y saltó intentando enrollarlo en ellas para utilizar el loto primario y acabar con esto. Sin embargo, las vendas traspasaron al hombre que solo sonrió y se hizo intangible, perdiéndose entre la niebla.

El ninja de Konoha aterrizó en el suelo, entendiendo la habilidad de aquel hombre. Podía hacerse intangible y tangible a disposición, una habilitad muy útil para un ninja de la niebla. Pero nada imposible para él. Se arrodilló quitándose las pesas de sus pantorrillas y lanzándolas a un lado, hundiendo el piso cuando aterrizaron.

Rock Lee comenzó a correr en círculos usando su gran velocidad con la intención de dispersar la cortina de niebla que lo tenía incapacitado para seguirle el juego a aquellos ninjas que parecían estar jugando con él al turnarse para atacarlo. Sus piernas moviéndose con gran rapidez sin ser afectadas al estar familiarizadas con ese tipo de rendimiento. La niebla se despejó y Lee visualizó a uno de los enemigos. Por lo que sin frenar corrió, saltando en el aire y buscando aterrizar para golpear a aquel otro ninja más delgado con el cabello verde oscuro. Cuando su puño estuvo a punto de acertar, el ninja se dio cuenta al último momento y sin preverlo se sumergió en el piso, como si se tratara de agua en vez de metal. Lee aterrizó disminuyendo el impacto con sus piernas.

El espadachín de la niebla salía cada vez y Lee arremetía contra él para alcanzarlo. Sin embargo desaparecía tan rápido que era imposible. Lee torció la boca cuando una espada cortó su brazo derecho ocasionando que la sangre brotara y goteara en el piso.

Se giró cuando detectó a alguien más acercándose hacia él y se inclinó para adelante esquivando. Escuchó el sonido de la cuchilla cortando el aire y una ligera corriente. Dio la vuelta intentando alcanzar al ninja, en un rápido movimiento pero una de las espadas aguja que usaba se clavó en su abdomen. Cuando Lee pensó en alejarse una corriente de eléctrica contundente sacudió todo su cuerpo con violencia, haciendo castañar hasta sus dientes. Cayó al suelo sintiendo sus extremidades fallando por la descarga, viendo como tres pares de pies se acercaban hacia él.

― ¿Eso es todo lo que tiene Konoha? ―Habló el más corpulento del grupo.

Aquel que podía sumergirse en el suelo movió el rostro de la bestia de Konoha con el pie. Desvainó su espada, listo para dar el ataque de gracia.

―Que decepción, Lee-san. ―Habló aquel soldado que conoció años atrás.

Rock Lee sentía su cuerpo entumecido, mientras veía la hoja de la espada acercarse. Sonrió de lado mientras inhaló y exhaló. Pensando que era momento de dejar de jugar y ponerse serio.

La hoja de la espada bajó incrustándose en el suelo, sin cortar nada de carne. Los tres espadachines levantaron el rostro, conmocionados de que el ninja de Konoha desapareciera de la nada enfrente de los tres. Escucharon una risa detrás de ellos y voltearon.

Lee sonreía divertido mientras sostenía el costado de su abdomen, deteniendo el sangrado que venía de ahí. Alzó la mirada viendo a cada uno de los espadachines que tenía enfrente. Recordando que Dai, sin dominar las puertas, había logrado pelear con 7 al mismo tiempo. Ahora solo había tres, que al parecer lo habían subestimado.

Kyūmon, abierta. ―Sus manos se volvieron puños mientras sentía la energía correr por sus venas. Ya había abierto la primera puerta cuando intentó hacer el loto primario. ―Seimon, Shōmon y Tomon abiertas.

El chakra emanaba de su cuerpo de tonalidad verde, las venas presentes en su rostro y su cuerpo mientras sentía las fibras musculares presionando con fuerza.

Gazes to the soul [Nejiten]Where stories live. Discover now