Capítulo 31: Desavenencia

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Caminó hacia él un par de pasos más y Lee procuró poner una distancia entre ellos a la par que veía aparecer a dos personas más, de aspecto duro, con una banda colgando de su cintura. Eran ninjas de la niebla pero ¿qué estaban haciendo ahí?

Sin embargo, lo más importantes no eran aquellos ninjas, sino aquel soldado. Un vuelco se formó en su estómago al recordar como en ese tiempo, tres años atrás, Lee había hablado con ese hombre de Tenten.

― ¿Qué significa todo esto? ―Evaluó a los tres hombres con apariencia oscura. Uno sonreía divertido. Pero fijó su atención en el que estaba en medio, el soldado. ― ¿Quién eres?

―Somos los espadachines de la niebla.

Lee en ese momento visualizó los mangos de las espadas que estaban en las espaldas de los hombres, solo eran tres. Habían existido dos generaciones anteriores. La primera, que decían que fue la más fuerte, la que el padre de Gai había matado a la gran mayoría. La segunda generación vino un par de años y algunos de sus miembros fueron erradicados. Después de tener tantas bajas en el grupo no volvió a escucharse el nombre de aquel grupo de espadachines, hasta ahora. ¿Habían permanecido oculto? ¿O eran el resto de los que quedaron de la segunda generación? ¿Habían iniciado otro nuevo grupo? Intentó hallar la mejor respuesta pero nada vino a su cabeza, solo la traición misma.

―En aquella ocasión... ¿Qué es lo que buscabas?

El soldado, un hombre de cabellera larga negra y vestimenta adherida a su cuerpo se llevó el dedo a la barbilla rememorando lo de años atrás.

―Íbamos con la intención de detener ese absurdo tratado, por lo que me vi a la tarea de mezclarme entre la gente, pero unos inconvenientes ninjas nos hicieron retroceder. ―Lee entendió que se refería a ellos. ―Pero encontré cosas interesantes aquella vez.

― ¿Cosas? ¿De que estas hablando? ―Rock Lee fue consciente de como los otros ninjas retrocedieron hasta perderse por detrás en la oscuridad del cuarto cerrado y sin accesos de luz.

―Vamos, Lee-san, sabes de que hablo. ―Soltó una risa divertida. ―Me vendiste a tu compañera de equipo, algo que podría ser de utilidad.

El ninja de Konoha se quedó anonadado ante esas palabras, las ganas de vomitar se presentaron con violencia al recordar cómo le había hablado de que Tenten era la kunoichi más fuerte y había hablado del poder que tenía. Sintió el aire abandonando sus pulmones y el pecho siendo oprimido ¿había sido su culpa?

―Fue una gran herramienta, gracias por la información. ―El ninja sonrió con malicia y la niebla llenó todo el cuerpo.

Lee observaba alrededor en busca de alguna pista de donde se encontrarían cada uno de los ninjas, eran reconocidos por su asesinato silencioso. Sabía que si se descuidaba un segundo su cuello sería cortado. Adicional, le costaba respirar ante las últimas palabras escuchadas. La culpa lo embriagó con violencia ¿de verdad todo había iniciado desde aquella vez? Se suponía que en aquella ocasión ellos habían cumplido con su misión.

Sintió el sudor frio en la espalda, cerró los ojos para poder relajarse y concentrarse. Si no lo hacía terminaría en el suelo. Inhaló y exhaló siendo consciente de su entorno, de los latidos de su corazón y de la niebla acariciando su piel. Abrió los ojos cuando el primer ataque llegó hasta él, inclinándose para evitar la cuchilla que intentó rebanarle el cuello. Saltó hacia atrás en una voltereta cuando otra espada intentó alcanzarlo y se inclinó hacia atrás al percibir un tercer ataque, que rozó su mejilla, haciendo que brotara sangre.

Uno de los ninjas, el más corpulento con una cicatriz atravesando su ojo derecho se materializó a su lado lanzando un par de golpes que acertaron a alcanzar a la bestia de Konoha, se movió para esquivarlos. Intentó regresar los golpes al hombre pero este desapareció de nuevo. Era bastante bueno para ocultarse. Sin embargo los golpes empezaron a venir de todos lados, de todas direcciones con gran fuerza e impacto. Una espalda acarició su costado generando una herida que lo hizo retroceder. Fue en ese momento que el rostro de aquel ninja apareció por un segundo, pero era todo lo que necesitaba Lee, un instante. Lanzó una patada alta pero su pie no impactó con nada. La lluvia de golpes volvió a aparecer.

Gazes to the soul [Nejiten]Where stories live. Discover now