21 🐺 Tratos y Pactos de las nuevas generaciones

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Montes Apeninos, Génova

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Montes Apeninos, Génova

Colle di Creto

Millennia había entrado de nuevo a la cabaña luego de que pasara más de tres horas para comprobar cómo se encontraba el estado de Verita. Al entrar al hogar, los pares de ojos de las cinco personas que estaban dentro la miraron con atención, pero ella no dijo una palabra, se acercó a la cama donde yacía la mujer y se arrodilló para verificar las heridas, las mangueritas para drenar el veneno y untar de nuevo las cremas que había hecho, con un refuerzo de otras flores curativas y desintoxicantes.

Orso se acercó a ella y se sentó en el borde de la cama del lado contrario para tomarle la mano y mirarla.

—¿Cómo se encuentra? ¿Mejor o peor? —preguntó muy preocupado.

—Igual —comentó sin darle más explicaciones—, el veneno no se expandió y eso es bueno, pero el proceso va a ser lento, el veneno que tenía encima Fabrizio empezó a ser expulsado recién a las seis horas.

—Y sabiendo eso, posiblemente dentro de tres horas más le pasaría lo mismo a ella, ¿verdad?

—Quiero suponer que sería el mismo proceso —habló queriendo afirmar lo que verdaderamente no sabía.

—¿Qué pasará si no lo expulsa?

—Trataré de que lo expulse, en este caso estoy usando todo lo que sé de flores curativas para venenos y para la planta con la que los envenenaron. Soy optimista y creo que se recuperará porque las plantas siempre tienen las mismas propiedades, algunas son tóxicas, otras tienen una toxicidad moderada y otras no la tienen, a menos que hayan implementado un químico, cosa que dudo, porque son los mismos síntomas que tuvo Fabrizio, así que vamos bien, se recuperará, pero el proceso será lento, Amos y yo lo vimos con tu cuñado, tardó varios días en volver a la normalidad.

—Espero que así sea Estrella de Plata.

Millennia se puso de pie y salió del cuarto, caminó hacia la mujer que estaba en la cocina.

—Necesito preparar té.

La fémina la miró con atención y arqueó una ceja.

—Deja que lo prepare —fue el turno de Fabrizio en hablar.

—No confío en ella y tampoco en su compañero —admitió con seriedad.

—Pues te lo vas a tener que aguantar —dijo mordaz el jefe de la manada—. ¿O prefieres que el veneno se expanda por el cuerpo de tu hija?

La mujer con enojo y sin decirle algo más se retiró de allí dejándolos a solas.

Estrella de Plata, prepara el té para todos.

—¿Estás seguro de que tu madre se lo beberá?

—Muy seguro —asintió con la cabeza también.

—De acuerdo.

Millennia se dispuso a preparar una gran cantidad del té protector que solía hacer para Amos y ella, y el cual probaron Fabrizio y Orso también. Le llevó bastante tiempo en esperar a que la infusión hirviera junto con las flores disecadas y luego lo coló dentro de un recipiente para posteriormente servirlo en cuencos y distribuirlo para todos. Uno de estos bebió Onice y otro Verita con ayuda de la joven.

Las tres se encontraban dentro del dormitorio, la loba echada a los pies de la cama de su cuñada teniendo entre las patas el cuenco y Millennia sentada en el borde del lecho ayudando a la mujer a que se bebiera el té.

—Pronto te curarás —le susurró con amabilidad.

Verita abrió un poco más los ojos intentando enfocar la vista hacia la persona que la estaba cuidando y ayudando.

Miró las puntas de su cabello, lilas y azules, y la mano donde tenía el pequeño tatuaje.

La Estrella de Plata. Creí que era solo una leyenda —habló con dificultad.

—Debes mantenerte en silencio para recuperarte pronto. El veneno no se ha expandido, pero estás muy débil, Verita. —Respondió la muchacha ayudándola a que se terminara de beber el té.

Onice se puso en cuatro patas y salió de allí dirigiéndose a la entrada de la cabaña. Amos miró a la loba y sospechó que algo estaba pasando afuera. Observó por la ventana y agudizó su vista, y sus sentidos. A lo lejos escuchaba gritos de rebelión.

—Este lugar no es seguro para ninguno de nosotros —afirmó y Fabrizio clavó los ojos en él.

—Y por lo visto, para las mujeres mucho menos —admitió viendo a lo lejos antorchas—. Pronto tendremos visitas indeseadas —les avisó a los demás—, ya saben lo que hay que hacer.

En menos de media hora, la cabaña estaba inhabitada y las personas quedaron debajo de esta. Cuando Fabrizio encendió la luz, Amos y Millennia quedaron sorprendidos por lo que habían hecho. Era un refugio todo equipado.

—Tú no eres el único con dinero, lobito —se dirigió a Amos con sarcasmo—. Mi familia tiene esto desde hace décadas, lo construyeron por motivos más que sabidos, con el tiempo, se fue acondicionando mejor para una estadía larga de ser necesaria.

—Ya veo —dijo Mille quedando de piedra—. Volveré con Verita.

Amos se acercó a los dos hombres que habían pisado la finca y les habló;

—¿Tienen alguna idea? ¿Cómo seguirán las cosas?

—Por el momento nos quedaremos aquí, hay provisiones y todo lo necesario para poder refugiarnos por semanas. Ya sabemos quién está detrás de esto, solo restaría armar un plan para poder darle su merecido, porque no sé lo que pensarás tú, pero yo no le haré el camino fácil para llegar hasta nosotros —manifestó con enojo en su voz—. No después de todo lo que nos hizo.

—Creo que ambos y el resto de tu familia queremos lo mismo, que Adrienna tenga su merecido —declaró Amos.

—¿Eso quiere decir que pelearemos juntos llegado el momento?

—Sí —confirmó.

Durante toda la noche mientras los demás dormían y se turnaban, incluido Amos, Millennia se quedó cuidando a Verita junto a Onice que le hacía compañía protegiéndolas a ambas. 

 

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El Siberiano de Génova ©Where stories live. Discover now