16 🐺 Una visita inesperada

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Tres meses después

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Tres meses después...

Millennia se había enterado por el informe policial que habían hecho sobre el accidente de sus padres, que aquel suceso no fue un suicidio, sino un homicidio, ya que los frenos del coche estaban cortados. Cuando la joven se enteró de aquella noticia, Amos estuvo a su lado para calmarla y habló con los policías que habían llegado a la villa para saber qué procedía a continuación, ellos le dijeron que empezarían una investigación y Amos se los agradeció mas no les insistió en que debían encontrar al culpable porque ese tema ya era algo más personal y que estaba relacionado con su familia y lo que eran.

Su marido cerró la puerta despidiendo a los uniformados y se acercó a ella para sentarse a su lado.

—¿Estás mejor?

—Es una locura todo esto. No puede ser cierto —dijo con la voz solloza y secándose las lágrimas de las mejillas.

—Lo sé, pero ya sabemos que alguien más estuvo detrás de esto.

—¿Será ese tal Fabrizio? —Le preguntó mirándolo a los ojos.

—Es lo más probable porque dudo que tu padre haya tenido enemigos tan capaces de querer matarlo.

—No —negó con la cabeza también—, estoy segura de que no tenía enemigos así, pero me extraña saber que si fue Fabrizio supiera de mis padres. Porque él apareció después de que les sucediera eso —comentó llorando de nuevo.

—Debes calmarte, Mille, por favor —la abrazó por los hombros y miró hacia la ventana, llovía afuera—, encontraremos la solución y si en verdad es él, le daré su merecido.

—¿Y si no fue él? —cuestionó incorporándose y observándolo.

—¿Quién crees que pudo haber sido entonces? —Frunció el entrecejo consternado ante su pregunta—. No tengo la más remota idea.

—No lo sé, es algo que tendríamos que averiguar, ¿no?

—Podríamos averiguar por cuenta propia, pero debemos hacerlo con cautela, no podemos atizar tanto el fuego porque van a empezar a sospechar de nosotros.

—Sí, entiendo a lo que te refieres. —Asintió con la cabeza también.

—¿Quieres que te prepare un té y nos acurrucamos para ver una película? —Sugirió con una sonrisa.

—De acuerdo, creo que me distraeré por un rato.

Unos minutos más tarde, la pareja estaba abrazada en el sillón mirando una película.


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A medida que la convivencia entre el matrimonio iba afianzándose y que Amos le enseñaba a controlar lo que ella poseía, el frenesí entre ellos no dejaba de apagarse y les hizo unirse más tanto de manera íntima como en la confianza que se tenían el uno al otro.

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