Capítulo 14: Lago Ártico

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La mañana siguiente reveló un paisaje despejado blanco, recubierto de una capa de nieve que parecía que acababa de caer, dando una impresión como de algodón acolchonado. A pesar de los momentos de tensión de la noche anterior, todos seguían con gran emoción del descubrimiento de The Golden Spot. Se alistaron para la expedición.

George y Charlie se adelantaron del grupo puesto a que Jim todavía seguía en un estado hipnótico, e iba caminando al final del grupo. Michael y Aaju estaban en la mitad del grupo. La mente de todos, excepto naturalmente la de Jim, tendía hacía las posibilidades y los cambios que esa mina de oro iba a tener en sus vidas. Incluso Hermano Mayor, estaba sumido en cómo eso podría cambiar la vida de su comunidad. Se imaginaba a sí mismo finalmente siendo capaz de declarar su amor y pedir la mano de Naasoq, la muchacha que había querido desde su infancia. Naturalmente, ya que Aaju no había seguido las tradiciones inuit como cazador, y se había aventurado a ayudar en la expedición, no era considerado un partido beneficioso para ninguna muchacha. Sin embargo, si es que llegaba con riquezas y recursos, iba a ser considerado el salvador de su comunidad. Imaginaba su llegada, siendo alabado por todos.

George y Charlie iban a la delantera del grupo, jalando el trineo con los aparatos necesarios para las mediciones, que, presos de la emoción, cada vez caminaban más rápido. También se encontraban en ese estado reflexivo inducido el color blanco que parecía tener una luz debajo de la capa de nieve. Escucharon un trueno e inmediatamente voltearon hacia el cielo. Se asombraron que estaba totalmente despejado con ligeras nubes vaporosas y ligeras. Michael escuchó el ruido sonoro, y temiendo lo peor empezó a correr hacia los gemelos.

Volvió el sonido, esta vez mucho más intenso, pero en esta ocasión notaron que el sonido no venía del cielo. Sino que provenía del suelo. George, rápidamente agarró el trineo y lo empujó en la dirección por la que venían. Esto ocasionó grandes fracturas en el hielo fino dónde estaban parados. George esperaba que Charlie estuviera detrás de él, pero cuando finalmente volvió la mirada se dio cuenta de que su gemelo se encontraba paralizado en el medio del hielo fino. Cuando notó esto, Michael ya se encontraba a su lado y le estaba gritando a Charlie.

-Recuéstate boca abajo, así distribuyes tu peso y de esta manera no te caerás.

Al ver que Charlie no respondía, Michael no lo pensó dos veces: se acostó en el piso y avanzó con la ayuda de sus brazos hacia dónde Charlie estaba. Cuando Jim y Aaju habían llegado, Michael ya se encontraba a mitad de camino.

George no podía contener su enojo consigo mismo por haber dejado a su hermano atrás y lo canalizó hacia Aaju.

-Se supone que tú eres el guía y tienes que advertirnos de estos peligros antes que pasen.

-Marcas dejé ayer. -respondió Hermano Mayor con una mirada preocupada.

Jim intercedió, para calmar a George. -Si ayer colocó unas marcas verticales como banderas, para marcar esta zona peligrosa. Con la tormenta de nieve de ayer, deben haber quedado enterradas.

Michael llegó hasta donde Charlie estaba, quien al parecer seguía inmóvil en estado de shock. Le ordenó que se pusiera como él: acostado boca abajo. El inglés obedeció y Michael esperó que este avanzara para no poner más peso a la capa frágil de hielo.

Como un niño desobediente, cuando Charlie se encontraba a un metro de la orilla segura, se puso de pie y corrió, olvidándose que detrás de él iba Michael. El sonido estruendoso aumentó significativamente, haciendo las fracturas más intensas. Jim cerró los ojos de la impresión, y cuando los volvió a abrir encontró un hueco en el hielo, sin señales de su padre. Pasaron unos segundos dolorosos, que parecieron minutos. Jim intentó acercarse para ver dentro de la abertura, y sintió un brazo delante de su pecho que le impedía seguir avanzando. Era Hermano Mayor, que le empezó a advertir que no se podía acercar más porque de lo contrario podía Jim también caer al agua helada.

De repente vio saltar la cabeza de su padre como si de un delfín se tratara. Volteó a ver que Aaju le lanzaba una cuerda y en cuestión de segundos, Michael se encontraba fuera del agua. Jim suspiró con enorme alivio. Se dijo a sí mismo que lo peor ya había pasado, pero este sentimiento no duró mucho al recordar que uno de los mayores peligros en Alaska: la hipotermia.

Michael balbuceaba incomprensiblemente e intentó levantarse torpemente, cayendo de nuevo a la acolchonada nieve.

Hermano Mayor tomó el liderazgo. Les ordenó a George y a Charlie que sacaran los aparatos de medición del trineo. Rápidamente despojó a Michael de su ropa mojada. Le ordenó a Jim que le diera su manta de aluminio con la cual envolvió al hombre. Luego, se quitó su enorme chaqueta hecha con varios retazos de pieles de animales y se la puso a Michael, quien no paraba de tiritar y le costaba mucho pronunciar alguna palabra. Aaju lo cargó y como si de un niño se tratara, lo colocó en el trineo ya vacío. El guía inuit casi no tenía ropa encima, por lo que, con otra manta de aluminio, Jim lo envolvió. Sin perder otro segundo, Hermano Mayor les ordenó a Charlie y a George que se quedaran con los aparatos, y que Jim le ayudara a empujar el trineo hasta el campamento.

Tanto Jim como Aaju corrían los más rápido que podían mientras empujaban el vehículo. Sin embargo, por la falta de solidez de la nieve, muchas veces se atascaba el trineo, y paraban abruptamente.

-Papá aguanta.

-Quédate con nosotros.

-Aquí estoy.

-Falta poco.

Jim lo decía más para calmarse a sí mismo. Sin embargo, se preocupaba cada vez más que su padre no respondía. Cuando se divisaba el campamento a doscientos metros de distancia Jim empezó a gritar. 

¿Alguna vez se han encontrado en un estado hipnótico profundo, alejados de la realidad?

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¿Alguna vez se han encontrado en un estado hipnótico profundo, alejados de la realidad?

Nuestro Pedazo de ParaísoWhere stories live. Discover now