Capítulo 13: Las cartas

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En ese año, si habían encontrado minerales preciosos, pero no habían encontrado una gran cantidad de oro, por lo que el equipo empezaba a desesperarse. Hasta ese entonces, la mayoría de las exploraciones habían ido al norte del territorio, y Jim observando este patrón, un día hizo la sugerencia de ir al sur. Su padre estuvo muy orgulloso de él, cuando encontraron semejante botín. Ese día estaban acompañados de Aaju, quien observó que muy cerca del yacimiento se encontraba un lago congelado. Advirtió al equipo de tal peligro, y colocó una especie de señalización con banderas alrededor de la zona peligrosa. Asimismo, con la ayuda de la brújula Michael, marcó el lugar en el mapa bautizándolo The Golden Spot. Finalmente dejaron una torre de madera muy vistosa para marcar el punto exacto del descubrimiento. Los gemelos alzaban sus brazos al aire en forma de victoria mientras miraban al cielo. Cuando regresaron al campamento, George y Charlie no contenían su gozo y exageraban los detalles del yacimiento que contaban a Pierre. El piloto francés siempre se quedaba en el campamento ya que su función era volar el helicóptero y su condición física, no lo hacía tan resiste a las alargadas y heladas caminatas.

Mientras los ingleses contaban y exageraban el potencial de la futura mina al ex soldado de la Primera Guerra Mundial, el padre de Jim avisaba a través del radio el descubrimiento a sus superiores. Las instrucciones que recibió Michael fueron de determinar la extensión del potencial de la mina que sería construida a continuación. Motivo por el cual, el equipo aún tenía la misión de hacer varias pruebas en el territorio durante la restante semana. Esa fue una de las noches que Jim recuerda con mayor claridad y nostalgia ya que fue el momento en dónde todos los del equipo se encontraban más inspirados, y alrededor de la chimenea todos compartían sus historias. George y Charlie contaban historias de los bombardeos que habían experimentado en su niñez cuando vivían en Londres durante la Segunda Guerra Mundial. Jim al ser el menor, no tenía historias heroicas, así que se limitó a contarles de Catherine. Captó inmediatamente la atención de todos los integrantes.

-Soy increíblemente suertudo de haberla conocido. Sé que ella es La Indicada.

Mientras agarraba su segundo puro de la noche, Pierre dijo bromeando. -Espero ser invitado a la boda, y si no lo haces me aseguraré de infiltrarme en la ceremonia.

- ¿A qué te refieres?

- Pff ¿No entiendes la broma? -suspiró mirando hacia arriba – Que, aunque no me invites, igual voy a ir a tu boda.

-Ah- dijo Jim con unos ojos lagrimeando y ligeramente sonrosado -Entiendo, la equivocación. Bueno. En el presente no estamos juntos. Ella no me está esperando.

- Quel genre d'idiot fait ça!?- Exclamó Pierre encolerizado

Se sintió la incomodidad en todo el campamento. A pesar de que nadie hablaba francés, por el tono de voz de Pierre y por su cara, todos identificaban que estaba insultando a Jim. Tratando de darle de una explicación a Pierre, Jim añadió.

-Realmente tomé esa decisión porque no quería convertirme en un ancla para ella. No sé cuánto tiempo sigamos en esta expedición y no quería que su vida se cortara por mi ausencia. Además, a partir de ahora y por mi carrera, siento que así será: Nunca podré asentarme en un lugar.

Ya mucho más calmado, y tratando de comprender, Pierre dijo con mirada benévola.

-Ay Jim, ¿y alguna vez le preguntaste a Catherine que es lo que ella quería?

-Si, ella me dijo que me iba a esperar. Pero no creo que me pueda esperar toda la vida.

-Si su amor es tan puro como afirmas, y por cómo la describes, creo que ella no es una mujer normal, te puedo apostar que ella no tendría ningún problema en seguirte mientras descubren el mundo juntos.

Silencio total. Jim tenía una expresión fría y firme. Después de tanto tiempo por primera vez Jim entendió. Entendió que Catherine hubiera luchado por estar con él, y que él dejó que las cosas terminaran por cobardía.

-Soy un estúpido. Por subestimarla puede que la haya perdido para siempre. Puede que ya esté con otro.

Michael, que había estado observando la dramática escena desde una esquina de la habitación, se incorporó con una sonrisa que iluminaba la habitación y trataba de contener la risa.

El francés que se había acabado media petaca de whisky entrecerró los ojos y apuntando su dedo índice en forma desaprobatoria, le dijo a Michael.

- ¿No te das cuenta de que tu hijo está sufriendo de amor? Y tú tienes el descaro de reírte en su cara.

Manteniendo una calma fría y calculadora Michael volvió a sonreír y dejo en algunos segundos el suspenso, que, por la tensión de la habitación, parecieron minutos. Finalmente agregó.

-Pierre está en lo correcto, ella no es una mujer normal. Ella te ama, y no te iba a dejar ir. Todo el tiempo de la expedición he estado recibiendo y enviando correspondencia con Catherine, y ella te sigue esperando, a pesar de que tu no. También le cuento siempre de nuestras expediciones, y eso le da alegría, ilusión y esperanza. Hijo, yo sé, lo vi en tus ojos en cuando la conociste, que ella era La Indicada para ti.

Pierre rompió a llorar como si se tratara de su historia de amor y corrió a abrazar a Jim. Este sintió un tufo de whisky y tabaco que emanaban del piloto francés.

Jim se sintió preso de un sueño, e incrédulamente preguntó para asegurarse. - ¿Entonces ella no ha conocido a nadie más?

-Bueno, yo no dije eso -agregó Michael. Volvió la tensión en la habitación. Antes de que Pierre se levantara a insultar a Michael, este explicó.

-Naturalmente ella tiene otros pretendientes. Pero, según sus cartas, ella siempre los rechaza con la excusa de que ya está comprometida con otro. Su madre siempre le insiste que te olvide a ti Jim, pero tú la conoces: cuando está segura de algo, no deja de pelar hasta que lo consigue.

-Para que me creas, ten sus cartas- y Michael sacó una cajita dentro de un cajón.

Jim se encontraba con la cajita de madera entre sus manos, viendo a la chimenea con una mirada perdida, incrédulo, inexpresivo.

Para cortar con la tensión y la incomodidad, finalmente Charlie añadió.

-Bueno, tenemos un largo día mañana. Es mejor que ya vayamos a descansar. -Todos se levantaron con la excepción de Jim, que seguía atolondrado mirando las hipnóticas llamas.

Michael le dio unas palmaditas en el hombro a su hijo y desapareció de la escena. Jim no pudo dormir toda la noche, y cuando finalmente se llenó de valor a las tres de la mañana, abrió la cajita de madera y encontró docenas de cartas, todas de Catherine. Cerró drásticamente el objeto produciendo un sonido como las pesuñas de los caballos golpeando el suelo. La guardó entre sus posesiones valiosas y cayó rendido en un sueño profundo. 

Se que ya no se usa mucho, pero ¿alguna vez han intercambiado cartas con otra persona?

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Se que ya no se usa mucho, pero ¿alguna vez han intercambiado cartas con otra persona?

Nuestro Pedazo de ParaísoWhere stories live. Discover now