Capítulo 4: La Masa Gris

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La idea de tener su propia producción desde cero siempre fue algo emocionante para Catherine, pues desde pequeña entendió que amaba crear. Fabricaba todo tipo de manualidades con los materiales que encontraba. Algunas manualidades como la pintura, tejer y el bordado eran totalmente aprobados por su madre, Amelia, ya que eran propios de una señorita. Catherine era reprendida cuando era encontrada observando fijamente a los panaderos amasando y creando maravillosas figuras con la masa expandida. Eso no la detenía claro, pues después de que su madre se descuidaba, agarraba un poco de harina de su cocina y mezclándolo con agua, pretendía ser una panadera, e intentaba recrear las formas en las que la masa era doblada para hacer las curiosas figuras. La niña no era una persona muy cuidadosa o delicada, por lo que su proceso creativo siempre involucraba generar un ambiente caótico. Cuando su madre la descubría literalmente con las manos en la masa, la señora siempre repetía el mismo proceso. Identificaba en dónde había dejado su abanico, y una vez lo tenía en sus manos, fingía desvanecerse ligeramente, sus ojos veían hacia el techo y se abanicaba elegantemente mientras repetía.

- ¿Qué voy a hacer contigo Catherine?

Y procedía a seguir abanicándose mientras ponía su mano en su frente. Inicialmente Catherine reflexionaba fuertemente sobre sus errores al pensar que su madre casi se desmayaba por sus acciones, pero mientras este patrón se repetía cada vez, la niña se dio cuenta que era algo fingido. Después de este descubrimiento, a Catherine le costaba mucho contener la risa cada vez que su madre comenzaba con su patrón de magdalena.

- ¿Por qué eres diferente del resto?

Un poco sorprendida y divertida por la pregunta le respondió. -Por qué ser normal es aburrido.

- ¿Y cómo puedo ser como tú?

Clara se quedó reflexionando por unos momentos y a continuación, Clara llevó a Catherine a su pequeño taller de arte que tenía una puerta hacia el jardín. Catherine conocía a la perfección este cuartito, pues era el lugar que más le gustaba de la casa de su abuela. Cualquiera que hubiera entrado en este lugar, no habría visto más que un espacio desordenado con fuertes olores. Pero en ese cuarto, su abuela con el pasar de los años, había acumulado toda clase de curiosidades artísticas. Clara fabricaba una buena parte de las cosas que utilizaba. Por ejemplo, al conocer tan bien el mundo de la herbología era capaz de extraer no solo aceites esenciales de las plantas medicinales, sino que también pigmentos de todos los colores en las plantas que cosechaba. Estos pigmentos los utilizaba para todas sus creaciones como por ejemplo para elaborar pintura desde cero. Clara separaba un huevo, luego cuidadosamente con sus dedos cogía la yema del huevo y la pinchaba con una aguja. Utilizaba este líquido amarillo que caía para mezclarlo con sus pigmentos y así creaba pintura. Con el pasar de los años entendió que podía utilizar los pigmentos para otras cosas como para teñir la lana de las ovejas y así crear estambres. También en algunas ocasiones los utilizaba para hacer jabones y velas de diferentes colores.

-Cat, ¿me podrías pasar esa canastita que está en la esquina?

Se trataba de una canasta entretejida con ramas en la que se encontraban bloques grises. Con dificultad las llevó hacia donde se encontraba su abuela.

-Necesito ahora que te recojas el cabello y que te pongas esto -dijo Clara entregándole un mandil adornado con manchas de pintura seca.

En un compartimiento Clara colocó un bloque y lo llenó con agua y procedió a empaparlo. Una vez que estaba mojado, cortó con una cuchilla el bloque en pequeños pedazos. Le dio uno a Catherine con la indicación que lo siguiera mojando y que intentara empezar a amasarlo. Con sus pequeñas manos tardaba mucho más que su abuela, que ya tenía una masa que empezaba a ablandarse. Cuando la masa ya estaba suave, Clara la llevó a un torno. Este consistía básicamente en un objeto en dónde dos discos grandes estaban conectados por una columna. El disco de abajo era mucho más grande, y cuando su abuela se sentó, Catherine pudo observar que ella puso sus pies en el plato de abajo. Luego puso la arcilla en el plato superior y continúo amasándola por un rato.

Nuestro Pedazo de ParaísoWhere stories live. Discover now