Fubuki por primera vez en su vida, se negó a beber un café en casa de Midorikawa, alegando que no tenía muchos ánimos para eso y prefería regresar a su hogar para avanzar con los pendientes de su empresa "CroosFire".

Claro que a Midorikawa esto le sonó más como una excusa para ocultar la pena que realmente sentía, pero se limitó a aceptar sin cuestionar las decisiones del asesino de osos, ya que no quería presionarlo ni mucho menos hacerle sentir que desconfiaba de sus palabras.

Tras una despedida ligeramente incómoda, el albino se marchó de la que él mismo denominaba "La casa de Hansel y Gretel" por la inmensa cantidad de dulces que se podían encontrar ahí, recordando que cuando eran niños, él y el peliverde solían esconderse en la azotea de la escuela para comer golosinas sin que los maestros los descubrieran.

¿En qué momento las cosas cambiaron tanto? Hace algunos años lo más importante era elegir el sabor del helado que pedirían en su tienda favorita, y ahora estaban pensando en rescates e incluso organizaciones criminales, simplemente el albino no lo entendía.

Eran las nueve de la noche cuando por fin llegó a su propia casa, habiéndose distraído durante el trayecto de regreso a casa, reflexionando en el porqué de todo, cuestionándose a sí mismo sobre si era una buena persona, de otro modo no explicaba que tantos problemas se le presentaran a lo largo de su vida.

Apenas abrió la puerta de su hogar, pudo ver como su pequeño estaba profundamente dormido en el sofá, con la pijama puesta y la televisión encendida en el canal de las caricaturas, teniendo una expresión de agotamiento extremo, casi como si hubiera entrenado para la final de algún campeonato.

Sin darse cuenta, una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro, y es que Yukimura era sin duda la razón más grande sus alegrías, no se imaginaba la vida sin aquel orgulloso niño que tantas veces lo sacó de sus casillas con las ocurrencias y locuras espontáneas que solo él podía tener.

Al voltear, se dio cuenta de que en el comedor de la sala principal, estaba una nota con letra sumamente pulcra; Quise hacer la cena, pero los huevos se quemaron, no están tan mal... Cuando llegues, por favor come papá, te ama. Hyouga.

Rápidamente una risa se le escapó, haciendo que considerara nuevamente retomar las clases de cocina con el menor, pues ya había perdido la cuenta del número de veces en que el joven delantero quemó o explotó la estufa de manera accidental.

Sin esperar más, con delicadeza se acercó al niño y lo tomó entre sus brazos para acostarlo en su alcoba, ya que dormir en esa posición no era nada sano para su columna, mucho menos para alguien que aspiraba a volverse en deportista profesional.

Por suerte para Fubuki, Yukimura tenía el sueño bastante pesado, de modo que no sintió el momento en que fue cargado ni arropado.

- No crezcas más... - Susurró el albino, apagando la luz y cerrando la puerta del cuarto del pelimorado.

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Los días comenzaron a pasar con tanta rapidez que nadie se dio cuenta que hacía ya un mes que Kazemaru había "desaparecido", tiempo en el que Raimon se había clasificado al torneo nacional, ahora llamado Holy Road.

Endou y Kidou se dedicaban prácticamente a tiempo completo al equipo, aplicando entrenamientos intensivos semanalmente para mejorar el rendimiento de sus jugadores, fortaleciendo la confianza entre estos y realizando fichajes nuevos.

Por el contrario, Fubuki y Midorikawa seguían sumidos en sus propios asuntos privados, evadiendo las reuniones grupales al saber que Fudou con una sola mirada fulminante podría sacarles la verdad.

¿Fácil? ¡No! (Completa)Where stories live. Discover now