Capítulo Ocho.

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Mitsuki sentía que ya había pasado mucho desde su última visita a su humano, y eso, aunque le entristecía un montón, ya que lo extrañaba muchísimo, también estaba feliz, más bien, estaba feliz por el rubio, le enorgullecía.

Boruto en este largo tiempo no había vuelto a tener una recaída tan grave como para hacerse daño a sí mismo y el peli-celeste deseaba que esto se mantuviese así. Pero, lamentablemente, no ocurrió

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Estaba en una blanca habitación, parecida a lo que es el cielo, apenas llega alguien nuevo, pero este lugar... No se encontraba completamente vacío. En el medio del cuarto había una gran cama, rodeada de algunos aparatos electrónicos. 

Mitsuki se ubicó a un lado de esa cama, mirando al que se encontraba acostado en ella, descansando tan pacíficamente, como si lo demás a su alrededor no importará lo suficiente como para levantarse a enfrentar el mundo. 

Era Boruto, parecía que el tiempo sí había llegado a él de una gran manera, porque ya no lucía como el adolescente que una vez conoció, sino que ahora, su apariencia ya era la de un completo adulto, de alrededor de unos veinticinco a treinta años de edad. 

El ángel puso una expresión afligida, al notar que los dos brazos del chico estaban completamente vendados, dio un suspiro lamentable.

Parece ser que el rubio, esta vez, de verdad quería acabar consigo mismo de forma definitiva, no como cuando era pequeño, que solo fue una forma para desahogarse sin recurrir a la ayuda de los demás. 

—Boruto... Espero que puedas despertarte pronto... -Se sentó en el piso y apoyó tanto sus brazos como su cabeza en la cama, tomando la mano del humano. —Te voy a estar esperando todo lo que necesites. Lo prometo... Esta vez sí lo voy a cumplir, ¿Está bien? Así que por favor... Despierta y regresa conmigo. 

"Regresa conmigo y no me odies..."

Y tal como lo había dicho, esperó a que él abriera los ojos, quería abrazarlo, apenas lo hiciera. Pasaron minutos que se volvieron horas y esas sucesivamente se convirtieron en días, pasaron un par. Mitsuki no los sentía para nada, podía esperar todo el tiempo del mundo solo por él. 

Veía en la habitación, a la enfermera que venía a chequear cada tanto como iba la situación y a veces también, cambiaba las flores del florero ubicado al lado de la cama, y, cada tanto, aparecía el doctor a cargo de Boruto. Quería hacerles preguntas sobre cómo estaba su condición, pero claramente no iba a recibir respuesta alguna. Ese detalle de no tener esa información crucial lo hacía sentirse un poco desesperado. 

Pero este tipo de esperas casi siempre tienen un fin. Fue durante una tarde en que Mitsuki andaba, como todos los últimos días, sentado en el suelo, mirando al rubio, quien dormía tranquilamente.

En un momento, notó como la expresión del muchacho pasó de una tranquilidad absoluta, a arrugar el ceño. Finalmente, se levantó, sentándose en la cama mientras se tallaba los ojos y bostezaba. Mitsuki quedó perplejo por un momento, pero la felicidad lo inundó segundos después. 

No le dirigió la palabra, apenas despertó, quiso que se tomara su tiempo para despertarse completamente, pues ya había pasado demasiado tiempo postrado en la cama. El humano dejó de restregarse los ojos, llevó ambos brazos hacia arriba, estirándose, mientras andaba echando una ojeada al lugar en donde estaba, ya sabía que podría estar en cualquier lugar, menos tres metros bajo tierra. 

Mientras observaba sus alrededores, su vista fue interceptada por una silueta que conocía a la perfección. "¡¿Es Mitsuki?!" Fue lo que pasó fugazmente por su mente. 

Ángel Guardián | BorumitsuWhere stories live. Discover now