Capítulo Once.

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Pasaron un par de días, antes de que la pequeña familia se trasladara a la casa de Hinata e Himawari. Y durante ellos, Boruto siempre por la tarde, iba a visitar la tumba de su padre, acompañado de Mitsuki, para dejarle unas cuantas flores de crisantemos. En el último día que se iban a hospedar en el hotel, Mitsuki notó que, además de estas flores, el rubio llevaba un ramo de tulipanes rojos. 

Ya había dejado los crisantemos, donde siempre, a un costado de la lápida. En este sitio ya se había formado una pequeña acumulación de estas flores, ya que venía todos los días a dejar un par. Se sentó al lado de este pequeño montículo, y le empezó a hablar supuestamente a la nada, sobre lo que había hecho ayer por la tarde y hoy a la mañana. 

Mitsuki estaba esperando que terminara el momento, padre e hijo, mientras vigilaba con detenimiento a Boruto, solo por si acaso, ya que, durante estos días, se deprimió unas cuantas veces, pero nada que no pudiese controlar con unos abrazos, palmadas en el cabello y sus palabras de ánimo y de apoyo reconfortante. 

Ya había terminado de notificar lo nuevo que sucedió en su vida, se despidió de su padre avisándole que la próxima vez que viniese sería probablemente luego de unas cuantas semanas, porque ya se mudaría por un tiempo con Hinata e Himawari. Le prometió que traería más cosas interesantes para contarle durante la futura visita. 

—¿Y qué harás con el ramo de tulipanes? ¿No son para Naruto? -Preguntó, luego de que el rubio regresará a su lado. 

—No. Son para alguien más, ayer cuando tomamos el otro camino para salir del cementerio, vi la lápida de alguien que conozco muy bien, y me pareció un lindo detalle, traerles flores hoy. 

—Ah, entonces, ¿Es para algún otro familiar? -"Podrían ser para Minato." Dedujo el peli-celeste, pero el rubio negó en respuesta. 

Desconcertado, Mitsuki vio como el humano había empezado a caminar por el mismo lugar que recorrieron ayer, con la excusa, de que era para variar un poco y explorar más el gran lugar deprimente. No tardó en seguirlo, mientras se preguntaba quién podría ser la persona a la que Boruto le daría las flores. 

Tras un par de minutos de caminata, el rubio se detuvo y se sentó cerca de una tumba, colocando los tulipanes a un costado. El oji-amarillo se asomó un poco para observar, y lo que logró ver escrito en la lápida, lo dejo extrañado y asombrado al mismo tiempo. 

Vio allí escrito tanto su nombre, como su fecha de nacimiento y la de su muerte, además, su padre y hermano habían pedido que escribieran lo siguiente en la lápida, abajo de todo; "Señor, recíbelo con la misma alegría con la que nosotros te los mandamos." 

—Así que te habías encontrado con mi tumba... 

—Exacto, supuse que hace algo de tiempo nadie venía a verte. Mira, ni siquiera tienes flores... -Decía, mientras se ponía a acomodar el ramo. —Y bueno, me pareció lindo venir, al menos por un rato y traerte las flores que te gustan mucho. -Dirigió su mirada a su ángel y le sonrió. 

—Eso es muy lindo... -Fue al lado del oji-celeste y le puso la mano en su cabeza, acariciándole su cabello. —Boruto, muchas gracias por esto, de verdad que eres un sol. 

—Tú ya has hecho mucho por mí, esto sinceramente, no es nada. Prometo hacer muchas más cosas por ti en un futuro... 

—No tienes por qué molestarte por eso Boruto, no es necesario. -Se río levemente por el comentario que acababa de cruzar por su mente. —Acaso... ¿Estás siguiendo mi ejemplo, sobre hacer ese tipo de mentiras? 

—¡Para nada! No soy como tú, Mitsuki, yo sí cumplo con lo que prometo. -Comenzó a hacer un pequeño puchero mientras se ponía de pie, limpiándose los lados sucios de su pantalón. 

Ángel Guardián | Borumitsu Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon