Capítulo Siete.

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Otra regla que tenían los guardianes, además de no poder tener de pareja a su humano a cuidar, era que los ángeles, al sentir que la mente de su protegido había dejado de pensar en hacerse daño a sí mismo, tenían que volver al cielo, ya que su trabajo estaba hecho de forma satisfactoria. Mitsuki bien sabia esto, porque fue de las primeras cosas que le contó Minato al explicarle todo el tema, pero quiso retrasar lo más que podía su despedida con Boruto, no quería irse de su lado todavía, pero debería hacerlo ya, o las cosas se pondrían feas para él. 

"Tengo que decírselo hoy si o sí... ¡Es probable que se lo tome bien!" Se animaba el peli-celeste.

Era de noche y ambos muchachos se encontraban solos en casa, más específicamente estaban en el cuarto de Boruto. Los demás miembros de la familia Uzumaki habían ido a darle una visita al abuelo materno y no volverían hasta la tarde siguiente, el rubio esta vez no quiso ir, porque había notado algo raro en los comportamientos de su ángel y quería hablar con él de lo que le preocupaba. 

El peli-celeste estaba sentado en la cama del cuarto, esperando que el rubio volviera de su visita al baño. Todo el día se la paso pensando como decirle que se tenía que ir, sabiendo que en reiteradas veces le comentó que siempre estarían juntos. Las mentiras piadosas terminan aumentando su gravedad si las sigues diciendo y terminarán lastimando igual o incluso más que las peores mentiras... 

—¡Volví, Mitsuki! -Gritaba abriendo la puerta, ya se había puesto su querido pijama. —¿Quieres que sigamos viendo la película o ya te aburrió? Sí que está malísima, de veras, ¡Hubiéramos elegido la que recomendaste!

—Antes de que nos pongamos a hacer algo, Boruto, me gustaría que habláramos de un tema, ven acércate. -Decía mientras se paraba de la cama. El rubio asintió, cerró la puerta y fue con su ángel, quedándose al frente de él. 

—Vale, vale. ¿De qué trata? -No le estaba prestando tanta atención, le parecía más divertido tomar las manos de Mitsuki y entrelazarla con las suyas. 

"¡Bueno, es ahora o nunca...!" Un último aliento antes de soltar una bomba.

—Me tengo que ir... 

Eso sí que fue directo, lo dijo con tanta tranquilidad que el pequeño humano prefirió pensar que era otro de sus malos chistes. 

—Ajá, claro, Mitsuki ¿Y a dónde te irás? ¿A ver a Dios? -Aunque lo estaba tomando inicialmente como una broma, su rostro tenía una afligida expresión. Estaba en la primera etapa; la negación. 

—Hablo en serio. -Su tono de voz denotaba la seriedad, suspiró y soltó las manos de Boruto. —No es porque yo quiera irme, pero tú entiendes. 

"Así que después de todo... me mentiste, Mitsuki..."

El rostro de Boruto ensombreció. Las palabras se atoraron en su garganta. La realización le cayó como un balde de agua fría.

—No, siéndote sincero... ¡No lo entiendo! Mitsuki tú, ¿Cuántas veces me dijiste...? Me mentiste... ¡Me ilusionaste! Con que siempre estaríamos juntos... -En el corazón y en la mente de Boruto se había empezado a formar un torbellino de emociones que no podría controlar fácilmente. —¿Sie-siempre fueron mentiras...? 

"¿Me has dicho la verdad alguna vez? ¿Mentías cuando decías que te divertías conmigo? ¿Cuándo decías que no te molestaba al pedirte ayuda con mis tareas...? ¿Cuándo me habrás dicho la verdad?"

El peli-celeste no respondió rápido, se tomó su tiempo, dando la ilusión a Boruto de que sí estaba tomándole el pelo en realidad, pero finalmente, se mordió el labio y asintió lentamente. Los ojos celestes del pequeño humano solo pudieron llenarse de lágrimas. 

Ángel Guardián | Borumitsu Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt