Extra III

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Enzo Smith French


Aún de lado sobre la cama con la cobija dándome calor siento cómo se levanta y empieza a hacer un bajo ruido tanto para cambiarse cómo para guardar lo que se llevará. Los pequeños rayos del sol entran por la ventana aunque le dé la espalda la luz se hace presente en la habitación, el cantó de los pájaros y el ruido de los autos es el mismo de todos los días.

El colchón se hunde a mi lado, entonces, no aguanto más y me giro dónde lo que me recibe es su pelo en una moño desastroso pero que le queda hermoso, se termina de calzar sus botines blancos y se levanta para volver a caminar por el lugar. Sin notar que la estoy viendo la detallo, lleva una blusa corta de color rojo y un jean ajustado de color negro que me encanta cómo le queda.

Veo cómo se acerca a la gran ventana para ponerse su abrigo beige, desata su moño y pone su pelo hacia atrás.

Decido hablar.

— Quieres que te peiné?

Mi voz la hace detener sus movimientos pero aún así me sigue dando la espalda, me apoyo en la cabecera y paso una mano por mi rostro.

—  Estoy bien así — masculla para luego suspirar. —, gracias igualmente.

Hago un mohín.

— No me molesta hacerlo, lo sabes. Además, siempre lo hago..

— Está vez no, Enzo. — me corta dándose la vuelta para enfrentarme.

Olivia me mira a los ojos, ese mirada intensa me escrudiña. Está seria, muy seria.

— Cielo.. por favor. — ruego y me levanto de la cama.

Dejando ver qué solo llevo un pantalón de dormir azul y mi torso desnudo, me acerco a ella que me mira de arriba a bajo para volver a mis ojos con su bolso en mano.

— Tengo que irme, se me hace tarde. — suspira y da un paso para así irse pero me interpongo. — Enzo..

— Lo sé. Solo déjame peinarte como siempre hago, si? — pido en vos baja viendola a los ojos.

Ella frunce el entrecejo, nos quedamos en silencio hasta que asiente una sola vez con la cabeza. Rápidamente tomo el peine cerca de su mesa de luz, vuelvo a ella y antes de que la toque se da la vuelta, dejando escapar un suspiro peino su pelo negro con lentitud y delicadeza. Aunque quiero alargar el momento se que tiene que irse por su trabajo, termino y me aparto justo cuando se gira.

— Gracias. — responde acomodándose.

Suspiro cuando paso por mi lado pero me giro y la tomo del brazo acercandola a mí, ella no me aleja cuando llevo mi mano a su mejilla y lo agradezco.

— No quiero seguir peleados, no me gusta esta distancia. — murmuro, ella solo me mira seria, no veo una sonrisa ni aunque le cuente el chiste más divertido. — Te vas y ni siquiera me ibas a avisar, tampoco me dejas peinarte. Odio ésto.

Apoyo mi frente a la suya, este es el contacto mayor desde hace una semana.

— Enzo, tengo que irme. No es momento. — repite mientras niega e intenta alejarse.

Polos opuestos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora